
El ejercicio 2025 ha sido, contra todo pronóstico, un año en el que la economía global ha demostrado una notable capacidad de resistencia. La guerra arancelaria, la incertidumbre política, la evolución de la inflación y el rumbo de los bancos centrales marcaron el pulso de los mercados desde comienzos de año. Sin embargo, el balance final dista mucho de los escenarios pesimistas que se descontaban en el primer trimestre.
En este sentido, Pedro Martos Pérez, director de Banca Privada Sur de Unicaja destaca que 2025 ha cerrado en positivo gracias a varios factores clave: “la acumulación preventiva de inventarios por parte de empresas, el retraso en la implementación real de los aranceles y, finalmente, la aplicación de tasas mucho más moderadas de lo inicialmente anunciado”. Y a ello se suma “una correcta gestión de la inflación por parte de los bancos centrales, lo que ha permitido que el crecimiento final supere las previsiones iniciales más pesimistas”.
Por su parte, Lorenzo Macías, analista de inversiones de FUNDATIA (Fundación de Unicaja) pone el foco en la fortaleza de los fundamentos macroeconómicos: “crecimiento, inflación controlada, estrechamiento de diferenciales de tipos entre EEUU y Europa, y un mercado laboral cercano al pleno empleo”. Además, reconoce que 2025 ha sido un año difícil de prever, con frecuentes revisiones de crecimiento por parte de organismos internacionales, pero subraya que la inversión en inteligencia artificial, financiada por caja y no por deuda, está generando crecimiento de calidad. Aunque existe cierto miedo a una posible burbuja, mientras los datos de PIB, empleo y beneficios empresariales se mantengan sólidos, defiende “seguir posicionados en activos de crecimiento”.

José Miguel Barreto, Asesor Financiero de Caser Asesores describe un mercado que acumula cerca de dos años de “bull market”, donde el ruido arancelario apenas ha tenido impacto real sobre las cotizaciones. Señala que “Se han premiado activos altamente especulativos y sectores con betas altas, hay algunos paralelismos respecto al año 2000 pero, a su vez, importantes diferencias, los PER de las grandes tecnológicas de ahora son mucho mas acordes respecto a aquella época, 30-35”. Aun así, considera que la inteligencia artificial será un motor decisivo de productividad, eficiencia y solvencia para las empresas. “El gran dilema es si llegará antes una expansión económica sostenida o una posible burbuja”.
Y, por último, Luciano Massone, Director de Gestión Patrimonial en Málaga de Mapfre Gestión Patrimonial introduce un elemento clave: “la enorme concentración del mercado en una sola gran empresa, cuyo tamaño y resultados parecen condicionar el comportamiento del resto de activos a escala global. Mientras esa “rueda” siga girando, el crecimiento continuará respaldado”. No obstante, advierte de que la mayor incertidumbre actualmente se encuentra en la renta fija, marcada por los elevados déficits públicos, los reajustes estructurales y las dudas sobre la capacidad de mantener la inflación en niveles compatibles con la estabilidad de los mercados.
Riesgos, carteras y ajustes
Tras un año dominado por la resiliencia de los mercados, el optimismo en torno a la tecnología y la inteligencia artificial, y un entorno monetario todavía restrictivo, los inversores afrontan el cierre de ejercicio con una pregunta clave: ¿es momento de asumir más riesgo o de reforzar la prudencia?
En este sentido, desde Unicaja advierten de un exceso de optimismo en el mercado y recomiendan cautela para el final de año y comienzos del próximo ejercicio. Entre los principales riesgos que vigilan están una inflación estadounidense superior a lo esperado, un posible ajuste en las grandes tecnológicas y una desaceleración global. Ante este escenario, han reducido duración en renta fija, mejorado la calidad crediticia del conjunto de la cartera y aumentado el peso en deuda soberana. En renta variable han rotado hacia sectores más defensivos, con el objetivo de estar bien posicionados para aprovechar una eventual corrección como oportunidad de compra.

Desde FUNDATIA, con un enfoque centrado en la preservación de capital, defienden una posición de neutralidad y cautela en el corto plazo, acompañando en el crecimiento a Estados Unidos sin asumir grandes riesgos y concentraciones en tecnología . A largo plazo, identifica a Europa como foco estructural de oportunidades, especialmente en defensa, infraestructuras, movilidad e independencia estratégica. En renta fija apuestan por investment grade frente al high yield, dada la fuerte compresión de diferenciales donde no justifica el aumento de riesgo, con duraciones intermedias, pero muy atentos a los datos de inflación que puedan afectar al tramo largo de la curva. Además, refuerzan la descorrelación a través de activos alternativos y estrategias market neutral, cubren completamente el riesgo divisa fuera del euro en el segmento de renta fija y destacan el papel del oro como activo refugio en 2025.
En Caser Asesores no ven una burbuja inminente en la inteligencia artificial y apuestan por mantener una exposición elevada a tecnología para no perder el potencial de rentabilidades de doble dígito. En renta fija se posicionan en duraciones cortas (dos a tres años) y mantienen una visión positiva tanto en high yield europeo como estadounidense. Para equilibrar riesgos en renta variable, complementan la cartera con estrategias alternativas long/short y market neutral. Y además, señalan el creciente atractivo de Asia y los mercados emergentes como foco de oportunidades.
Y por su parte, en Mapfre Gestión Patrimonial también descartan una burbuja en inteligencia artificial y subrayan su impacto transversal en múltiples sectores, más allá de la tecnología pura. En renta variable se muestran constructivos, con mayor peso en Estados Unidos y una posición más neutral en Europa, a la espera de una mejora clara en resultados empresariales. En renta fija priorizan plazos cortos y elevada calidad crediticia. A medio plazo mantienen una visión constructiva sobre Asia y, de forma táctica, detectan oportunidades con alto potencial en sectores como la automoción, actualmente con valoraciones muy castigadas.
Perspectivas para el 2026 y dónde poner el foco
De cara a 2026, el mercado se enfrenta a un nuevo equilibrio entre optimismo estructural y riesgos de corto plazo cada vez más visibles. La fortaleza de la tecnología, el tirón de la inteligencia artificial y la resiliencia de los activos de riesgo conviven con señales de alerta en el consumo estadounidense, el crédito, la geopolítica y las valoraciones.
Aquí, Pedro Martos de Unicaja defiende carteras globales, multiactivo y muy diversificadas para reducir la volatilidad. Prioriza renta fija de calidad (deuda pública y crédito financiero), algo de renta fija emergente, sectores defensivos, activos ligados a la inteligencia artificial, oro y una pequeña parte en capital privado. Insiste en que la clave es permanecer invertidos y gestionar las correcciones sin intentar evitarlas.

José Miguel Barreto de Caser Asesores ve valor en las pequeñas compañías de EEUU, castigadas por valoraciones y por el impacto del conflicto arancelario. Destaca a China e India como grandes oportunidades en emergentes por crecimiento, industrialización e impulso en inteligencia artificial. Y también apuesta con fuerza por los mercados privados como vía de diversificación, menor volatilidad emocional y mayor rentabilidad a largo plazo.
Por su parte, Lorenzo Macías de FUNDATIA (Fundación de Unicaja), señala a Europa como uno de los grandes focos para 2026, tanto por descorrelación como por oportunidad relativa. Cree que el año puede traer correcciones moderadas, por lo que recomienda decisiones estratégicas y no tácticas. “La diversificación y los fundamentales serán el mejor escudo frente a la volatilidad”.
Y, finalmente, Luciano Massone de Mapfre GP reitera que no hay que hacer market timing. En renta fija apuesta por plazos cortos y alta calidad crediticia. En renta variable mantiene a Estados Unidos como motor principal, posición neutral en Europa y presencia en Asia, incluyendo Japón y Corea, como pilares de diversificación.
2026 se perfila así como un año de equilibrio entre oportunidades estructurales y riesgos latentes, donde la disciplina, la diversificación y la visión de largo plazo marcarán la diferencia. En un mercado dominado por la tecnología, la geopolítica y la transición económica, la clave no estará en anticipar cada movimiento, sino en construir carteras sólidas capaces de resistir la volatilidad sin renunciar al crecimiento. Porque, como recuerdan los expertos, estar invertido y con criterio sigue siendo la mejor estrategia.
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