Desde Bitvavo consideran que el cierre de 2025 es especialmente complejo: la liquidez global ha caído, el sentimiento inversor sigue siendo débil y el precio se mueve en rangos estrechos.
Oriol Blach señala que, ahora mismo, conviven dos grandes narrativas: quienes se fijan en los ciclos de Bitcoin y los “halvings”, y quienes miran sobre todo los ciclos de liquidez y las políticas monetarias. Según qué marco se use, el futuro parece muy distinto, lo que hace que incluso muchos expertos duden de sus propias tesis.
A corto plazo es difícil predecir nada, pero a largo plazo, dado que Bitcoin apenas tiene 15 años y la adopción no deja de crecer, se declara estructuralmente optimista.
Uno de los grandes focos para 2026 serán las altcoins. Salvo excepciones como Bitcoin, Ethereum, Solana o XRP, la mayoría siguen muy por debajo de los máximos del ciclo anterior y continúan en un mercado bajista. Cree que habrá que vigilar si, con nuevos programas de expansión cuantitativa (QE) y más liquidez, estas altcoins de calidad —las que realmente aporten utilidad, generen ingresos y tengan uso real en la economía— empiezan a recuperarse.
Ligado a esto sitúa el boom de las stablecoins: hay cientos, pero el valor real está donde existe efecto red y cumplimiento normativo. USDT domina en uso, pero no encaja bien con MiCA ni con la regulación estadounidense; a ojos institucionales ve más futuro en USDC, de Circle, que incluso está lanzando su propia capa 1 para que el volumen de USDC pase por su red. Grandes empresas de pagos como Stripe o bancos europeos trabajan en sus propias stablecoins, pero Oriol Blanch anticipa consolidación: no sobrevivirán tantas, sino las que logren verdadera adopción.
Otro eje clave es la privacidad. Las tecnologías de “zero knowledge proofs” abren puertas muy potentes, pero hoy las cadenas públicas son totalmente transparentes y las monedas de privacidad como Monero o Zcash chocan con MiCA y quedan fuera de exchanges regulados como Bitvavo. Oriol prevé un modelo mixto: cadenas públicas como Ethereum para tokenización y activos del mundo real, y cadenas privadas bancarias (como las de JP Morgan o Ripple) para movimientos internos de gran volumen, donde la privacidad es crítica.
Sobre la narrativa de inteligencia artificial aplicada a cripto, opina que ha habido mucho hype y poca adopción real en blockchain, más allá de usar la IA como herramienta para analizar proyectos. Ve más recorrido, en cambio, en los mercados de predicción tipo Polymarket, donde ya se aprecia crecimiento de usuarios y utilidad para cubrir posiciones y “leer” dónde se posiciona el capital informado.
En cuanto a Bitcoin, destaca que en 2025, pese a las caídas recientes y al drenaje de liquidez en EE. UU., el activo ha mostrado fortaleza gracias a compras institucionales, ETFs y tesorerías corporativas. Cada vez cree más que el clásico ciclo de cuatro años ligado al halving está perdiendo vigencia y que se entra en una fase de “superciclo”, con ciclos más largos, más peso institucional y un entorno de posibles QE, regulación más clara y un contexto político en EE. UU. potencialmente procripto. El corto plazo es incierto, pero su lectura de fondo sigue siendo claramente alcista.
Recuerda que desde Bitvavo ayudan al inversor en la parte fiscal con extractos detallados, colaboración con plataformas como Waltio o Blockpit, resúmenes semanales del mercado y promociones como el sorteo de un bitcoin entre quienes operen en su plataforma.

