Una de las cuestiones que la crisis del Covid-19 ha puesto sobre la mesa es la relevancia de la digitalización, tanto para las empresas, como para los hogares y, por supuesto, para la administración. A día de hoy, no resulta descabellado afirmar que la tecnología ha sido uno de los principales salvavidas de las economías mundiales frente a los desafíos de la pandemia.

“El grado de implantación y desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en los últimos años es exponencial y esta tendencia no da signos de ralentización sino todo lo contrario. La implantación de las TIC en la sociedad es imparable y la pandemia ha puesto de relieve la criticidad y la gran importancia que tienen en la sociedad las TIC. Sólo hay que pensar que, si no existieran, si esto hubiera pasado hace 30 años, el impacto que la crisis del coronavirus hubiera tenido en la economía hubiera sido muchísimo mayor”, explica Xavier Casajoana, consejero delegado de VozTelecom.

Una implantación que también ve con claridad Pablo Martín, CEO de Izertis, y que asegura viene de hace tiempo. “Ahora le hemos dado un nombre, transformación digital, pero desde hace más de 30 años ese proceso de transformación digital ya existía, lo que ha ocurrido es que ha habido un gran evento que ha servido como catalizador de esa transformación y ya no hay marcha atrás”.

En este sentido, la pandemia ha instaurado en nuestro día a día ciertos hábitos y usos tecnológicos que se mantendrán en el futuro. “Creo que va a haber muchas tecnologías en el ámbito de las TIC que van a generar mucha innovación y desarrollo en los próximos años, y todas entrelazadas y conectadas, porque se necesitan”, señala Diego Cabezudo, CEO de Gigas.¿Más importante unas que otras? No. ¿Más implementadas unas que otras? Sí. 

En cualquier caso, y a pesar de la “plena” implantación de ciertas tecnologías en nuestro país, España no está entre los players principales de esta partida tecnológica. Y por varios motivos. La regulación es uno de ellos, y un claro reto a abordar, junto a una inversión en educación que potencie perfiles con conocimientos de tecnología de información, una inversión en I+D para ayudar a que las empresas se transformen digitalmente y se desplieguen infraestructuras, estrategias y políticas de I+D a largo plazo, y un mayor tamaño de las empresas.