A pesar de la volatilidad, el riesgo político y las turbulencias en otros mercados, como el de divisas con la escalada del euro o el de petróleo con el hundimiento del crudo, la renta variable ha seguido escalando posiciones este 2017. Superado el ecuador de este ejercicio, los saldos hablan por sí mismos, cerca de máximos Wall Street ve como el Nasdaq gana más de un 14%, mientras Dow Jones y S&P 500 remontan sobre el 8%. Mientras, más lejos de récords, el Ibex asciende un 12%, otro 8% el Dax y por encima del 5% el Nikkei. Por poner algunos ejemplos.

Sin embargo, aunque la inercia alcista es innegable, las voces que alertan sobre una corrección, de cierto calado por qué no, en las Bolsas, no han dejado de oírse. Citi y JP Morgan han sido los últimos en dar la voz de alarma en torno a dos posibles catalizadores que desencadenen los descensos: la subida de tipos en el caso de los primeros; y una temporada de resultados menos sólida de lo que espera el consenso, el segundo.

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Y es que, no pasa desapercibido para expertos e inversores, que en las últimas semanas las rentabilidades de los bonos han aumentado, en medio de lo que parece un cambio en la postura de los bancos centrales respecto a las medidas ultralaxas de política monetaria y los bajos tipos. Primero fue el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, al mostrarse optimista sobre el devenir de la economía de la Zona Euro (luego rectifico y dijeron que sus palabras se habían malinterpretado); luego, la Reserva Federal (Fed) ha reiterado su compromiso con el ciclo alcista; mientras, en el seno del Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés) no hay consenso en torno al precio del dinero…

“El aumento de las yields de la deuda ha comenzado a preocupar apuntando a una mayor volatilidad en los activos de riesgo y mercados emergentes. Los últimos datos arrojan salidas de fondos de la renta variable europea y norteamericana”, apunta Citi. Matizando que, no obstante, las cifras empresariales siguen respaldando al equity, por ahora.

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Creen estos analistas que las Bolsas podrían estar en riesgo si se produce una desaceleración económica global, a la que se suman unas cuentas corporativas más débiles. “El endurecimiento monetario podría también ser una amenaza si se percibe que los bancos centrales han superado la curva”, añaden. Con todo, concluyen, parece que, especialmente en Europa y Japón, los resultados seguirán impulsando las ganancias. “El mercado alcista parece un poco viejo y cansado, pero no está muerto aún”.

Preocupan los balances empresariales a JP Morgan: “En Estados Unidos, la proporción de pre-anuncios de ganancias negativas frente a positivas es de 1,9 veces, su nivel más bajo en seis años”. El consenso espera que los beneficios del S&P 500 aumenten un 7,9% en el segundo trimestre, frente al 15% del primero.

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“Es en la segunda mitad del año cuando los problemas podrían materializarse en serio”, alertan. Primero, porque las expectativas son elevadas para este periodo, y la comparativa más complicada. Segundo, porque los precios podrían ser más débiles. Tercero, la ralentización de la actividad con señales de debilitamiento en China y mixtas en Estados Unidos.

Así, afirman: “Curiosamente, mientras que las estimaciones de beneficio por acción (BPA) se han reducido para el segundo y el tercer trimestre, se han incrementado para el cuarto. Como resultado, las previsiones para todo el ejercicio se han vuelto más dependientes de que se cumpla en este último periodo”.

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