El fuerte incremento del PIB estadounidense refleja principalmente la contribución positiva de las exportaciones y del consumo personal, así como del gasto público, que se vieron sólo parcialmente contrarrestados por la aportación negativa de la inversión residencial y en bienes de equipo y software.Por otro lado, el indicador subyacente de inflación, que excluye la volatilidad de precios de los alimentos y la energía, se situó en el 2,1%, mientras que la inflación general alcanzó el 4,2%.