Como ya es evidente en muchas industrias enfocadas al consumidor, estamos haciendo una transición desde una economía basada en el servicio, en la que las empresas, incluyendo a los bancos, aumentan las relaciones e ingresos añadiendo más servicios a lo largo del tiempo, a una experiencia en la que el usuario (UX) pasa a ser la pieza clave y elemental.
 

La digitalización está haciendo que los clientes tengan cada vez más acceso a servicios gratuitos, o casi gratuitos, una fuerte tendencia que hace que muchos se pregunten cómo las empresas sobrevivirán si se ven obligadas a reducir al máximo sus tarifas o, directamente, a no cobrar por ello. Sin embargo, más que suponer una preocupación para el sector bancario, puede que estemos ante una nueva puerta abierta de negocio.
 
Adaptarse o morir
 
Dentro del sector financiero, lo verdaderamente disruptivo no es poder pagar tus compras o una cena con el teléfono móvil en sí, que indudablemente es un gran adelanto tecnológico, sino la capacidad de mover dinero entre diferentes personas y a cualquier parte del mundo casi sin coste. Esta es la verdadera revolución tecnológica para los clientes retail de los bancos. ¿Todo un desafío para la banca y las fintech?
 
Cambiar la tarjeta de crédito por nuestro teléfono móvil es un paso más dentro de los constantes avances tecnológicos que venimos experimentando. No obstante, no creo que el pago por móvil sea el mayor paso revolucionario. La revolución real se está dando en los propios pagos, en la posibilidad de mover dinero virtualmente de forma mucho más barata, internacionalmente. La capacidad de hacer una transacción o un pago de cientos de miles de dólares de forma virtual, como cliente retail, supone un coste mucho más barato frente al que te cobra una empresa si quieres hacer una transacción en dólares con un banco para pagar a un proveedor en Japón. 
 
La clave de este nuevo escenario para los bancos pasa por volumen a bajo coste. Mover nuestro dinero a lo largo y ancho del mundo podría costarnos 1 céntimo, a diferencia del 3% de comisión que han estado cobrando muchos bancos por mover grandes cantidades de capital. Pero la diferencia es que ahora, con la posibilidad de hacerlo a bajo coste, se multiplicarán las transacciones, lo que indudablemente beneficiará a las entidades. Si tenemos cinco millones de personas pagando por el móvil y/o moviendo dinero constantemente de forma diaria, aunque sólo se gane un céntimo por cada pago, los ingresos de los bancos serán mucho más altos de lo que son a día de hoy.  
 
En el mundo de la inversión hay un mensaje de cambio, donde las comisiones se moverán hacia cero. La presión de márgenes será cada vez mayor. Los bancos tienen que reducir significativamente los costes, pero aumentar significativamente los volúmenes.
 
Las innovaciones dirigidas por la tecnología están posibilitando nuevos modelos empresariales centrados en el cliente, que permitirán a los bancos mantener la agilidad y el enfoque para responder rápidamente a los cambios en la demanda. Esto marca una nueva era de la banca abierta, donde las mayores expectativas de los clientes pueden ser satisfechas, proporcionando una amplia variedad de capacidades y servicios accesibles a través de las API.