CEOE-KPMG. Un informe conjunto de CEOE y KPMG asegura que, “a medida que los efectos de la pandemia se hacen más visibles, las empresas empeoran su valoración económica”, al igual que sus perspectivas, que también se sumergen en tasas negativas en los próximos doce meses. Así, el 53% de los empresarios consideran mala o muy mala la coyuntura actual, frente al 9% de la quincena anterior. Sólo el 13% considera que es buena. Mientras que las perspectivas a doce meses vista, señaladas en números rojos, se mantienen, en cambio, estables respecto al estudio de la quincena precedente.

El 72% de los empresarios y directivos encuestados en la semana del 24 de marzo, cuando se realizó la encuesta, estima que la economía española irá a peor en 2020, frente al 70% de los encuestados en la semana del 9 de marzo. El segundo sondeo de La empresa española ante el Covid-19 recoge las respuestas de 338 directivos y empresarios españoles de 25 sectores, en las que se toma la opinión, además, sobre las medidas contempladas para hacer frente al impacto del COVID-19. Debido a la situación excepcional que atraviesa la economía, KPMG y CEOE actualizan este informe quincenalmente, con objeto de aportar mayor visibilidad a las empresas y actores económicos.

 

 

Las empresas españolas comienzan a incluir en sus previsiones el impacto que el Covid-19 tendrá en sus principales magnitudes de negocio. Con pronósticos de facturación, de contratación y de inversión que se recortan notablemente respecto a la quincena precedente. También empeoran los planes de internacionalización, aunque la mitad de los encuestados mantendrá invariable su presencia internacional.

 

 

El 70% considera que su facturación se verá reducida en 2020, frente al 29% del sondeo anterior, lo que supone un incremento de más de 41 puntos porcentuales. En el extremo contrario, sólo un 13% prevé que crecerá frente al 39% de hace dos semanas. Sobre empleo, se incrementa al 43% el porcentaje de directivos que anticipa que tendrá que reducir su plantilla, en comparación con el 28% previo. Asimismo, se reduce por debajo de la mitad el porcentaje de empresarios que prevé elevar el número de trabajadores. Representan un 11%, frente al 23% de la quincena anterior. Un 45%, no obstante, espera mantener su plantilla sin alteraciones. 

 

 

Las expectativas inversoras también disminuyen. El número de directivos que cree que reducirá sus carteras de capital en 2020 pasa del 22% de la quincena anterior al 56%. Los directivos que esperan incrementarlas descienden hasta el 18%, frente al 33% de inicios de marzo. La actitud frente a los planes de internacionalización es más moderada que a principios de marzo. Aumenta del 43% al 50% el porcentaje de empresarios que prevén mantener igual su presencia en otros países, mientras disminuye el número de los directivos que la aumentarán, que pasa del 25% al 14%. Las empresas ya están acusando el impacto de la pandemia Covid-19, así como las medidas adoptadas por los gobiernos para combatirla, en todos los ámbitos de su actividad. El 63% de los encuestados incluye la gestión de personas entre las áreas más afectadas. 

Las ratios de liquidez (57%) y la estrategia comercial (49%) se encuentran entre los ámbitos en los que los empresarios ven una mayor incidencia de la crisis. Las medidas que las empresas han adoptado para combatir la pandemia del coronavirus responden a un doble objetivo; por un lado, contener la expansión del virus y, por otro, limitar los efectos sobre su funcionamiento y actividad. No sólo mientras dure la crisis, sino también cuando acabe.

 

 

La implantación del teletrabajo es la medida más adoptada -un 96%- seis puntos por encima de los recortes de viajes de empleados. Mientras el 86% ha suspendido eventos y el 84% elevado las normas de higiene. El número de directivos que han presentado expedientes de regulación de empleo se multiplica por cinco, al pasar del 5% al 28%. Alternativas como el balanceo de cargas productivas entre plantas de distintos países o la valoración de negocios oportunistas son residuales. Los empresarios son conscientes de que la actual emergencia sanitaria puede traer consigo la transformación a largo plazo de algunos aspectos de su actividad y funcionamiento. El 52% de los directivos encuestados considera que cambiará bastante la forma de trabajar; un 51%, la gestión de riesgos; y un 45% la estrategia comercial. En el otro extremo, el 58% cree que cambiará poco el modelo de negocio y el 52% su estrategia de cadena de suministros.

Las respuestas se compilaron días antes de que el Gobierno español declarase la hibernación de la economía para evitar el colapso del sistema sanitario y la aprobación de un permiso retribuido de diez días, hasta el 9 de abril, que el trabajador afectado por el cierre de la actividad recuperará a futuro. En aras -dice el Ejecutivo- de “resucitar” la producción cuando se supere la emergencia clínica y poder abordar un despegue más intenso en la segunda mitad del año. 

CaixaBank. Álvaro Leandro, economista en CaixaBank Research, asegura que, “de momento, es aún demasiado pronto para juzgar las políticas a nivel europeo”. La idea fraguada en el Consejo Europeo y el Ecofin de recurrir a las líneas de crédito del MEDE es una declaración de intenciones que se está explorando, que no sería negativa porque reduciría el coste de la deuda que emitirán los países europeos para luchar contra esta crisis. No obstante, “es verdad que sería deseable poner en pie una respuesta fiscal común a nivel europeo”. A día de hoy -matiza- la mayor medida que se ha tomado es la suspensión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Una reacción también positiva, ya que las reglas presupuestarias “no hubieran permitido las recetas económicas que han tomado los países europeos hasta ahora”. 

Desde el servicio de estudios de CaixaBank “esperamos un impacto negativo muy fuerte en el ritmo de actividad a corto plazo, en función del país, ya en el primer o en el segundo trimestre de este año, para después registrar un rebote, también intenso, en la segunda mitad de 2020 y en 2021”. Así, a nivel global, “creemos que la actividad caerá un 0,4% en el conjunto del ejercicio actual, por lo cual el impacto del coronavirus será de algo más de 3,5 puntos básicos en relación al crecimiento previsto para este año antes del shock del coronavirus. Aunque a lo largo de 2021 el rebote situará el dinamismo por encima del 5%.

En comparación, durante la Gran Recesión, el PIB cayó un 0,1% en 2009 y repuntó con fuerza el año siguiente anotando un crecimiento del 5,4%. A nivel europeo, estimamos que la eurozona se está adentrando en una breve pero fuerte recesión en el primer semestre de este año, con una contracción generalizada que dejará el crecimiento para el conjunto de 2020 en el - 3,1%. Sin embargo, la recuperación, que esperamos se inicie ya en el segundo semestre de este año, culminará en un intenso ritmo de crecimiento en 2021, que podría llegar a situarse, incluso, por encima del 4%. Cabe enfatizar la incertidumbre que rodea estas previsiones, ya que la naturaleza de este shock no tiene precedentes y todavía no conocemos la eficacia de las medidas de contención tomadas para luchar contra el virus, y si se extenderán más allá de la primera mitad del año. Además, la intensidad del despegue una vez acabadas las medidas de contención dependerá también de las medidas económicas que tomen los países durante y después de la fase de contención del virus.

 

 

Leandro enfatiza que “muchos países europeos saldrán de esta crisis con niveles muy elevados de deuda pública”. Razón por la que resulta posible que se muestren reticentes a gastar grandes recursos para transformar a sus economías de manera decisiva. “Una respuesta común europea es más necesaria que nunca”. La elaboración de un fondo de inversión europeo de gran tamaño para impulsar la transformación de las economías europeas hacia la neutralidad energética y la economía verde “también ayudaría la recuperación tras la crisis”. Fondo que, además, se podría financiar a través de la emisión de bonos mutualizados -los llamados eurobonos- que ayudarían a evitar una recuperación asimétrica como la que aconteció tras la última crisis de la eurozona.

BBVA. Miguel Jiménez, economista del servicio de estudios de BBVA, observa ya una recesión sincronizada en las potencias industrializadas. Más allá del G-7, que consumó en la crisis de 2008 el primer receso colectivo del club. “La pérdida de producción es muy incierta, dado que -como bien se ha señalado- el shock económico ligado a una situación de confinamiento se parece más al de una guerra que al de un ciclo económico tradicional”.

Jiménez recuerda que “hay parones totales en algunas actividades como el ocio, dificultades para ejercer otras como la mayoría de los servicios, e incluso el refuerzo de aquellas más urgentes como la provisión de servicios sanitarios o la provisión de bienes básicos”. Por lo que, a modo de ilustración, dibuja este cuadro de mando. “Si la economía europea frenase su actividad un 25% durante 6 semanas, lo que sería el resultado de una caída del 100% en los sectores de ocio y entretenimiento, además de un 65% en comercio, viajes y alojamientos, un 45% en construcción, un 5% en manufacturas y un 3% en el resto de actividades, la caída del PIB en 2020 sería del 2,3%”.

En cambio, si el confinamiento se prolonga entre 6 y 10 o 14 semanas, el descenso de la economía del euro sería de un 3,6% y un 5%, respectivamente. Mientras que, si se mantuviese durante 6 semanas, pero con una caída de la actividad de un 50% en vez del 25%, el PIB se reduciría un 4,9% en el conjunto del año”.

Esto ejercicios de calibración no serían un gran problema si se limitasen a un episodio temporal y acotado y la actividad se recuperase normalmente tras la pandemia, explica el economista de BBVA. Pero, probablemente, no vaya a suceder así, por lo que las consecuencias a medio y largo plazo podrían ser más importantes. “Existe un tipo de riesgos ligado a temas epidemiológicos, sobre el que poco o nada podemos decir los economistas, pero que pueden llevar a restricciones que pongan barreras al retorno normal a la actividad”, aclara. “Si hay rebrotes frecuentes del coronavirus, o si la pandemia regresa de manera cíclica, hasta que se encuentre una solución médica fiable y universal, las restricciones al movimiento de personas y mercancías en el futuro pueden conllevar un coste económico muy importante e incierto, con impactos diferenciales en distintos sectores”, escribe en un documento publicado en BBVA Research.

Por otro lado, señala que el fuerte ajuste de empleo y la destrucción del tejido productivo -si no se ataja rápidamente la pandemia-, “puede tener efectos negativos sobre la posterior recuperación”. De ahí que las autoridades de los socios del euro hayan implantado todo tipo de medidas monetarias, fiscales y regulatorias que eviten quiebras societarias, restricciones crediticias y despidos permanentes una vez se vuelva a recuperar la actividad. Además de relajar los criterios de Maastricht, aunque aún podría hacer más con la provisión de algún tipo de iniciativa fiscal potente a través del MEDE o de la emisión de bonos conjuntos -eurobonos- que evitarían el efecto estigma entre los países fiscalmente más débiles. 

PIMCO. Nicola Mai, Konstantin Veit y Peder Beck Friis, economistas de la sociedad de valores californiana, anticipan ya una caída de dos dígitos en el PIB de la eurozona en la primera mitad del año y analizan la necesidad de que la UE ofrezca con celeridad una “verdadera respuesta a nivel pan-europeo”. Es prácticamente seguro que Europa experimentará una contracción “muy profunda”. Aunque la caída a posiciones negativas de la actividad a corto plazo probablemente excederá a la de 2007-2008, a diferencia de la crisis de hace un decenio, en esta ocasión “no está provocada por desequilibrios fundamentales” en la coyuntura de los socios del euro, sino por “distorsiones propiciadas por las medidas autoimpuestas para contener el virus”. 

El equipo de análisis de PIMCO considera que, en consecuencia, los números rojos no perdurarán demasiado en el tiempo, por lo que apuestan por una fuerte recuperación en forma de V -más fulgurante- o de U, algo más pausada. Pero, para que esta predicción se cumpla, “es necesario que la pandemia sanitaria del coronavirus se contenga en un horizonte de tiempo razonable y que se proporcione una respuesta política calibrada que evite un daño económico prolongado”. 

En opinión de PIMCO, los esfuerzos en política monetaria y fiscal tomados hasta ahora van en la dirección correcta, si bien, muy probablemente “no son suficientes”. Los principales riesgos son la paralización de varias empresas y la pérdida de empleos y de renta significativa por parte de los consumidores. Además de su repercusión en los balances soberanos, en las cuentas y niveles de deuda de los estados, que “no estarán lo suficientemente protegidos”. De igual modo, creen que “las garantías estatales ofrecidas por los Gobiernos a los préstamos a empresas no parecen demasiado elevadas, lo que nos hace preguntarnos si serán suficientes para garantizar el acceso de las compañías a la financiación”.

Y más allá de estos avales -explican- “algunas empresas van a necesitar inyecciones directas de sus autoridades económicas” para eludir declaraciones de quiebras. “Aunque se han hecho muchos esfuerzos en el lado fiscal, se necesitarán más”, a pesar de que la profundidad de la recesión y el montante de las medidas tomadas elevarán de manera significativa los déficits presupuestarios”. 

Otro asunto candente y sin resolver en Europa es un esfuerzo supranacional convincente para frenar la crisis, dirigido “más que redistribuir el capital ya existente, a dotar a los socios de una verdadera asignación de nuevos fondos”. A juicio de los tres economistas de PIMCO “no estamos convencidos de que recurrir a las líneas de crédito condicionadas del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) sea una solución efectiva en este momento” de caída libre de la actividad en la zona del euro. Del mismo modo, el escaso apetito político por los eurobonos “nos hace ser escépticos respecto a las posibilidades de una respuesta fiscal efectiva a nivel paneuropeo”, lo que necesariamente obliga a recomendar carteras de inversión defensivas y de alta cautela.

Coface. Desde la aseguradora de crédito a la exportación franco-alemana se incide en que la UE “no puede aplicar el mismo remedio de 2012 y esperar que el resultado sea diferente”, asegura Marcos Carias, economista de la multinacional. El consenso entre los economistas de análisis macro es contundente y van en la dirección de afirmar que “si se ponen en marcha políticas de austeridad en plena recuperación, se asfixia el crecimiento necesario para reducir la deuda” dice Carias, que inmediatamente después se pregunta: ¿Si en el tercer o cuarto trimestre de este año el consumidor sale a la calle sabiendo que en el siguiente presupuesto le vienen más impuestos y menor poder adquisitivo, va a regresar el consumo a sus niveles de antes de la cuarentena? Italia y, en menor grado, España, “quedarán extremadamente frágiles tras esta crisis sanitaria”. De manera que “si gozaran del apoyo de la UE, el daño económico del coronavirus sólo será tan fuerte como en otros lugares”. De lo contrario, “podríamos, dentro de un año, ver a la eurozona en estancamiento, mientras EEUU y Asia dejan la crisis atrás con mayor celeridad, igual que en el credit-crunch de hace un decenio. 

Las previsiones siempre generan cierta incertidumbre y un margen de error mínimo en tiempos de coyuntura controlada. Pero ahora estamos ante una convulsión económica sin precedentes en su escala y su naturaleza -explica Carias-, por lo que “hay que gestionar los pronósticos con una cautela adicional”. En Coface creemos que “si las cuarentenas concluyen en algún momento de mayo, y dando por sentada una recuperación gradual entre el tercer y el cuarto trimestre del ejercicio -es decir, no un rebote exactamente en forma de V-, el calibre de la contracción de los socios monetarios será del 6%”. Con todas sus grandes economías en números rojos -entre un 4% y un 7%-, con la excepción de Italia, cuyo receso podría llegar hasta el 8% y con un nivel de deuda que superaría el 150% de su PIB. Mientras que la cota de endeudamiento de Francia y de España rebasaría holgadamente el 100% de sus economías.

Para Coface la estrategia europea hacia la neutralidad energética es ideal, pero resultará difícil y compleja su puesta en práctica. Porque las “finanzas públicas van a salir de la crisis en estado de suma fragilidad, y habrá menos buena fe por parte de algunos socios para liberar fondos europeos a este objetivo”, pese a que la solución medioambiental es una magnífica palanca para “purgar el aparato productivo, salvar a las empresas sostenibles y dejar sin avales a las que son nocivas en materia ecológica”. Todo apunta a que el sostén de la ayudas y subvenciones dirigirá sus efectos a “anular o suavizar el golpe económico del coronavirus, independientemente de si la actividad afectada es o no es sostenible”. Respecto a la digitalización, el escenario resulta muy diferente. Ante este reto, “las empresas descubrirán la reversión de beneficios y la ampliación de servicios que generan los canales online, además de los frutos de invertir en infraestructuras y redes digitales de calidad.