Todo tiene su fecha de caducidad. El debate es si ha llegado o no. Warren Buffett siempre ha tenido un modelo de inversión exitoso, solvente y atractivo. Año tras año era difícil ver como el índice de referencia en Estados Unidos, el S&P 500, le batía. Más bien al revés. Era él el que con sus argucias y movimientos conseguía estar por encima. 

Sin embargo, desde que empezó el ciclo alcista en el mercado norteamericano todo parece haber cambiado. Tanto que solo en una ocasión, en el 2011, logró el propósito de superar al selectivo estadounidense con una rentabilidad del 4,1%, frente al 2,1%. De esta forma, en el último lustro Berkshire Hathaway ha sido inferior al S&P 500.

Pero dos miembros de su gabinete, Todd Combs y Ted Weschler, sí que consiguieron batirlo. Cada uno dirige una cartera de más de 7.000 millones de dólares y han conseguido ganar. Ellos han ganado. "Una vez más debo confesar que sus inversiones superaron las mías", aseveró Buffett. "Si tales comparaciones humillantes siguen, voy a tener más remedio que dejar de hablar de ellos", ironiza.

Con todo y con ello parece que el oráculo de Omaha sigue inmóvil en sus pretensiones de cara a afrontar este 2014. Nunca ha sido proclive a cambiar su filosofía y no lo va a hacer ahora. Este fin de semana se celebrará la junta anual de accionistas en la que nada importante va a modificarse con respecto a citas anteriores.

Pese a estar estos cinco años por debajo del índice referente de Wall Street, nada parece importar a Buffett. Tanto que tiene preparada una cita por todo lo alto. Bombo y platillo. Confeti. De todo. El multimillonario quiere que todo esté a punto para que todo salga según lo estrictamente estipulado.

De hecho, aun con estos años en los que parece que la magia que poseía se ha diluido, tiene previsto un merchandising más que curioso con el que pretende engrosar mínimamente la facturación de la compañía. Desde ropa interior con su rostro por 6 dólares, pasando por zapatillas para hacer footing, hasta 362 kilogramos de caramelos. O lo que es lo mismo, unas 100.000 unidades. Curioso. Quizá esto último sea para endulzar el amargo sabor que le ha dejado estos últimos años.

Así, con este clima, Buffett afronta una junta en la que se prevé un más de lo mismo. Es decir, sin ir más lejos, seguirán sin proponer el pago de dividendos a sus accionistas. Este es uno de los puntos que el máximo dirigente de Berkshire ha seguido a pies juntillas. A pesar de que muchos inversores se lo han exigido en cuantiosas ocasiones, nunca ha cedido.

Buffett ha sido un hombre de principios fijos en los que se ha sustentado y apoyado. En efecto, esa estrategia de inversión nunca le ha proporcionado resultados adversos al largo plazo, pero desde luego jamás se había topado con una situación como la actual. En ningún momento tiempo atrás se había dado la circunstancia de hincar la rodilla en cuatro ocasiones de los últimos cinco años ante el S&P 500.

Por tanto, lo único que se abordará en el astronómico encuentro será la confirmación de la junta directiva, el pago de incentivos para determinados miembros del equipo de Berkshire y la aprobación de las operaciones empresariales. Básicamente, el mismo orden del día que la compañía ha seguido históricamente.

Por el contrario, en cuanto a nivel de cuentas, la compañía ha mejorado considerablemente con respecto a ejercicios anteriores. Desde 2011, el beneficio compañía ha pasado de 3.039 millones de dólares, hasta los 4.230 millones de dólares que registró en 2013. Un aumento que supone que la rueda de su negocio sigue en marcha, al margen de que se haya quedado enquistado con respecto al principal índice estadounidense.