El oro siempre ha sido sinónimo de poder, de opulencia. Y en momentos de crisis económica y bursátil, siempre ha sido sinónimo de refugio. La crisis sin precedentes que atraviesa la economía mundial ya convirtió al oro en 2008 en uno de los activos más rentables y, según los expertos, tiene casi todas las papeletas para alargar
su esplendor dorado en los próximos años. De momento, el último rebote de las bolsas ha propiciado un camino inverso para el oro: tras llegar a superar la cota de los 1.000 dólares –apoyado por la demanda de los ETFs y fondos de inversión más que por la procedente de joyería- ronda ahora los 936,25 dólares la onza (a precio de contado).

¿Qué podemos esperar a corto plazo?

El oro se percibe no sólo como el más antiguo, sino como el más seguro de los activos de la historia de la humanidad. Es un valor reconocido por todas las culturas del mundo desde hace más de 5.000 años. Para David Field, gestor de fondos de Carmignac Gestión, “en un entorno financiero tremendamente volátil, el oro representa el activo refugio por excelencia”. Por eso cree que “mientras persistan las incertidumbres sobre la salud de los balances de los bancos y del conjunto del sistema bancario, este sector ofrece unas perspectivas excelentes”. Está claro, pues, que la evolución futura del precio del oro dependerá de la percepción del riesgo, pero también de las compras de mercados tan decisivos para el áureo metal como son India, China o Turquía. Países que han aflojado mucho su compra de oro ante la carestía del metal y la devaluación de sus monedas.

Para Emilio Álvarez, creador del fondo Vortex Capital Global Precious Metals Fund, “si nos planteamos un escenario en el que la economía se va a empezar a estabilizar en el segundo semestre del año, la lógica señala que la gente venderá oro para comprar otra vez renta variable o activos con más riesgo”. Desde este punto de vista, no descarta que este activo pueda irse a los 800-850 dólares o incluso un poco más, pero sería una caída que aprovecharía no para vender, sino para comprar, ya que cree que “a final de año podemos ver al oro en torno a los 1.100-1.200 dólares”. Del mismo modo, Félix López, director de Atlas Capital, señala que “si se cumplen las expectativas positivas, una parte de ese incremento del oro que se ha debido a la búsqueda de protección y seguridad desaparecerá (...), de manera que podremos ver precios inferiores”. Pero si persisten los miedos o se produce otro caso Islandia, podemos encontrarnos con un escenario bien distinto. En este caso, “el techo del oro no son 1.100 dólares, ni 1.200, ni 1.500... (...) porque reproduciría lo que se denomina una inflación de activos, es decir, mucha gente corriendo detrás de demasiados pocos bienes”. De hecho, la escasez de oro y los problemas en la extracción de este metal condicionan mucho el mercado y el precio.

¿Técnicamente?

Eduardo Bolinches, director de Bolsacash.com, reconoce que el oro está a caballo entre decidir si hay inflación o deflación y constata que es muy sensible al dólar. Asegura que el oro –futuro con vencimiento en agosto- “se enfrenta a una gran resistencia en los 999,40 dólares aunque por el camino se encontrará con otras más pequeñas, como la de los 939,8 dólares”. A su juicio, “si rompe resistencias al alza significará que la batalla la gana la inflación e incluso la hiperinflación a medio plazo, lo que implicaría una bajada del dólar estadounidense y un oro a 1.375 dólares”. Por la parte de abajo, entiende que “bajo ningún concepto deberíamos ver cierres por debajo de la banda de soporte de los 924,68-920 dólares”. Apunta a que es el hecho de haber corregido menos del 50 por ciento de la subida anterior lo que hace que se mantenga viva su tendencia alcista a corto plazo “porque a medio plazo no hay ninguna duda de que es alcista”. Mejores perspectivas maneja, en cambio, para la plata. En este último caso, cree que hay que vigilar el soporte de los 13,91 dólares y establece una resistencia débil en los 14,93 “aunque la verdadera prueba de fuego la tiene en los 16 dólares, sus máximos de cierre de principios de este mes”

Para este experto, las correcciones que han sufrido tanto el oro como la plata han permitido a estos dos activos “salir de los niveles de sobrecompra que tenían, de modo que se trata de correcciones sanas siempre que no devuelva más allá de la mitad de la subida”, concluye.

Potencial a medio y largo plazo


Pese a los recortes puntuales, varias firmas internacionales auguran que el oro mantendrá su buen comportamiento y el consenso del mercado apunta, como mínimo, a los 1.000 dólares por onza. Eso sí, algunas casas de análisis se quedan algo por debajo. Barclays Capital, por ejemplo, cuenta con un pronóstico para el áureo metal para 2009 de 940 dólares la onza. Los temores sobre la inflación y la perspectiva de un dólar más débil propiciarán un ambiente en el que el oro brillará, según Barclays. Y en esta línea de análisis se mueve JP Morgan, al indicar que si las actuales inversiones en oro van acompañadas de un cambio en la cartera de los inversores que se preocupan por riesgos soberanos, por una posible devaluación monetaria o por la amenaza de inflación, “el auge del oro será espectacular”. Pero ahondemos un poco más en estos puntos.

Respecto a las divisas, la historia nos demuestra que “el metal amarillo tiende a subir cuando el dinero pierde su valor”, explica Marcus Grubb, jefe de inversiones del Consejo Global del Oro. Mientras, Ramón Forcada, director de análisis de Bankinter, recuerda esa relación cuasi-perfecta que indica que “cuando el dólar cae, el oro sube” y muchos expertos tienen claro que veremos al billete verde en niveles inferiores a los actuales.

Por lo que toca a la inflación, el oro siempre se ha considerado como escudo frente al alza de los precios. Y ahora, pese a que la palabra deflación sigue sonando, a medio plazo hay una corriente de expertos que ya empieza a tener en cuenta que podríamos ver a partir de 2011 un fuerte incremento de la inflación. ¿Por qué? David Field, de Carmignac Gestión, lo tiene claro. “Para apagar las llamas de la crisis financiera, los bancos centrales se han visto obligados a inyectar enormes cantidades de liquidez en el sistema”. La máquina de hacer billetes ha trabajado sin parar y eso, a juicio de este experto, “puede dar lugar a algún tipo de crisis inflacionista cuando se asienten los primeros signos de recuperación económica”. “En esta eventualidad, concluye, el oro representa la mejor defensa para proteger la cartera frente a la inflación”. Del mismo modo, Emilio Álvarez, creador del fondo Vortex Capital Global Precious Metals Fund, opina que en 2010-2011 volverán las presiones inflacionistas “y volveremos al escenario que teníamos hace un par de años cuando nos preocupara la inflación y subían los tipos de interés”. Contexto que para Álvarez hará que “el oro llegue a cotizar a 4.000-5.000 dólares la onza entre 2012 y 2015”. Más comedidos en sus estimaciones son los expertos de Merrill Lynch, para los que la onza de oro se cambiará a 1.500 dólares en 2.010 porque “es uno de los pocos activos líquidos que no teme al crédito, a la inflación, a la inestabilidad de la política o al riesgo divisa”. Mientras, UBS defiende la idea de que podemos ver al metal brillante en los 2.500 dólares en los próximos años.

En resumen, apoya la teoría de una tendencia del oro al alza continuada un cambio de escenario bien distinto frente al actual: de tipos en torno al cero por ciento a nivel mundial, a subidas en el precio del dinero; de deflación, a una elevada inflación y de la deuda como refugio, al oro como relevo en este papel.