El fatídico 16 de octubre
ha dejado a muchos con la espinita clavada –de no haberlo sabido antes- y el miedo en el cuerpo. Pues bien… no han pasado ni dos semanas y los indicadores de sentimiento nos dicen ya que la cosa puede no pintar demasiado bien. Hay tres aspectos que mosquean, nos decía este lunes José Luis Cárpatos, y dos de ellos relacionados con la opinión de los minoristas:
 
- El indicador de sentimiento del AAII (Asociación Americana de Inversores Individuales) se va posicionando. Por tercera semana consecutiva suben los alcistas hasta representar la mitad del mercado y, por el contrario, ceden los bajistas que se colocan ya a las puertas de descender del 22% de cuota. ¿Dónde está el problema? En que se utiliza normalmente como un indicador de sentimiento contrario.

- El Bullish Consensus, elaborado por Market Vane. Los alcistas representan un 56%, frente al 52% de la semana anterior. Su caso es el opuesto dado que sus lecturas han sido capaces de predecir grandes desplomes de la bolsa. Son consultas a profesionales del sector, conocidos como CTAs, Commodity Trading Advisors, y no a minoristas.

La cuestión es que la barrera aquí se fija en el nivel del 67% como media de las últimas cuatro semanas a partir del cual se empieza a hablar de un fuerte sentimiento alcista. En la actualidad, este indicador se coloca en un 55,5%, con lo que está lejos de anticipar la continuación de una tendencia alcista.

- La mano que mece la cuna. ¡Qué sería de la mitología bursátil sin ellos los programas de trading ocupan un lugar privilegiado a la derecha de los hedge funds… y esta semana pasada se lucieron. Lanzaron operaciones de ultra corto por el 53,2% del total del volumen de sus negociaciones.

 

Las 7 señales ante el abismo
Hay siete características, mitad psicológicas, mitad reales, que pueden predecir un crash bursátil, según apunta William J. O`Neill, presidente y fundador de Investors Business Daily, como sacaba a relucir el analista Moisés Romero para La carta de la bolsa. ¿Cuáles son esos siete puntos?

Primero. La debilidad. El hecho de que las acciones que lideran el mercado comiencen a perforar soportes importantes o que acciones con una tendencia alcista continuada empiecen a quebrantarla. A este respecto, ¿qué ocurre en el Ibex 35? Banco Santander no sabe respetar su soporte en 7 euros, mientras que BBVA se la juega en los 8,5 euros, nivel del que aún se encuentra alejado. No tienen, sin embargo, apoyo alguno de Telefónica, anclada en la zona de 11,20 euros.

Cabe resaltar, no obstante, la mala racha que han vivido las compañías de pequeña y mediana capitalización y cuyos índices acumulan pérdidas superiores al 7% y 6%, respectivamente, después de años de expansión.

Segundo. Lo que denomina como “la maldición de los meses de septiembre y octubre” y no le falta razón. Más allá del pasado 16 de octubre, si echamos la vista atrás comprobaremos cómo el crash del sistema financiero internacional a raíz de Lehman Brothers se produjo en octubre de 2008 o el estallido de la burbuja de las puntocom que arrancó a principios de septiembre del 2000.

Tercero. La especulación. Decía O´Neill que aumenta el ansia de compra-venta de los institucionales y, aunque es cierto que en esto momento no se puede identificar un alto grado de especulación, en su opinión, sí hay compañías que “vuelan” demasiado alto, como es el caso de Linkedin, Twitter o Facebook.

Cuarto. La opinión de los mass media. Una portada puede generar un estado de ánimo o de opinión y, aunque no creen ellos la corrección de las bolsas, sí generan un ambiente de cierto recelo y desconfianza. ¿Conclusión? Todo lleva hacia las ventas.

Quinto. Debe haber un catalizador, un elemento que provoque la gran caída. “La mayoría de los crash bursátiles suceden cuando el mercado ya está en tendencia bajista”, reconoce Timothy Sykes, trader profesional y short seller.

En el caso de esta última corrección –que podría ser la antesala del crash- tenemos donde elegir: el fin de la retirada de las ayudas en Estados Unidos por parte de la Reserva Federal; el peligro de una tercera recesión en Europa; unos beneficios empresariales que no terminan de despertar; China y su ralentización económica; el crudo por los suelos y las commodities volando alto…y, por último, el ébola. Ya no se habla de la esta terrorífica pandemia y eso que no han pasado ni quince días.

Sexto. Un gran rebote. Resultado de que los bajistas no lo son eternamente y el miedo no domina el mercado.

Séptimo. Y puede que uno de los puntos más a tener en cuenta: “los crash raramente se producen en los puntos más altos”. ¿Qué quiere esto decir? ¿Qué la gran corrección debería llegar cuando un índice como el S&P 500 supere los 2.000 puntos? ¿O más bien que puede llegar ahora cuando nadie se lo espera? Y después de tanta caída los mercados están lejos de acercarse a cifras redondas.