No sabemos si el león 2023 será tan fiero como lo pintan. Pero la potencial recesión en el presente ejercicio en Estados Unidos ha marcado buena parte de la segunda mitad del año en Wall Street. Y hay quien considera que, al menos en una primera parte del ejercicio que estará, dicen, dominada por los bonos, el común de las acciones seguirá sufriendo. Pero el común no es la totalidad, y habrá oportunidades tal y como las ha habido en 2022 para los inversores, no lo duden. La clave es convivir con la incertidumbre y aceptar la situación.
Lo primero es echar la mirada atrás y ver cómo han quedado las cosas para la apertura de este 2023. La guerra de Rusia y la crisis energética, junto con los restos del Covid, han marcado la impronta de una inflación que nadie esperaba y que todos han tenido que pagar. El precio, la subida exponencial de los tipos a los niveles actuales de entre el 4,25 y el 4,5% y que no ha acabado, como bien se encargó, al pagar la cuenta, de decirnos el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell.
Habrá nuevas subidas para seguir conteniendo unos precios que siguen muy elevados y que han pagado en Wall Street las empresas tecnológicas, frente a las petroleras que han ganado más que fuelle, ocupando los primeros lugares del ranking del S&P 500
Todo ello ha llevado, tras la última reunión de la Fed, a un clima de mayor temor a la recesión y a un mes de diciembre que se salda con caídas superiores al 4% para el DOW JONES Ind Average, del 5,9% para el S&P 500 y del 8,7% para un Nasdaq OMX, a la postre, el más aquejado en todo el ejercicio con las Big Tech, necesitadas siempre de dinero para sus elevadas inversiones que ahora encuentran más caro y en algunos casos con deudas elevadas, que ven a su peor enemigo en las continuas y constante subidas de tipos, tras los años dorados de tasas bajo cero.
Así, en el año el gran varapalo se lo anota el Nasdaq con recortes del 33,10%, con un S&P 500 que baja un 19,44% y un Dow Jones cuyos recortes alcanzan el 8,78%, el menor dañado por un ejercicio, como decimos, para olvidar y que no se registraba en negativo de tal cuantía desde 2008.
Para 2023 la incertidumbre sigue siendo la tónica a esperar, con la alargada sombra de la recesión y una mayor profundidad de la inicialmente esperada que mantiene el miedo entre los inversores, en modo aversión al riesgo y búsqueda básicamente de liquidez para encontrar mejores oportunidades, como se espera, en la segunda parte del año. Y todo se concentrará en, a) en los datos macro y la geopolítica global y b) en el potencial cambio de sesgo de la Fed, como claves de este año recién iniciado.
Lo mejor, el poso que deja el último trimestre, que no diciembre en Wall Street.
Con ganancias del 15,4% para el Dow Jones y la recuperación por encima del 7% para el S&P, aunque el dañado Nasdaq sigue marcando caídas desde octubre del 1%. Los expertos señalan que hay que aprender a adaptarse al ecosistema bursátil. La incertidumbre no es un fenómeno sino el espacio en el que se mueven las bolsas y hay que buscar la rentabilidad en él, tal y como ha ocurrido en 2022.
Hay que proteger carteras, pero, como indican desde The New York Times, quizá es momento de asimilar que, si necesita invertir, acepte que puede no saber qué pasará con su dinero a corto plazo y que debe tener liquidez a buen recaudo para pasar los próximos meses. Porque las previsiones que hay ahora mismo, pueden no ser fiables, y convertirse en apuestas, más que en inversiones.