“No es cierto que los seres humanos somos seres racionales por excelencia. Somos como los mamíferos, seres emocionales que usamos la razón para justificar u ocultar las emociones en los cuales se dan nuestras acciones”. Así de contundente se mostraba el autor Humberto Maturana al hablar de la racionalidad de los seres humanos y la forma en la que tomamos nuestras decisiones a lo largo de nuestra vida.

Lo mismo ocurre a la hora de invertir en cualquier producto financiero. Los individuos tienen sentimientos, emociones  y diferentes sesgos que nos hacen actuar de una forma u otra a pesar de que intentemos que la razón sea el motor que nos hace escoger, tal y como explica Daniel Suárez en el máster de inversión y trading de Estrategias de Inversión, el cual hemos comenzado esta semana.

Esto último dinamita, por tanto, la teoría financiera clásica la cual apuntaba que los inversores actúan siempre bajo el paraguas de la razón. Es decir,  un mercado financiero es eficiente si los precios establecidos incorporan toda la información disponible de los activos negociados en el mercado.

No obstante, este modelo no era capaz de entender por qué existían muchos de los patrones que el mercado seguía. Debido a esto último, se produjeron otras teorías como la conductista, el cual se basa en que el inversor no siempre se guía por la razón sino que esta última está limitada, dándose sesgos emocionales e irracionalidades.

 “Hay que hacer de abogado del diablo en nuestras inversiones”

Estos sesgos cognitivos se dan ante la imposibilidad de conocer toda la información del mercado. Por ello, una de las recomendaciones de Daniel Suárez en el máster de Estrategias de Inversión es  “hacer de abogado del diablo”.

Esto se debe a que en multitud de ocasiones nos dejamos llevar por sesgos emocionales, entre ellos el ‘sesgo de confirmación’, el cual nos hace pensar que todo lo que nos rodea (análisis, artículos, recomendaciones…) confirma nuestra teoría sobre una inversión que vamos a realizar sin importar si esta es correcta o no.

Los rumores, las recomendaciones y las llamadas de atención por parte de analistas -y a veces personas totalmente ajenas al mundo financiero- provoca que  las personas decidan entrar en un valor con un elevado precio y otras veces venderlo cuando está realmente bajo, entre otras cosas.

Esto se debe a que en algunas ocasiones nuestras operaciones están dominadas por nuestras emociones. No obstante, a pesar de que sea imposible dejarlas a un lado existen fórmulas para intentar suavizarlas; entre ellas no seguir a la mayoría, mantener la calma o diversificar el riesgo.

Razón Vs corazón

Después de conocer estas últimas dos teorías, se dio a conocer la teoría de los mercados adaptativos en donde concilian ambas posiciones, haciéndose un hueco la razón y las emociones. Como idea central presenta la necesidad de plantear el análisis de los mercados financieros desde un enfoque que pase de entender al agente de dichos mercados como un agente que forma “expectativas racionales o hiperracionales”, y lo entienda como un agente con racionalidad limitada.

Por lo tanto, ¿es el inversor un ser racional? La respuesta a esta pregunta es sí pero también hay que añadir que es a su vez un ser emocional, el cual sufre alegría, pánico, euforia y codicia entre muchas otras cuestiones; provocando que se den esos movimientos en el mercado.

Así lo explicó Daniel Suárez en el máster de inversión y trading de Estrategias de Inversión, el cual comenzó el pasado martes, donde los alumnos pudieron conocer de primera mano cómo se comportaban los inversores y los ciclos de mercado, entre otras cosas.

Suárez es uno de los múltiples profesores que forman parte del máster –el cual durará nueve meses- el cual ofrece un completa visión global de los mercados combinando el análisis del ciclo económico, análisis técnico y productos, que permitirán gestionar las inversiones y utilizar las herramientas necesarias para un correcto plan de trading.