Septiembre suele ser un mes débil en bolsa, pero los índices americanos marcan récords. ¿Qué factores explican esta fortaleza? ¿Estamos en un mercado demasiado confiado con los recortes de tipos?
Hasta ahora no hemos visto rebajas de tipos en Estados Unidos, aunque en Europa sí se han producido. Todo apunta a que en septiembre la Reserva Federal acometerá la primera bajada, previsiblemente de 25 puntos básicos, aunque el mercado ya descuenta incluso un 10% de probabilidades de un recorte mayor, de 50 puntos básicos. Además, se anticipa que, de aquí a final de año, podrían darse una o dos bajadas adicionales, lo que sin duda aporta un impulso extra a las bolsas. Por otro lado, los resultados de Nvidia han sorprendido muy positivamente y refuerzan la idea de que los próximos trimestres seguirán estando liderados por la tecnología. Y, en conjunto, la renta variable estadounidense se apoya también en unas previsiones de crecimiento económico sólidas y en unos ratios de deuda más equilibrados, gracias en parte al efecto de los aranceles impulsados por Donald Trump.
Sectores americanos a tener en el punto de mira de cara al último trimestre de 2025
Veo valor en compañías como Nvidia, aunque ya no tanto como en el pasado, dado que su cotización se mueve en torno a los 200-210 dólares. Más allá de la tecnología, creo que el sector financiero estadounidense tiene un gran potencial en este entorno. Las bajadas de tipos previstas mejorarán la solvencia de muchas entidades y, al abaratar el crédito, generarán un mayor dinamismo en la concesión de préstamos, lo que a su vez impulsa el crecimiento económico. Si la economía norteamericana crece, su sistema financiero no solo crece con ella, sino que además se convierte en el motor de ese crecimiento.
En paralelo, habrá que estar atentos al sector energético. Si asistimos a una subida del precio del petróleo, las compañías petroleras podrían ofrecer muy buenos resultados. No obstante, este escenario depende de factores macro y geopolíticos muy inciertos, como la evolución de los conflictos en Ucrania o en Oriente Medio, que son imposibles de anticipar con certeza.
El oro también marca récords en paralelo a las bolsas. ¿Es un refugio o un activo de riesgo en el contexto actual? ¿Ve realista un escenario de 4.000 dólares por onza?
No veo al oro como un activo de riesgo, sino como un claro activo refugio. Hay dos razones principales. Primero, algunas casas como Goldman Sachs sitúan su precio objetivo incluso en 4.500 dólares la onza, lo que refleja el interés estructural por este metal. Segundo, buena parte de la subida no responde solo al componente defensivo, sino también a la fuerte demanda de los bancos centrales, que están comprando oro de forma muy agresiva en los últimos meses. A ello se suma la debilidad del dólar frente al euro, que está dando un impulso adicional al metal precioso. Además, vemos una correlación muy clara entre oro, plata, paladio y platino, todos avanzando en paralelo, lo que refuerza la idea de un movimiento consistente. En este contexto, considero justificado que el oro siga actuando como refugio. El que no puede considerarse refugio, pese a que algunos inversores lo interpreten así, es el Bitcoin; aunque también está subiendo, su comportamiento sigue respondiendo más a dinámicas de riesgo que a una función de protección patrimonial.
Francia vuelve a vivir inestabilidad política. ¿Cómo afecta a la confianza en el CAC40? ¿Europa está preparada para absorber un shock político en su segunda mayor economía?
Lo primero es contextualizar: en Francia ya han caído cuatro gobiernos en apenas dos años, por lo que no se trata de una novedad absoluta, aunque sí de un factor que añade incertidumbre. El origen de esta última crisis política está en la propuesta del presidente de recortar el gasto en 44.000 millones de euros, una medida necesaria para frenar un déficit que está completamente desbocado. Sin embargo, esta propuesta provocó la reacción de la izquierda, que terminó forzando la caída del gobierno. Es un escenario comparable, en cierta medida, a lo ocurrido en Argentina con las resistencias a los ajustes de gasto de Javier Milei.
En el corto plazo, lo más probable es que se nombre un primer ministro de corte socialista con un perfil más testimonial, hasta que se encuentre una figura sólida para liderar. La clave es que Francia necesita reformas profundas: es un país altamente endeudado y con un déficit estructural difícil de sostener. La diferencia con Estados Unidos es que, aunque ambos comparten altos niveles de deuda, la economía norteamericana tiene capacidad para absorberlos, mientras que Francia no cuenta con la misma fortaleza estructural.
Respecto a un eventual rescate, ni puede ni debe plantearse: Francia es demasiado grande para que Europa la rescate, como también lo serían España o Italia en su momento. Un escenario así sería un auténtico cataclismo para la eurozona y para la propia divisa común.
El Ibex 35 no logra consolidar los 15.000 puntos. ¿Podría haber tocado techo en 2025?
Es posible que el IBEX 35 haya tocado techo. El índice alcanzó los 15.100 puntos impulsado principalmente por el sector financiero, que ha sido el gran motor de la bolsa española. Este sector ha subido más de un 40% en Europa y, dado su gran peso en el Ibex 35, ha permitido que España se comporte mejor que otros mercados. Sin embargo, ya no podemos esperar mucho más de Banco Santander, que cotiza en máximos de los últimos 15 años, ni de Banco Sabadell, cuya fuerte subida estuvo ligada a la OPA hostil de BBVA.
A partir de aquí, para que el Ibex 35 consolide con firmeza los 15.000 puntos hacen falta nuevos catalizadores en otros valores. El encarecimiento del petróleo podría favorecer a Repsol, aunque también implica riesgos como mayor deuda e inflación. Por otro lado, Inditex ha presentado unos resultados extraordinarios, lo que aporta valor adicional a la compañía más capitalizada de España.
La OPA de BBVA sobre Sabadell, ¿es un movimiento de consolidación con sentido o un riesgo innecesario en el entorno actual?
Es una OPA que se ha complicado bastante. Sabadell ha hecho todo lo posible por evitar la operación: ha repartido un dividendo extraordinariamente generoso, ha vendido activos y, con lo recaudado, ha vuelto a distribuir dividendos. En la práctica, esto empobrece al banco y hace que la compra resulte más costosa y menos atractiva para BBVA. Además, con una ecuación de canje poco favorable, los accionistas de Sabadell encuentran escasos incentivos para aceptar la oferta. A medio y largo plazo, la operación tiene sentido estratégico, pero en el corto plazo se presenta difícil. Habrá que ver si finalmente prospera, aunque, en cualquier caso, no será un camino sencillo. Y, pese a que casas como Goldman Sachs o J.P. Morgan anticipan subidas en Sabadell, no comparto esa visión: si la OPA no sale adelante, lo más probable es que la acción del banco corrija, ya que, tras las ventas realizadas, su capacidad de cumplir con el guidance actual es limitada.

