El rendimiento medio de los bonos a 10 años de la zona euro ha subido unos 30 puntos básicos desde finales del año pasado. Aunque esta subida es mucho menor que la que se ha producido en Estados Unidos, se trata de un acontecimiento inoportuno en esta fase inicial de la recuperación económica.

El BCE trata de deshojar la margarita de la inflación y el repunte de los bonos

Las ventas en el mercado global de bonos y la actuación del Banco Central Europeo (BCE) al respecto serán la tónica dominante de la cumbre programada para mañana. “Los inversores deberían esperar más de lo mismo en la conferencia de prensa del BCE, y la presidenta Lagarde podría llegar a exponer los próximos pasos que podría dar el BCE para mantener unas condiciones de financiación favorables”, comenta Paul Diggle, economista senior de Aberdeen Standard Investments. 

Además, el organismo monetario también publicará sus últimas proyecciones macroeconómicas, que “mostrarán un fuerte aumento de la inflación a muy corto plazo, pero un posterior descenso que hará que el banco central no alcance su objetivo de inflación en 2022 y 2023”, añade.

Para los inversores, esto significa que los rendimientos de los bonos de la eurozona pueden permanecer bien anclados, aunque sigan subiendo en Estados Unidos. En este sentido, la Fed no está realmente preocupada por la corrección en el mercado de bonos, ya que refleja la mejora de los fundamentos económicos y, como resultado, parece algo indiferente al contagio al resto del mundo, especialmente a la Eurozona. Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF, cree que el instituto emisor no puede permitirse adoptar una actitud tan relajada como la de la Fed ante la subida de los tipos. “En primer lugar, la eurozona va con retraso en cuanto al ciclo económico y en cuanto a la campaña de vacunación y, además, la política fiscal en la eurozona es mucho menos estimulante que en Estados Unidos”, matiza. 

En este sentido, la comunicación del BCE sobre las condiciones financieras suele ser algo imprecisa y esto no resta credibilidad. Desde la primavera de 2020, el BCE ha actuado principalmente para reducir los diferenciales intrazona. A partir del verano, se preocupó por la apreciación del euro, al tiempo que subrayaba que no tenía ningún objetivo de tipo de cambio. Y, últimamente, se ha centrado en el nivel de los tipos de interés a largo plazo. Está por ver si esta situación podría empujar a los mercados a poner a prueba la resolución del BCE. 

“En caso de que Legarde no proporcione más claridad sobre su objetivo en torno a las condiciones de financiación, los mercados podrían sobrepasarse (es decir, una curva de rendimiento más pronunciada) una vez más, ya que el mantra del BCE para evitar que las condiciones de financiación se endurezcan se percibiría como no creíble” asegura Annalisa Piazza, analista de renta fija de MFS Investment Management.

Desde ODDO BHF abren el debate: “si la tasa de inflación aumenta hasta cerca del 3% en Alemania a finales de año, y por encima del 2% en la Eurozona, como es probable, ¿podrá el BCE mantener la cabeza fría, tratando esto como algo más que una joroba? Esto es muy probable, pero no 100% seguro”.

En cuando al mercado de divisas, el euro rebotaba ligeramente a primera hora del miércoles, después de que la sólida narrativa alcista del dólar llevó al par euro/dólar a mínimos de más de tres meses ayer.  Lagarde será abordada sobre la postura de la institución respecto al progresivo incremento de los rendimientos de renta fija. La publicación semanal de los detalles del programa PEPP, reveló ayer que el banco continuó disminuyendo el ritmo de las compras. En la última semana, el BCE desembolsó menos de 12 mil millones de euros, de una referencia promedio de 20 mil millones. “Por el contrario, comentarios del vicepresidente Villeroy esta mañana indicando que el BCE puede y debe actuar (contra el incremento de los rendimientos de los bonos), no se corresponden con la operativa efectiva de la institución”, informan desde Monex Europe. 

Lo que el BCE puede y no puede hacer es evidente que seguirá el camino marcado por la evolución de los tipos de interés en Estados Unidos y de la reacción de la Fed. Bruno Cavalier ve “muy poco probableque el BCE siga formalmente el camino del control de la curva de rendimiento (YCC), como han hecho Japón y Australia fijando objetivos para los tipos a 10 y 3 años”. 

En cuanto al PEPP (programa especial contra la pandemia, por sus siglas en inglés) creado en marzo del año pasado y dotado actualmente con 1.850.000 millones de euros, los datos más recientes abarcan el periodo comprendido entre el 25 de febrero y el 3 de marzo, incluido el leve desplome del mercado de bonos estadounidense, muestran que las compras netas no han aumentado, sino todo lo contrario. Son incluso inferiores a la media de 15.000 millones de euros por semana observada recientemente. Será cuanto menos interesante escuchar las declaraciones de Christine Lagarde sobre esta situación.

El consenso entre analistas sobre la poca probabilidad de que se anuncien ajustes adicionales en la política monetaria del BCE es evidente. “El endurecimiento de las condiciones crediticias (debido al aumento de los rendimientos nominales) descarrilaría la senda de recuperación en curso (ya frágil)”, afirman desde MFS Investment Management.

Tras la reunión del BCE, posteriormente Christine Lagarde comparecerá ante la prensa en un encuentro que “podría poner en peligro la credibilidad del organismo”, alerta François Rimeu, estratega senior de La Française AM que, al igual que el resto de expertos, piensa que no habrá nuevas medidas “pero sí un tono muy dovish”. O lo que es lo mismo, el término opuesto que se usa para describir la política monetaria restrictiva o ‘Hawkish’.

Rimeau, respecto a la actualización de perspectivas macroeconómicas del BCE, no espera cambios en el crecimiento (+3,9% en 2021, +4,2% en 2022). La inflación general podría revisarse significativamente al alza en 2021 (+1%) debido a las recientes sorpresas en materia de inflación y al encarecimiento del petróleo. En cambio, no se esperan revisiones importantes en las proyecciones de inflación subyacente (1,4% en 2023), dado que no se ha modificado la opinión sobre el actual grado de debilidad de la economía.

Es cierto que el BCE está a merced, en parte, de la reacción de la Fed ante la evolución de los tipos de interés estadounidenses, pero es de vital importancia recordar que cuanto más fuerte sea el apoyo de la política fiscal, más eficaz será la política monetaria y “el BCE está en su derecho de recordar a los Estados miembros que la recuperación también depende de sus esfuerzos de estímulo”, sentencia Bruno Cavalier.