En los años 50 y 80 el mundo sufrió la guerra fría entre las dos superpotencias que salieron ganadoras de la segunda guerra mundial. EEUU y Rusia amenazaban con liquidarse la una a la otra, incluido sus aliados que bajo el paraguas de la OTAN y del Pacto de Varsovia hicieron que se calentara la política internacional y el choque de trenes parecía casi imparable.

La Unión Soviética tenía el mayor ejército del momento, sobre todo terrestre y de misiles balísticos y, Estados Unidos, la mejor fuerza aérea y marítima, pero no llegaron a entrar en conflicto directamente, por el contrario tan solo la crisis de los misiles de Cuba pudo tener consecuencias catastróficas. La URSS y EEUU no llegaron a las manos, pero sí lo hicieron decenas de países en todo el mundo que fueron tomados como la última frontera del capitalismo o del comunismo.

Los dos bloques se dedicaron a apoyar a gobiernos y oposiciones que muchas veces acababan en guerras civiles, desde Nicaragua, Angola, Siria, Vietnam, Afganistán...Unos apoyaron a unos y los otros, al contrincante. Todo acabó con el colapso de la Unión Soviética propiciado en gran parte por tan ingente gasto militar, que dejó al país exhausto. Ronald Reagan subió su apuesta de la famosa "guerra de las galaxias" y el comunismo no pudo seguir el pulso con una economía centralizada y anticuada. Pero las alianzas que se forjaron en esos días de fuego han seguido vigentes en muchos casos durante los últimos años.

30 años más tarde vemos cómo están volviendo esas viejas alianzas e incluso otras nuevas, como veremos más adelante. ¿La culpa? La guerra económica que están teniendo EEUU y China a la que se ha sumado el envite de Rusia en Europa.

EEUU fue el claro ganador de la guerra fría. Él y sus aliados europeos y asiáticos lograron un bienestar económico sin parangón en la historia de la humanidad, mientras Rusia se desangraba perdiendo sus repúblicas (que fueron anexionadas por Staling tras la segunda guerra mundial) y China iba a su ritmo con una transición de su economía y su sociedad.

Pero dicha transición de China ha puesto sobre la mesa que en poco tiempo no solo puede quitarle el puesto a EEUU cómo primera potencia económica mundial, sino que tiene una capacidad de influencia fuera de sus fronteras aprovechando que también es una gran potencia militar, como lo demuestran las últimas pruebas de misiles balísticos hipersónicos que han empequeñecido a los de EEUU.

China ya se anexionó el Tibet sin mayores problemas y ahora quiere hacer lo mismo con Taiwan (antigua provincia China). Mantiene a Corea del Norte como aliado, está forjando nuevas alianzas con países africanos como Etiopía donde ha puesto el dinero y los ingenieros necesarios para construir una presa en el Nilo que creará conflictos con Egipto. Y sigue con su política de comprar minas y ofrecer dinero para esa compra de amigos en Latinoamérica. Pero la política China es de todo menos de aliados. En Uganda, China ha dado dinero para construir un aeropuerto y como el gobierno de Uganda no ha podido devolver los préstamos, los chinos se han quedado con el aeropuerto.

A base de copiar, innovar y hacer dumping fiscal, China no solo ha conseguido ser líder en multitud de sectores económicos, sino que además ha logrado adelantar en algunos casos a la más moderna maquinaria militar de EEUU, y su política de alianzas preocupa y mucho en La Casa Blanca, ya que el futuro económico se encuentra en Asia y EEUU y sus aliados tradicionales (Japón y Corea del Sur) ven como China los está arrinconando.

De hecho, la política militar de China está haciendo que Japón se vuelva más beligerante y empiece a valorar el envío de tropas al extranjero, cuando lo tenía prohibido en su constitución tras la segunda guerra mundial. Taiwan está aumentando su presupuesto en defensa buscando esa alianza con EEUU que ayude a defenderse en caso de invasión China. Además, China está negociando con Afganistán la inversión en las minas de tierras raras para dar ventaja a sus empresas tanto tecnológicas como militares.

Mientras tanto, Rusia, también expande su influencia con el dinero que le da los actuales precios del gas y el petróleo. No solo ha desplegado un nuevo arsenal de armas en Crimea, sino que ahora está apostando fuerte por Ucrania apoyando a los separatistas pro-rusos. Mientras, la UE no ha sido capaz de apaciguar el conflicto y ahora amenaza a Rusia con enviar tropas si invade Ucrania. Europa, que cada vez pinta menos en el panorama mundial, ve con resignación que la OTAN sin EEUU ni Reino Unido, no es operativa y encima sin una política de defensa común. 

De hecho, ni siquiera Europa ha logrado hacer frente a nivel tecnológico a las nuevas industrias armamentísticas, ni la Rusa, ni la de EEUU ni la China, todos nos ganan en prestaciones, lo que está haciendo que los ejércitos europeos tengan que seguir dependiendo de las compañías de EEUU en los nuevos proyectos de defensa y modernización de los ejércitos.

Además, Rusia está buscando reactivar las viejas alianzas, por ejemplo, con la India en la que van a mejorar la capacidad operativa de sus ejércitos, que están enfrentados con los de Pakistán por la región de Cachemira. Y sí, Pakistán está asesorada por EEUU.

Y aquí vuelve EEUU a buscar aliados. Si ya Trump dijo claramente que Europa tiene que aportar más dinero a la OTAN o, de lo contrario, EEUU se va a salir, el actual presidente Biden básicamente afirma lo mismo, pues como Europa no vale, buscamos otros aliados, en este caso Marruecos, que se ha convertido en socio prioritario de la Casa Blanca y de Israel al ratificar a este último como país legítimo, a cambio ratifican que el Sahara es de Marruecos y les venden un armamento que va a dejar al ejército español en inferiores condiciones de combate.

La renovación de equipos defensivos y, por otra parte, este calentamiento bélico está haciendo que este subiendo la inversión en defensa en todas las áreas del mundo.

Las empresas que están desarrollando lo último en armamento son Boing, General Dynamics, Lockheed Martin, Northrop Group o Raytheon Technologies entre otras.