El presidente electo prometió que el plan de rescate se basará en la prudencia presupuestaria, lo que obligará a reducir programas federales que hayan quedado obsoletos. La reforma afectará incluso a programas considerados básicos por los ciudadanos pero que conllevan un gran gasto presupuestario, como la Seguridad Social o el Medicaid, el plan de asistencia médica para los jubilados.
Los detalles de este plan de estímulo aún no se han divulgado, pero Obama ya ha indicado que tendrá entre sus objetivos la creación o mantenimiento de tres millones de puestos de trabajo, la inversión en infraestructuras y la ayuda a los estados.
El equipo económico de Obama ha valorado el plan entre los 675.000 y los 775.000 millones de dólares (entre 493.000 y 566.000 millones de euros), aunque algunos economistas han pedido hasta un billón de dólares (730.500 millones de euros).
Obama indicó que el monto final del plan "calculamos que rondará las cifras más altas de nuestros cálculos, pero no será tan alto como algunos economistas han recomendado debido a los límites y las preocupaciones que sufrimos con respecto al déficit actual".
Una de sus preocupaciones, aseguró, será "llevar el déficit a un nivel admisible" a medio y largo plazo.
Las cifras del déficit fiscal anunciadas hoy equivalen al 8,3% del Producto Interior Bruto de EEUU y superan ampliamente el déficit récord de 413.000 millones de dólares alcanzado en 2004.
En el año fiscal 2010, el déficit caerá al 4,9% del PIB, según la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO).
En sus cálculos, la CBO anticipa que la economía estadounidense, que entró en recesión hace un año, se contraerá un 2,2% en el 2009, aunque no tiene en cuenta los posibles efectos del paquete de estímulo de Obama.
La recuperación, en el 2010, será lenta y el país registrará un crecimiento de tan sólo el 1,5% ese año, según la CBO.

