Sobre la base de los últimos acontecimientos de mercado, resulta cada vez más claro que el BCE tendrá que abordar, no sólo la complejidad de la disminución de la flexibilización cuantitativa, sino también la incertidumbre vinculada a las tensiones geopolíticas en la península de Corea.

El Índice de Riesgo Geopolítico está en su nivel más alto desde la invasión de Irak en 2003. En la actualidad se sitúa en 284, frente a 455 en ese momento, y muy por encima de la media histórica de sólo 83,7 durante el período 1900-2017. En este contexto, el BCE tiene que ser muy cuidadoso en su comunicación para evitar cualquier reacción exagerada de los mercados financieros el jueves por la tarde.

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En términos de rendimiento económico, la zona euro lo está haciendo mucho mejor que antes, lo que confirma que el actual nivel de política monetaria acomodaticia podría no ser necesario. Se espera que el crecimiento supere el 2% este año. El índice Citi Economic Surprise Index (CESI) para la zona euro sigue estando bien orientado y el indicador adelantado de crecimiento de Eurocoin ha seguido aumentando desde 2014 (+ 0,67% en agosto).

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El mayor desafío para el BCE es la baja inflación. Sólo cinco países de la zona euro (Austria, Bélgica, Alemania, Luxemburgo y España) tienen una inflación cercana al objetivo a medio plazo del BCE "por debajo, pero cerca del 2%". el IPC subyacente de la zona euro todavía está rezagado.

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Nuestro modelo de inflación generada internamente (basado en la deflación del PIB, los precios de los servicios y el crecimiento de los salarios) se está desacelerando, lo que indica que es improbable que en los próximos meses se produzca un aumento de la inflación interna. Sólo los factores externos (es decir, los precios de la energía) podrían ayudar al BCE a alcanzar su objetivo en el corto y medio plazo.

Sobre la base de este debilitamiento y de la reciente apreciación del euro (las proyecciones del BCE para el mes de junio situaban al EURUSD en 1,09), el BCE se verá obligado a revisar sus previsiones de inflación a la baja para los próximos años.

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Si el BCE no logra limitar o detener la apreciación del euro, la fortaleza de la divisa podría tener rápidamente un impacto negativo en el crecimiento y los beneficios. Desde diciembre de 2016 el euro se ha revalorizado un 12% frente al dólar estadounidense y un 6% de media frente a las monedas de los 38 principales socios comerciales de la zona euro. Por lo general consideramos que cada subida del 10% del euro destruye entre un 7% - 8% los ingresos corporativos de la zona euro. Por lo tanto, puede que una divisa excesivamente fuerte no tarde en impactar de forma negativa en la economía europea.

La misión del BCE este jueves es doble:

1) Debido al contexto geopolítico y al descenso de la inflación subyacente, el BCE tendrá que pensar sus palabras con sumo cuidado para evitar la reacción exagerada de los inversores. Tendrá que enviar un mensaje de que su política monetaria seguirá siendo acomodaticia por un período prolongado de tiempo, sin importar qué decisión se tome sobre el QE para final de año.

2) El objetivo a corto plazo debería ser detener la apreciación del euro, que refleja una mejora de la situación económica, pero podría complicar seriamente la tarea del BCE en los próximos meses.