Los datos recientes del mercado de vivienda, del sector manufacturero y de empleo, entre mediocres y decepcionantes, confirman por lo tanto que la economía norteamericana ha sufrido una desaceleración en las últimas semanas. Una ralentización cuyo origen debemos buscar en el choque inflacionista, que ha provocado la pérdida de confianza de las familias, la caída en los salarios reales de las mismas, la presión sobre los márgenes de las compañías y en general, la aparición de nuevo en los mercados del famoso esperar y ver.
 
Sin embargo, creemos que hay razones suficientes para esperar que el crecimiento económico y la creación de empleo mejoren en los próximos meses en EE.UU. Si la caída en el precio del petróleo continuara, el periodo inflacionista debería ralentizarse tras el verano, y por ello, reducirse la presión sobre los consumidores, que han sobre reaccionado al encarecimiento del precio de los combustibles. De hecho las compañías muestran una buena salud financiera y están presentando buenos resultados, por lo que creemos que no es la falta de recursos lo que está forzando a ralentizar el consumo y las nuevas contrataciones, sino la incertidumbre. Esta combinación de pesimismo y buena marcha de los resultados empresariales suele resolverse con fuertes escapes al alza, que esperamos para el cierre del año.
 
Respecto al fin del QE2, los resultados de dicho programa han sido mixtos: es cierto que el riesgo de deflación ha desaparecido. Sin embargo, no ha habido un impacto importante sobre el crecimiento y sobre el empleo. A diferencia de lo que se rumorea el consenso, no damos gran credibilidad a un nuevo escenario de estímulo económico (QE3) y es que una estrategia reflacionaria mantenida durante un largo periodo de tiempo tiene efectos colaterales negativos como, por ejemplo, la distorsión en el precio de los activos y el incremento en la deuda gubernamental.  
 
Y para terminar la semana, una recopilación de declaraciones recientes de algunos miembros del BCE:
26 mayo: Jürgen Stark (ECB Board): Una reestructuración de la deuda por un país del euro acarrea el riesgo de provocar una crisis bancaria que en el peor de los casos podría exceder el efecto de la quiebra de Lehman Brothers.
 
18 mayo: Jürgen Stark (ECB Board): Una reestructuración de la deuda griega no es el camino adecuado – provocaría una catástrofe. Comprometería la elegibilidad de los bonos griegos como colateral.
 
20 mayo: Jens Weidman (Buba): Una prolongación del vencimiento de los bonos griego en un contexto en el que prevalecen dudas sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas haría imposible aceptarlos como colateral par las operaciones de refinanciación bajo las condiciones actuales. Consecuentemente una gran parte del sector financiero griego se vería privado de canales de financiación.
 
24 mayo: Ch.Noyer (BdF): La reestructuración no es una solución, es un ”horror show”.
 
30 mayo: L. Bini Smaghi (ECB Board): Una reestructuración "ordenada" de la deuda es un cuento de hadas