MADRID, 26 MAY. (Bolsamania.com/BMS) .- Alejandro Bueso, editor jefe de Web Financial Group, viaja desde Londres a Madrid para entrevistar a Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI) y catedrático de la Universidad Autónomas de Madrid. Una entrevista que, desde el principio, se convierte en una conversación sobre las claves de la economía española y mundial, sobre las incógnitas que sobrevuelan esta incipiente recuperación tras la mayor crisis que se recuerda desde la Gran Depresión.

Pregunta: Acaba de volver de Perú...

Respuesta: Sí, hemos estado en Lima porque AFI ha abierto oficina allí hace unos meses. Empezamos a desarrollar los primeros proyectos en aquella región donde, a pesar de los pesares, tienen un crecimiento envidiable cuando se mira desde Europa. En concreto, Perú está aportando un crecimiento sostenible de en torno al 5% y con un sistema financiero que recuerda al inicio del periodo de transformación de nuestro país en los 90. Es un continente que realmente aporta elementos sugerentes e invita a trasladar parte de las experiencias que hemos tenido aquí.

P: La claves para toda empresa española viene de fuera.

R: Ahora mismo, desde luego. Si no fuera por el sector exterior, seguiríamos en recesión pero, cuando bajamos al nivel micro, estamos observando cómo afortunadamente la empresa media española, ya no la grande que lleva años internacionalizada, y tanto en el sector manufacturas como en el servicios, ha asumido los problemas del mercado doméstico y, sobre todo, el reto que supone competir en una liga global. Dependiendo del área de especialización, Latinoamérica es un destino interesante. En el caso concreto de los servicios financieros, el continente está abordando pasos que resultan muy familiares respecto a lo que hicimos aquí con la entrada en Europa y la asunción de la integración monetaria. Las empresas españolas están haciendo de la necesidad, virtud. Ese imperativo de salir fuera se está traduciendo en la balanza de pagos más positiva que hayamos conocido en la historia reciente.

En diciembre de 2007, el desequilibrio era del 10% del PIB, y ahora vamos a poder defender un excedente de la cuenta corriente. El papel de las exportaciones ha sido clave. Pero me gustaría defender la exportación de servicios, más allá del Turismo que está teniendo y va a tener un año excepcional. Otros servicios como los servicios a empresas, ingeniera o consultoría, están nutriendo los ingresos de la balanza por servicios y contribuyendo al superávit de la balanza por cuenta corriente.

P: ¿Hay, por tanto, fuentes de riqueza o crecimiento que creíamos que no existían y resulta que están ahí?

R: Claramente. Todo depende de la voluntad de asumir los costes de trabajar en un mercado que no es el tuyo y de competir en un entorno que no es el tuyo. Pero qué duda cabe que la compensación está ahí, en términos de ingresos y de verificación de que la calidad de la oferta en algunos servicios de las empresas españolas es absolutamente homologable a la de otras empresas globales.

Hablemos pues de esas voluntades. Para poder salir de la crisis el ciudadano español medio ha interiorizado que debe cambiar su modelo de trabajar y sus aspiraciones. ¿Se ha logrado el cambio de mentalidad?

R: Sí. Si el ciudadano es pequeño o mediano empresario ha asumido que el entorno cómplice del crecimiento fácil se ha terminado. El ciudadano lo está sufriendo porque buena parte del éxito en la internacionalización vía exportaciones de la empresa española tiene que ver con el ajuste interno realizado por la contención salarial. Por lo que el ciudadano es consciente de que tiene que trabajar más y mejor. Pero también los empresarios, que estaban orientados tradicionalmente a satisfacer la demanda doméstica, han visto que tienen que sacrificar márgenes, que tienen que esforzar sus decisiones de promoción y comercialización internacionalmente aún cuando en el corto plazo la creación de ingresos sea lenta. Una de las consecuencias favorables que deja esta crisis es el cambio de mentalidad, de la actitud hacia lo que es el mercado relevante: ya no es la provincia o la nación, sino el mundo.

P: Los ciudadanos asumen su responsabilidad para hacer sostenible la deuda pero, ¿qué hay de la voluntad de los políticos?

R: Como suele ocurrir en todos los países, la sociedad suele tomar conciencia antes e incluso ir dos pasos por delante en las reacciones. Las autoridades también empiezan a comprender que esos esfuerzos de los ciudadanos tienen que ir acompañados de acciones que modifiquen el comportamiento de los políticos: desde un comportamiento más íntegro y transparente, hasta uno que tienda a racionalizar las instituciones, que tienda en última instancia a apoyar la reorganización de las instituciones públicas con el fin de que los ciudadanos perciban en última instancia que ese esfuerzo no es único. En un entorno como el actual, sin embargo, en la mayoría de las economías avanzadas el peso de los gobiernos empieza a ser limitado. Pueden señalizar y no poner obstáculos, que ya sería más que suficiente. En el caso concreto de la Zona Euro, la sensación de empresarios y ciudadanos es que hay un margen de maniobra que ya no está aquí, sino que está focalizado en las instituciones europeas. Por eso es importante que los gobiernos nacionales, dando ejemplo aquí, utilicen el respaldo de los ciudadanos para hacer valer en las instituciones europeas la necesidad de adoptar políticas económicas orientadas al crecimiento y la mejora de las instituciones.

P: ¿Y la voluntad de los políticos en Europa? Merkel ha declarado que no estamos en una “unión social”, ¿hasta qué punto no se miran demasiado los intereses nacionales?

R: En esta crisis hemos tenido la mala suerte de que, siendo una crisis que no era originalmente europea, sino estadounidense, se ha particularizado de forma muy severa en Europa, en concreto, en la Zona Euro. El segundo factor de mala suerte es que no hemos tenido la habilidad de las autoridades estadounidenses para gestionar esa crisis. Hubo problemas de diagnóstico y terapias equivocadas que acentuaron más la recesión; por ejemplo: confiar en que en un entorno recesivo, decisiones solo de ajuste presupuestario podrían generar un círculo virtuoso como el denominado austeridad expansiva. La austeridad demasiado concentrada en el tiempo, cuando las economías decrecen y cuando el margen de la política monetaria no es grande, acentúa la recesión. Europa tenía que haber diagnosticado mejor, porque no todo los problemas eran de deuda pública.

España no tenía un problema de deuda pública. Grecia lo tenía e Italia también, pero nuestro problema, aunque no era menor, no era de deuda pública, sino de una deuda privada que rozaba el 300% del PIB y estaba bancarizada. Nuestro problema era la estabilidad del sistema bancario en la economía más bancarizada del mundo. Sin embargo, se nos aplicó la misma terapia que a Grecia e Irlanda. Eso nos hizo perder algo de tiempo. La paradoja es que, a pesar de los ajustes presupuestarios, la deuda pública en un país como el nuestro está en niveles que rozan el noventa y tantos por ciento del PIB, cuando en diciembre del 2007 era del 37% del PIB. Ese incremento tiene mucho que ver con la caída en la recaudación como consecuencia del carácter procíclico de las decisiones de política presupuestaria, y tiene que ver con la ayuda a los bancos. Hubiera sido más inteligente abordar como problema prioritario la deuda privada y su bancarización. Actuamos con el rescate bancario, con la ayuda de la asistencia financiera, en junio de 2012, tarde.

Estados Unidos actuó mucho antes. Algunas instituciones están reaccionando en la dirección correcta, pero con algo de retraso, como el Banco Central Europeo (BCE). En Estados Unidos e Inglaterra 'le vieron las orejas al lobo' de forma más realista. En BCE subió los tipos en vísperas de la quiebra de Lehman Brothers y, hoy, en mayo de 2014, todavía dudamos de si el BCE va a hacer algo para eliminar los problemas de transmisión de política monetaria que él mismo ha reconocido, y para alejar el espectro de la deflación, que sigue pensando sobre algunas economías, en particular sobre las economías más altamente endeudadas y que menos crecen. La reacción de la Fed y el BoE fue más diligente. Quizá porque tenían instituciones comunes desde hacía más tiempo, porque los diagnóstico se produjeron con más facilidad, y quizá porque Bernanke es el académico vivió que mejor conoce lo que ocurrió en la Gran Depresión y sabía que, en momentos como el actual, no se puede titubear, y que es preferible gestionar los efectos secundarios de terapias agresivas, que dudar o retrasarse en la adopción de esas terapias. Eso ha hecho que, en general, Europa haya condicionado la evolución de las economías domésticas, de las economías de la Zona Euro, en una dirección que hasta ahora no ha sido la más conveniente. Afortunadamente estamos cambiando algo el rumbo y hasta las autoridades alemanas ven que datos adversos llegan a economías como la suya, Holanda, Finlandia, y no digamos, Francia.

P: Dependemos, por tanto, de lo que hagan nuestros socios: Francia, Italia... Si el BCE actúa, pero estos países no hacen lo que tienen que hacer, ¿qué pasará?

R: Claro que una economía como la española tiene que caminar en la dirección de racionalización de sus finanzas públicas y mantener la tensión reformista en algunos sectores; y claro que las autoridades francesas deben ser conscientes de las pérdidas de competitividad almacenadas; pero claro también que Alemania tienen que ser consciente de que está incurriendo en un desequilibrio de superávit excesivo en la cuenta corriente de su balanza de pagos. Alemania es el único país del mundo que se financia con tipos más bajos a los de antes de la crisis y el único país del mundo con una tasa de desempleo inferior hoy a la de antes de la crisis. Si estamos en una comunidad de vecinos, es razonable por supuesto que Francia haga las reformas que otros hicimos antes, pero también es razonable que Alemania contribuya a que la Zona Euro abandone el riesgo de japonización y también el BCE.

Creo que el BCE ya está tomando conciencia de los peligros. Hay un peligro de fragmentación financiera que sigue vigente. Los tipos de interés que sufren las empresas italianas y españolas son muy superiores a los tipos de interés que soportan las empresas alemanas o francesas. Vemos que el crédito sigue creciendo pero con cuenta gotas. Vemos que el tipo de cambio se mantiene en niveles poco compatibles con la competitividad. Y vemos un problema añadido en los últimos meses: el proceso de desinflación, muy distante del objetivo del BCE y que en algunos países coquetea con la deflación. Los economistas y los políticos saben cómo tratar terapéuticamente la inflación porque llevamos haciéndolo cuarenta y tantos año, pero créanme que no sabemos cómo se trata de forma eficaz dinámicas delfacionistas. Japón sigue convaleciente 15 años después.

P: ¿Se ha logrado la sostenibilidad de la deuda pública española?

R: Si por sostenibilidad entendemos la capacidad para atender su servicio y no derivar en situaciones de insolvencia, diría que mientras la economía española crezca algo por encima del nivel actual no habrá ningún problema.

P: ¿Lo logrará?

R: Lo puede lograr. Pero insisto, la condición necesaria es que nuestro ritmo de crecimiento se acerque más al 2%, sobre todo para descartar acciones como quitas o el olvido parcial de la deuda. La clave para que una deuda sea sostenible es que el crecimiento de las rentas, con el que se atienden las deudas, sea superior al servicio de la deuda. Eso se puede conseguir, y generaría una mayor recaudación tributaria, haría que los costes financieros cayeran...

P: ¿Un círculo virtuoso?

R: Un círculo vicioso distinto del actual. Pero también es necesario que la renta de las familias y las empresas crezca más.

Alejandro Bueso, editor jefe de Web Financial Group