“Dinamarca es el país más avanzado digitalmente del mundo y se ha encaramado al primer lugar del ranking por la fortaleza y eficacia de sus políticas económicas, que han dado una clara ventaja a esta economía escandinava tras la Gran Pandemia, gracias también a su claro y coherente plan de sostenibilidad que le permitirá acelerar la transición energética hacia las emisiones netas cero y a la agilidad de gestión y buen gobierno mostrada por sus empresas”. Son palabras de Arturo Bris, profesor en la Lausana, universidad a la que está adscrita la escuela de negocios suiza IMD que justifican el sorpasso de la menor de las naciones escandinavas en uno de los indicadores de competitividad de prestigio más reconocido internacionalmente.
A diferencia de sus vecinos nórdicos, la economía danesa se ha comportado y evolucionado con mejores registros de apertura y niveles patrimoniales, a lo que ha contribuido la seguridad de las redes de servicios sociales del país, los bajos ratios de deuda y sus progresos en digitalización, así como la menor dependencia del turismo. El desempleo en Dinamarca evoluciona con la tasa más baja de los últimos 14 años y con un PIB que se expandirá al 3,4% este año, según los más recientes diagnósticos oficiales. Dinamarca era la tercera economía más competitiva en 2021 en el ranking IMD Business School. Tras este mercado, Suiza, Singapur, Suecia, Hong-Kong y Países Bajos conforman el top-six de este indicador.
El informe destaca especialmente la sostenibilidad danesa como acicate y núcleo esencial de sus registros de competitividad, pese a las presiones sobre la cesta de la compra de unos precios de la energía desbordados y de las tensiones que la espiral de los precios está ocasionando sobre el clima socio-económico del país. Bris, director del IMD World Competitiveness Center (WCC), incide en el “papel extremadamente agresivo en el terreno de la neutralidad energética y de sus múltiples beneficios”, amparado en las “ventajas que le confiere ser un mercado relativamente pequeño dentro de Europa”, lo que le permitirá en el futuro “impulsar las reducciones de CO2” previstas en su hoja de ruta y taxonomía verde. Las más ambiciosas del ámbito europeo con un recorte del 70% en los próximos diez años.
En los últimos cinco años -recuerda Bris- Dinamarca ha pasado del octavo al primer puesto de un barómetro que mide el grado de competitividad de 63 economías analizadas a través de 163 parámetros recabados con datos oficiales de un abanico de fuentes nacionales y de sondeos entre ejecutivos de empresas de cada mercado. Dentro de una coalición de 56 institutos de investigación que van desde cámaras de comercio, hasta patronales o agencias institucionales y universidades, de cuyos suministros estadísticos y analíticos se crean cuatro grandes sub-factores: progreso económico, eficiencia gubernamental, eficacia del sector privado corporativo e infraestructuras.
Dinamarca mejoró su posición como inversor internacional de manera robusta, así como el nivel de efectividad de las medidas gubernamentales, además de marcar el segundo mejor registro en calidad institucional y redes de coberturas sociales y el tercero en legislación empresarial. Así como el primero en clima para hacer negocios, productividad y prácticas de gestión. “Esta nota de corte le ha permitido certificar un despegue drástico de la actividad después de la pandemia, así como una captación notable de capital del exterior y la contención de los precios energéticos con mejores resultados sobre las finanzas pública y su deuda” que otros países de su entorno, explica Marco Pistis, especialista de Investigación en el WCC. Sus valoraciones en los indicadores sanitarios, expectativas de vida y acceso al mercado son excelentes, explica Pistis.
Bris, sin embargo, precisa que las presiones inflacionistas han pasado a tener una repercusión ya indiscutible sobre los beneficios empresariales, una vez que “se puede decir que la epidemia de Covid-19 ha dejado de tener efectos directos sobre las economías”. El riesgo sanitario parece “haber tocado a su fin”, pero ahora emergen las amenazas de los combustibles fósiles sobre los road maps sostenibles y las disparidades socio-económicas que ocasiona la espiral de precios.
Croacia protagoniza la mayor escalada en el ranking al auparse 18 peldaños sobre su registro de 2021, después de su candidatura final de ingreso en el euro, al que se incorporará en enero de 2023, después de corroborar sus esfuerzos de convergencia, y de la fulgurante recuperación de su sector turístico. Pero también la drástica mejoría del clima de negocios, el de mejor calidad y eficacia de los mercados balcánicos. Rusia y Ucrania dejan de tener su análisis anual ante la falta de credibilidad de los datos aportados por el conflicto armado, mientras Bahréin inaugura con el trigésimo puesto su primera incorporación al ranking. Seis por encima del indicador general de España, que mantiene su trigésimo sexto lugar.