El potencial de los emergentes y la oportunidad que suponen los mercados frontera. Son dos de las principales conclusiones de la entrevista de Xavier Hovasse, co gestor del fondo Carmignac Discovery en Carmignac Gestión.
En Europa, el riesgo sistémico fue mitigado por la decisiva intervención del Señor Draghi, quien se comprometió a comprar de forma ilimitada deuda pública de los países que soliciten ayuda al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Este salvavidas lanzado por el BCE dio lugar a un descenso inmediato de la prima de riesgo que exigen los mercados para invertir en bonos públicos de países como Italia o España.
Ya no se discute el modus operandi de una resolución desde arriba de esta crisis. Está más o menos claro para la mayor parte de los analistas competentes que los países que adolecen de abultados déficits fiscales y exteriores no tienen otra opción que encauzar sus finanzas públicas, lo que al mismo tiempo permitirá a Alemania acoger de buen tono una mayor integración fiscal, bancaria y política, que sería la siguiente etapa para la salvación del proyecto europeo.
Entre las crisis y las cumbres (¡19 ya a día de hoy!), el entorno financiero y económico de la zona del euro no
ha dejado de deteriorarse y la situación ha empeorado aún más a lo largo de las últimas semanas. A partir de ahora es además crítica, ya que supone una amenaza sistémica para la economía mundial.
Los países emergentes deben conseguir gestionar con éxito la delicada situación de ralentización de sus economías.
Didier Saint-Georges, miembro del Comité de Inversión de Carmignac Gestion, analiza en su carta mensual la situación del mercado internacional en el que destaca la calma en EE.UU., la presión del sector bancario europeo, el alza del precio del petróleo y el crecimiento emergente, así como las claves inversoras de la gestora francesa Camingnac.
La gravedad de la crisis europea puede analizarse como la conjunción de dos circunstancias incompatibles: unas deudas públicas insostenibles y un sector bancario insuficientemente capitalizado para poder reconocer este importante lastre en sus balances.
El 2012 se anuncia como un año todavía complicado en el que el enfoque internacional, una gestión activa de los riesgos y la valentía a la hora de aplicar las propias convicciones se convertirán en bazas decisivas.
Tras varios meses, por no hablar de años, en los que los dirigentes europeos se han negado a enfrentarse a los graves desequilibrios de la zona del euro, durante estas últimas semanas no les ha quedado más remedio, en un sorprendente y acelerado giro de los acontecimientos, que pensar en lo que hace poco era impensable.