De los ordenadores pasamos a los teléfonos móviles. De éstos a los smartphones. Y de ahí a las tablets. Ese avance en el mundo tecnológico era inimaginable una década atrás, pero al final llegó. Esa revolución se tradujo también en el mundo financiero haciendo que las compañías relacionadas con el sector se lanzaran a cotizar en bolsa y experimentaran importantes subidas.

Muestra de ello son las empresas más importantes del Nasdaq como Apple o Google, que desde su OPV han vivido unas revaloraciones espectaculares. Todo ello, debido evolucionismo de los productos tecnológicos. De reproductores de música hasta relojes inteligentes que pueden medir las calorías que se queman al correr.

Todas estas firmas han tenido su desarrollo vinculado paralelamente al avance de internet. Se puede decir que la red ha ejercido de interconexión, hasta ahora, entre los usuarios. Ha hecho que se pueda estar informado al minuto de lo que sucede en el mundo a la vez que mantener contacto con otros usuarios. Un avance de comunicación estratosférico que ha tenido directa repercusión en las cotizadas estrechamente relacionadas.

Pero a la red informática aún le queda mucho que crecer y, por eso, todas esas compañías vinculadas a su desarrollo podrán seguir frotándose las manos.

Hasta ahora hemos visto cómo ha dado pasos agigantados el llamado internet de las personas –y todavía le falta mucho por avanzar–, pero lo que puede ofrecer un nicho de mercado realmente importante y novedoso es el llamado “Internet de las cosas”. ¿Qué quiere decir este término? No es más que la interconexión a través de la red de objetos.

Esto, de manera simplificada, sería que las máquinas se amoldarían a la rutina personal de las personas para hacerle la vida más cómoda. Por ejemplo, si estamos acostumbrados a levantarnos a las ocho de la mañana para ir al trabajo y un día hay un atasco, el despertador verificaría a través de internet que hay un atasco y nos despertaría antes.

Igual pasaría con una lavadora, sin ir más lejos. Podría geolocalizarnos y tener la ropa perfectamente impoluta cuando entremos por la puerta de nuestro domicilio. Aunque esto puede llegar a asustarnos en estos momentos, los expertos dicen que es el futuro no tan a largo plazo que nos espera.

El “Internet de las cosas” ha crecido mucho a lo largo de los años, pero es donde se puede encontrar mayor capacidad de desarrollar Internet. De hecho, un estudio realizado por Business Inteligence se centra en la subida que puede realizar la red en los próximos años. Se observa que crecerá exponencialmente hasta que la conectividad entre objetos sea mayor que entre usuarios.

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Desde 2004 la conexión a internet desde smartphones, tablets u ordenadores se ha incrementado desmesuradamente hasta más de 5.000 millones de usuarios. Se trata de una tendencia que seguirá su curso, según las estimaciones de BI, hasta alcanzar los 7.000 millones de usuarios en 2017.

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Por el contrario, el “internet de las cosas” ahora mismo acapara 2.500 millones de conexiones. Muy lejos de la interactuación de los usuarios. Lo llamativo es que el citado estudio pronostica que ambas variables se equilibren dentro de tres años. Es decir, en pocos años podríamos ver un cambio significativo de nuestras vidas.

Así, si ahondamos en lo que tendría, efectivamente, más previsión de crecimiento en internet, se puede sacar la conclusión de que el 33% serían nuevos dispositivos que serán capaces de conectarse a la red informática. Objetos que quizá ni imaginemos. Un porcentaje que es el mayoritario para con el resto.

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¿Qué empresas seguir de cerca?

Evidentemente las compañías que podrían meter sus narices en este avance tecnológico son las que llevan invirtiendo ya durante mucho tiempo en I+D. Entre otras,Apple, Google, Amazon, Microsoft o Facebook. Todas ellas siguen a la vanguardia del cambio tecnológico y su interés en el “internet de las cosas” cada vez es mayor.

Si Google o Apple han conseguido que su cotización y facturación se dispare a través de la diversificación de su negocio, la entrada en el desarrollo de esta conexión podría suponer un paso más allá en sus aspiraciones. Tiempo al tiempo.