Los fondos de inversión marcaron un inicio en España en la década de los 80`s. Hay una tipología muy variada, que permite al inversor/ahorrador encontrar los productos más adecuados para cualquier perfil inversor, desde los más conservadores hasta los más arriesgados.  Es por ello, la importancia del papel activo de los profesionales y la formación financiera de los inversores para poder seleccionar aquel que mejor se adapte a sus necesidades y expectativas.

Empecemos por definir qué es un fondo. Según la definición de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, “los fondos de inversión son Instituciones de Inversión Colectiva (IIC), y consisten en un patrimonio formado por las aportaciones de un número variable de inversores denominados partícipes”. Cada uno de esos partícipes es dueño de una parte del patrimonio del fondo.

El fondo lo crea una entidad gestora, que es la encargada de invertir de forma conjunta las aportaciones de sus partícipes en diferentes activos financieros, ya sea renta fija, renta variable, divisas, materias primas, derivados y cualquier combinación de estos. Previamente se han establecido ciertas pautas o política de inversión que se encuentra en prospectus o prospecto del fondo, que contiene el número y fecha de registro del fondo en la CNMV, el nombre del fondo y código ISIN (que es un identificativo del fondo y veremos más adelante), fecha de constitución, nombre de la gestora y del depositario, el auditor del fondo, banco depositario, categoría (si es de renta fija, variable, mixto ,etc), y otros datos como se podrán apreciar en el siguiente caso:

Es importante  conocer las características de los fondos, tal es el caso del horizonte temporal (siempre se habla de largo plazo), la liquidez del producto y el riesgo de pérdidas, entre otras más. Es por ello, la importancia de leer la documentación disponible de los fondos, como lo es del DFI (documento de datos fundamentales para el inversor) así como los informes o fichas periódicas de los mismos, accesibles en la mayoría de las webs de las gestoras.

Como ya comentamos anteriormente, la unidad de inversión del fondo es vía participaciones. Su precio o valor de mercado se conoce como valor liquidativo (VL) y se calcula dividiendo el patrimonio total del fondo por el número de participaciones en circularión en cada momento.

Cabe recordar que, a cambio de contar con una gestión profesional del fondo, el partícipe paga ciertas comisiones que varían según los fondos y que están contenidos en el folleto explicativo. Esas comisiones de gestión y depositaría son cargados al fondo de forma directa, por lo que se resta del patrimonio del fondo para calcular la rentabilidad que obtiene el inversor. También hay algunos fondos que cobran al partícipe comisión de suscripción y/o reembolso, es decir, cuando se compra o se venden participaciones.