
Esta limitación no es una percepción aislada. Un análisis reciente de la Organización Mundial de la Salud sobre el grado de preparación de los países europeos muestra que la brecha entre las expectativas generadas por la IA y su aplicación real sigue siendo amplia.
El problema no reside únicamente en la tecnología disponible, sino en la capacidad económica y organizativa para adoptarla de forma segura, equitativa y sostenible.
Un potencial que choca con la realidad presupuestaria
Los sistemas sanitarios europeos afrontan desde hace años una presión creciente sobre sus recursos. El envejecimiento de la población, el aumento de las enfermedades crónicas y la escasez de profesionales sanitarios obligan a buscar soluciones innovadoras.
Sin embargo, según el informe “Artificial intelligence is reshaping health systems: state of readiness across the WHO European Region” de la OMS, 43 de los 50 Estados miembros encuestados reconocen que la financiación insuficiente limita de forma directa la adopción de inteligencia artificial en sanidad.
Esta carencia afecta tanto a la adquisición de tecnología como al desarrollo de infraestructuras, la formación del personal y la creación de marcos regulatorios sólidos.
Impacto en diagnóstico, atención y gestión clínica
La escasez de recursos económicos tiene consecuencias prácticas muy concretas. Muchas herramientas de diagnóstico asistido por IA, capaces de mejorar la detección precoz de enfermedades o reducir errores clínicos, no llegan a desplegarse de manera generalizada.
Lo mismo ocurre con sistemas de apoyo a la decisión clínica, plataformas de seguimiento remoto de pacientes o soluciones conversacionales que podrían aliviar la carga administrativa del personal sanitario.
Además, la falta de inversión retrasa la validación clínica y la integración de estas soluciones en los flujos de trabajo reales. Sin una financiación estable, los proyectos piloto quedan aislados y no se convierten en programas estructurales capaces de generar impacto a gran escala.
La formación, una asignatura pendiente
Otro de los efectos directos de la limitada financiación es la falta de capacitación específica en IA dentro del sector sanitario. El informe de la OMS subraya que muchos países no cuentan con programas suficientes para formar a médicos, enfermeras y gestores en el uso responsable de estas tecnologías.
Esta carencia no solo ralentiza la adopción, sino que incrementa la desconfianza. Sin conocimientos adecuados, la IA se percibe como una herramienta opaca y difícil de controlar, lo que refuerza la resistencia al cambio y reduce su aceptación entre los profesionales.
Gobernanza y marcos legales, también condicionados
La inversión insuficiente no afecta únicamente a la tecnología o a la formación, sino también al desarrollo de normas claras. La creación de marcos éticos, legales y de gobernanza de datos requiere recursos técnicos, jurídicos y humanos que muchos sistemas sanitarios no tienen plenamente cubiertos.
La OMS advierte de que esta situación puede derivar en una adopción desigual de la IA, generando brechas entre países y regiones, así como riesgos legales tanto para los profesionales como para los pacientes. Sin una financiación adecuada, garantizar un uso seguro, transparente y equitativo resulta especialmente complejo.
España y el contexto europeo
España comparte muchos de estos desafíos con otros países de su entorno. Aunque existen planes de digitalización sanitaria y estrategias generales de innovación, la asignación presupuestaria específica para IA en salud sigue siendo limitada.
La inversión se concentra en proyectos concretos, pero no siempre en una estrategia integral que abarque tecnología, formación y regulación.
Esta situación refleja un patrón común en Europa, donde la dependencia de fondos públicos y privados condiciona la velocidad de adopción. El informe de la OMS señala que solo una minoría de países dispone de estrategias nacionales específicas para la inteligencia artificial en sanidad, lo que evidencia una falta de planificación a largo plazo.
Riesgo de desigualdad en el acceso a la atención
Uno de los aspectos más preocupantes de esta falta de financiación es su impacto en la equidad. Si la adopción de IA depende de la capacidad económica de cada país o región, el acceso a los beneficios de estas tecnologías puede volverse desigual.
Esto contradice los principios de universalidad y equidad que sustentan muchos sistemas públicos de salud europeos.
La OMS subraya que, sin una inversión prioritaria, la IA corre el riesgo de ampliar brechas existentes en lugar de reducirlas. La tecnología, por sí sola, no garantiza mejoras si no se acompaña de políticas públicas sólidas y financiación suficiente.
El análisis concluye que la inteligencia artificial puede desempeñar un papel transformador en la sanidad europea, pero solo si se abordan de forma decidida los obstáculos económicos.
Invertir en IA no significa únicamente adquirir software, sino reforzar capacidades humanas, mejorar la gobernanza de los datos y establecer reglas claras que protejan a pacientes y profesionales.

