Sí, seguro que tiene sus sombras, como no puede ser de otra manera si está al frente de una corporación que vale más de 70.000 millones de euros. Ocurre en las familias, no va a pasar en un coloso que factura más de 53.000 millones. Pero en los últimos días ha podido ser palpable: este ejecutivo exuda liderazgo. Da sopas con ondas a la práctica totalidad de presidentes.
Hemos visto poco menos que a una caravana gregaria de ejecutivos yendo a ese discutible (por decirlo amablemente) foro económico de élites, para salir en la foto y aparecer en una cutre reunión con un presidente que les insulta y maltrata. ¿Qué ha hecho Galán? Firmar un acuerdo con uno de los grandes fondos soberanos. Marcando agenda. Fijando tiempos. Saltándose el guion. Dominando el escenario, no aprovechando que, ya que estoy aquí, hago una entrevistita en un salmón para que se note que he venido.
Nada más volver de Davos, mientras retumbaba en medios el insustancial runrún sobre la cutre foto con Pedro Sánchez, ha aparecido de nuevo para, en presencia de la secretaria de Estado, arremeter contra el greenwashing, el uso de los ingresos del turismo para comprar combustibles fósiles y presentar una potente alianza de empresas para avanzar en la descarbonización. Mejor o peor; ya se verá, pero eso se llama liderazgo. Ir por delante de los demás.
No es extraño, claro, que Iberdrola tenga el valor que tiene y esté en zona de máximos históricos. Sólo tiene el comparable de Inditex. Pero la práctica totalidad de valores restantes son responsables de que nuestro triste Ibex esté por debajo de 10.000 puntos, una cota inaceptable, inferior a la pandemia.
Es cierto que el Gobierno ha puesto todas las trabas posibles. Se ha inventado impuestos sobre bancas, eléctricas, fortunas; se ha cargado las sicav y las pensiones privadas, grandes financiadoras de los mercados; ha insultado a los ejecutivos y empresarios, quiere mangonear en los altos salarios y las plantillas… Ha generado sensación de inseguridad jurídica. Todas y cada una de estas medidas han afectado a Iberdrola de manera directa, incluidos los insultos. Entonces, ¿por qué no cae?
Porque tiene el favor del mercado, eso es indudable. Cosa que no tienen otras. A estas alturas, ver el débil discurrir de valores como Repsol, Acciona, BBVA… duele. Es una languidez que, desde las redacciones, muchos consideramos inexplicable. Al menos, Álvarez-Pallete está en todos los foros que haga falta, explicando su compañía, reclamando marcos igualitarios para una Telefónicaa la que no se le perdona el pecado original de ser antiguo monopolio y se le obliga a invertir, pero dando acceso a la competencia a sus inversiones. Haga lo que haga, pierde.
¿Hay falta de ‘raza’ en las cúpulas del Ibex? Creo que sí. Hemos asistido a un aplastamiento del sector privado y empresarial, sin mayores reacciones. La Bolsa española negocia cifras medias diarias de los años 90. Si se deflactan, son de los años 80. No hay colocaciones en el mercado. Hay una deflación salarial terrible, fruto del estancamiento. No hay previsiones reales de crecimiento.
Bolsas y Mercados Españoles lanzó un muy serio aviso hace pocas semanas, pero las empresas parecen encerradas en el “ande yo caliente…”. En el recorte de costes, eterna bandera de la gestión estos últimos años. Es innegable que existe cierto conformismo. Casi todas van a lo suyo, desde el confort. A tal firma le llegan ingresos de fuera de España. A tal otra le vale con el rebote de mínimos históricos. Otra más, justifica que está terminando de integrar tal operación... ¿Hay alguna que diga: “yo voy a crecer. A comerme el mundo. A tirar del país…”? Pocas.
Incluiría hasta a Inditex, la mayor y mejor compañía española, que, sin embargo, debería dejar ya esa aureola de humildad y localismo. Inditex también debe liderar. No sólo en Arteixo: en toda España. Ya no vale la cantinela de que Amancio Ortega es muy tímido. Ser el primero es lo que tiene.
Ojalá tuviéramos más gestores con liderazgo. Que no se dejen marcar la agenda, ni intimidar por el Gobierno de turno. Que echen un pulso al mercado y lo ganen. Que apuesten por la plantilla y la contratación. Que crezcan.
Todos sabemos que Galán no es público fácil. Algún que otro amigo, al que he conocido por relación periodística de muchos años, ha trabajado cerca de él y ha acabado saltando por los aires, aunque nunca hablará mal de su persona: al contrario, dirá siempre que su etapa en Iberdrola fue la más apasionante de su vida. Por supuesto, quizá es demasiado agresivo o su gestión puede ser criticable en algún aspecto, pero ojalá broten más liderazgos de una pieza como el de Galán. Sacudámonos la languidez de encima. Llevemos también al Ibex a zona de máximos.