El mercado ha contabilizado más de 12.000 criptodivisas configuradas como zombis tras la caída en desgracia del universo cibernético monetario y la masiva proliferación de tokens digitales en los ecosistemas online que, según cálculos del mercado, han llegado a movilizar una riqueza que supera los 2 billones de dólares, el tamaño del PIB de Italia. En concreto, Nomics, proveedora de datos y análisis financieros, estima en 12.100 las capturas del bear-market actual en su botín de firmas zombis. Término con el que el mercado se refiere a las empresas que no han entrado en fase de quiebra, pero que no tienen la suficiente salud financiera y operativo como para seguir emitiendo pulsaciones productivas. Y que otra consultora rival, CoinMarketCap, corrobora en los mismos registros cuantitativos al precisar que, al inicio del otoño, sólo había 10.953 divisas con el cartel cripto en activo. 

La mayoría de los proyectos blockchain fueron construidos como trajes a medida para monedas digitales. De hecho, es la tecnología que dicen estar utilizando los grandes bancos centrales para poner en liza sus e-divisas oficiales con controles regulatorios y de supervisión en los mercados; la gran diferencia respecto a la ausencia normativa con la que operan los criptoactivos, según su lista de retractores. Al igual que miles de startups del ecosistema digital están asentadas sobre tokens para sustentar sus negocios. Pero el cambio de vientos en las plazas bursátiles, desde su etapa bullish al sentimiento bear que les ha invadido desde el pasado verano, ha terminado por impulsar al limbo corporativo a decenas de miles de ellas. El retroceso de su demanda ha sido más que palpable desde finales de 2021. Inicialmente, por el credit energy del otoño pasado y, con posterioridad, por la tumultuosa derivada de la guerra de Ucrania y sus tensiones geoplíticas y, más tarde, por las restricciones financieras de las subidas de tipos de interés decretadas por los bancos centrales de todo el mundo para contener la rampante inflación de dobles dígitos y el empeoramiento general de las economías y de las estrategias de inversión.  

La aversión al riesgo también se ha instalado entre los inversores de criptodivisas como lo revela la implosión de Terra o el colapso del hedge fund Three Arrows Capital o la red Celsius Network, a la que se le congelaron los fondos del capital riesgo que espolearon su estatus de prestamista de criptomonedas. Esta última firma, con sede en New Jersey, ha entrado en quiebra con más de 1,7 millones de clientes y 1.800 millones de dólares de deuda a inversores y accionistas. Bajo un clima borrascoso en el que bitcoin o ether están sufriendo las mayores caídas desde su acta de nacimiento. Los grandes tokens están bajo el yugo de los mercados. 

Es en este contexto en el que Nomics contabiliza los más de 12.100 criptoactivos zombis; es decir con más de un mes sin comercialización oficial alguna en los mercados. Más del doble de las que han penetrado en este limbo operativo en el lustro precedente al término del actual ejercicio.   

“Durante el año de esplendor bursátil de 2021, hubo una voracidad de dinero, de atención y de liquidez hacia los proyectos de ciberactivos”, explica Jacob Joseph, analista de CryptoCompare a Bloomberg: “sin embargo, al dar inicio al actual mercado bear, incluso los mejores proyectos del universo cripto se han visto obstruidos y registrado pérdidas de activos y de acceso a recursos de capital riesgo, ampliaciones de capital, nuevos accionistas o, incluso, procesos de fusión”. Sin que guarde parangón con su más próximo antecedente, el año 2018, cuando otro proceso bear en el mercado no desencadenó un estrangulamiento de la financiación de startups o de divisas en uso, ya que se sucedieron salidas a bolsa; apenas 136 tokens se tornaron en zombis en 2018. 

Ahora, “resulta difícil saber cuántos proyectos continuarán más allá del próximo año o la manera en la que se comportarán estos activos a corto plazo”, advierte Nick Gauthier, cofundador de Nomics, para quien “tendrán difícil en los próximos meses salir de su bajo nivel” de cotización. Para John Griffin, catedrático de Finanzas de la Universidad de Austin, en Texas, “la lista de cripto activos zombis aumentará inexorablemente”. Y Aaron Brown, inversor en este tipo de activos se pregunta si, en el futuro, “se mantendrá o desaparecerá la inclinación a invertir en tokens”. Esta dinámica crea incertidumbre”, porque la predisposición del capital hacia las cripto-startup se ha contraído ante las críticas a su falta de regulación y por las dudas sobre la capacidad inversora del ciberespacio en este cambio de paradigma económico y financiero.   

En paralelo, los bancos centrales han hecho avances decididos en 2022 para acuñar sus monedas digitales, el dinero del ciclo post-Covid. Porque nueve de cada diez autoridades monetarias han emprendido procesos para instaurar sus divisas digitales. A las CBDC’s, acrónimo de Central Bank Digital Currencies, se las consideran la alternativa legal y supervisada a los fluctuantes mercados de las criptomonedas. Pero también como solución al epitafio, más o menos próximo, del dinero físico. La correlación de fuerzas en la carrera de las monedas telemáticas se dirimirá en los años venideros. 

Tal y como viene reclamando el Banco Internacional de Pagos (BIS, según sus siglas en inglés) a las autoridades monetarias del planeta desde 2021. Una demanda de impulso a sus respectivas divisas digitales como las fórmulas de pago habituales en la arquitectura internacional y en los distintos sistemas de transferencias nacionales. Según una reciente encuesta del BIS -institución de la que emana la regulación bancaria global con su catálogo de normas de Basilea, de liquidez y protocolos de estrés test a entidades financieras, pero también huésped del G-10, el foro de los grandes bancos centrales- asegura que el 86% de las entidades emisoras de todo el mundo están en la carrera de las divisas digitales. Aunque aún ninguno de los más poderosos de la órbita industrializada -ni la Reserva Federal, ni el BCE, ni el Banco de Inglaterra (BoE) o el japonés (BoJ), entre otros- han decidido desconectar el dinero en efectivo de sus mercados. Ya en 2018, dos terceras partes de los bancos centrales decidieron emprender sus primeros prototipos de divisas digitales.