“Somos mucho más flexibles, en el sentido de que no estamos ofreciendo ningún tipo de forward guidance”, reconoció la propia presidenta del BCE, Christine Lagarde, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno.
Esta herramienta de comunicación ya estaba siendo cuestionada después de que la Reserva Federal subiera su tipo de interés de referencia en 75 puntos básicos en junio, a pesar de que el presidente Jerome Powell había parecido descartar previamente una subida de este tipo.
Powell y Lagarde habían añadido advertencias a sus orientaciones previas a la reunión, diciendo que, en última instancia, se guiarían por la evolución económica. Aun así, el hecho de que ambos estuvieran dispuestos a deshacerse de esa orientación podría desencadenar una mayor volatilidad en los mercados financieros, ya que los inversores suelen reaccionar con fuerza a estas sorpresas.
El cambio refleja la prisa de los responsables de la política monetaria por compensar el hecho de haberse mantenido al margen durante meses mientras la inflación se disparaba. Un retorno más rápido a los llamados tipos neutros -que ya no avivan las presiones sobre los precios- se considera ahora vital para frenar la inflación desbocada.
“La subida, así como otras posibles subidas, tienen como objetivo reducir las expectativas de inflación y restaurar la dañada reputación y credibilidad del BCE como luchador contra la inflación", señala Carsten Brzeski, jefe global de macroeconomía de ING Groep NV, en una nota recogida por Bloomberg. “La decisión muestra que el BCE está más preocupado por esta credibilidad que por ser predecible”.
La orientación anticipada específica sobre los ajustes monetarios fue defendida hace más de una década por Mark Carney y sus colegas del Banco de Canadá, cuando el entonces gobernador buscaba herramientas de estímulo adicionales. Enfrentado a una lenta recuperación tras la crisis financiera mundial, y con los tipos de interés ya cerca de cero, el Banco de Canadá se comprometió a no subirlos durante 15 meses. En 2011, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, siguió su ejemplo y la orientación anticipada se convirtió en otra herramienta de los bancos centrales.
Sin embargo, los bancos centrales están rompiendo esta tendencia en su esfuerzo por evitar que se consolide una inflación de décadas. El propio Banco de Canadá sorprendió a los observadores la semana pasada al aumentar los tipos en un punto porcentual.
El objetivo de la forward guidance es orientar a los inversores para que amplíen las decisiones de política monetaria de las autoridades a través de los bonos y otros activos, que luego influyen en el comportamiento de las empresas y los consumidores. Pero a menudo puede significar que los funcionarios son rehenes de la fortuna si los acontecimientos cambian. En el caso de la Fed y el BCE, la inflación ha resultado ser mucho más fuerte de lo que habían previsto.
La decisión del BCE “vuelve a demostrar la inutilidad de la orientación a futuro de los bancos centrales en este momento”, apunta Jim Reid, estratega de Deutsche Bank AG, en una nota a los clientes. “El forward guidance está muerto en casi todas partes”.