No pasa International Business Machine por la mejor de las situaciones de su historia. En los últimos años los cambios en la tecnología han sido tantos, y tan abruptos, que como a otras empresas del sector a IBM negocios como la nube (cloud) le han pillado con el paso cambiado.
Y lo está pagando caro. Lo vimos en la última publicación de sus cuentas anuales, cuando volvían a caer las ventas por séptimo trimestre consecutivo. También los beneficios.
Así lo explicaban los expertos de Morgan Stanley: “la presión en los modelos de negocio de software por la nube es clara y el negocio de hardware está en caída clara. En tecnología estamos ante un cambio fuerte en modelos de negocio y las compañías incumbentes están viendo como sus negocios tradicionales son erosionados”.
Si, IBM que fue una de las primeras compañías en vender un ordenador personal allá por los años 80 del pasado siglo es considerada una compañía incumbente con pies de plomo y con la incapacidad propia de los gigantes para actuar con rapidez para adaptarse a los cambios. Y la nube está muy arriba y muy lejos aún para Microsoft.
Y esto es lo que le achacan los analistas que no creen en IBM: su incapacidad para recuperar las ventas y adaptarse a la nube o a los servicios de análisis de datos, o al social media, o a cualquiera de esos negocios con más proyección de beneficios.
De hecho, en Morgan Stanley tras los resultados explicaban a sus clientes: “Aprovechamos para recordaros algunas compañías que nos gustan y que se benefician de los cambios en la industria: Western Digital, Seagate, Amazon, Google”. De IBM ni rastro.
Sin embargo, además de los analistas que han dejado de creer en el negocio de IBM, también existen los “creyentes”, los que apuestan que la compañía será capaz de reinventarse, como ya ha hecho en más de una ocasión desde su nacimiento en 1911.
En ese momento era una empresa que se dedicaba a fabricar máquinas para contabilidad. Después de algunos cambios en 1950 ya fabricaba los primeros ordenadores, en los 80 vendía los primeros ordenadores personales y en la década de los 90 entraba de lleno en la comercialización de servicios.
Y pretende seguir cambiando. Hace unas semanas su consejera delegada Ginni Rometty afirmaba “tu diriges un negocio hoy y lo reinventas para el futuro al mismo tiempo. Si intentas comparar ayer y hoy, la velocidad de hoy es mucho mayor”.
La caída de la demanda de hardware ha herido los ingresos de la compañía con lo que la empresa quiere crecer en la nube y en resto de sectores.
Por eso se ha sumergido en un profundo proceso de cambio en el que ha vendido su unidad de hardware a Lenovo. Lo hizo hace apenas unas semanas por algo más de 2.000 millones de dólares. El año pasado compró otra compañía para introducirse mejor en el negocio de la nube, SoftLayer.
Además, este año ha comenzado un proceso de reestructuración en el que se ha planteado despedir a 13.000 personas sólo este ejercicio. De hecho, el año pasado fue el primer ejercicio en una década en el que se reducía el número de empleados de la empresa.
Los que no creen
Los inversores descreídos avisan de que por muy buenas que sean las intenciones de la compañía y por mucho que sigan repitiendo el objetivo de ganar 20 dólares la acción en 2015 (casi el doble que en 2010), las cosas no van a ser sencillas.
Creen que la empresa no está bien posicionada para competir en el ámbito de la nube, y lo comparan con Amazon. Señalan que su programa de recompra de acciones (uno de los más señalados de Wall Street) es una muestra de que la compañía ve pocas posibilidades para invertir en el futuro.
Los que creen
Los más creyentes afirman que aunque es cierto que IBM se enfrenta a varios retos, sus pasos para crecer en la buena dirección, la que la lleva a la nube. También considera que es una buena señal que no haya hecho ninguna gran adquisición y, por el contrario, alaban su programa de recompras.
Destacan también su bajo PER, en torno a las 13 veces, muy inferior al de otras competidoras e, incluso, al del propio S&P 500.
Entre los creyentes está Warren Buffett. Su compañía, Berkshire Hathaway, es el mayor accionista de IBM en estos momentos.
Según los datos de Facset, en la actualidad los creyentes, son un 22%, que son los analistas que aconsejan comprar el valor. Por el contrario, los descreídos de la acción corresponden un 7%. El 71% restante son analistas que siguen buscando la fe, ya que aconsejan mantener las acciones de la compañía, con un precio objetivo medio de 186,86 dólares por acción.