1. ¿Qué lectura hacéis desde EBN Banco sobre la sostenibilidad del rally en el que está inmerso el S&P 500? 

Observamos un mercado muy polarizado. Los valores tecnológicos continúan considerándose los principales beneficiados de la carrera por la inteligencia artificial. Desde nuestro punto de vista, el mercado está pasando por alto ciertos riesgos, especialmente unas expectativas que están llevando las valoraciones a niveles difíciles de justificar.

En la última década, el precio del S&P 500 ha aumentado un 248%, un ritmo muy superior al crecimiento de las ventas, los dividendos o los beneficios por acción. Esta divergencia evidencia que las valoraciones han avanzado mucho más rápido que los fundamentales, algo que, al menos, debería servirnos como señal de alerta.

Desde EBN Banco, mantenemos una visión prudente. Aunque reconocemos que el crecimiento tecnológico es una tendencia estructural de largo plazo, la amplitud del mercado no acompaña. Esto significa que la mayor parte de las subidas bursátiles se concentra en un puñado de valores, lo que resulta en unos índices cada vez menos diversificados. Para ponerlo en contexto, las llamadas 'Siete Magníficas' suponen ya más del 31% del índice S&P 500.

Si bien esta concentración no es necesariamente un problema por sí misma, sí genera dos efectos que nos preocupan:

1. Una excesiva concentración del riesgo en los índices.
2. Un escenario donde parece que muy pocos actores se quedan con la totalidad de la tarta.

Esta dinámica, en nuestra opinión, genera sustanciales dudas sobre la sostenibilidad del actual relato del mercado.

2. La IA es la megatendencia imperante en los mercados financieros. ¿Están sobrevaloradas las 7 Magníficas o tienen margen para seguir subiendo?

Si nos centramos en valoraciones, observamos en el anterior gráfico que, a los precios actuales, nos situamos en el rango más alto de la serie histórica si lo relacionamos con las ventas proyectadas (el ratio Precio/Ventas futuro). La evidencia es, por tanto, clara concluyendo que las valoraciones de 8 veces ventas son, a todas luces, exigentes.

La IA es, sin duda, la gran megatendencia del momento, y eso ha llevado a que las 'Siete Magníficas' coticen con primas de valoración muy exigentes frente al resto del mercado. No se trata solo de crecimiento esperado, sino de expectativas casi perfectas en términos de beneficios y márgenes. Desde ese punto de vista, sí vemos que una parte significativa del rally ya descuenta un escenario extremadamente optimista.

Bajo nuestra manera de entender la inversión en renta variable, se trata más de valorar el potencial y riesgo a nivel relativo frente a niveles absolutos, después de todo se paga a los equipos directivos para tener beneficios crecientes. En otras palabras, esto pasa por determinar qué peso tiene sentido dentro del conjunto de la cartera y cómo complementar esa exposición con otros sectores que cotizan a múltiplos mucho más razonables. Más allá del impulso de la IA, existen segmentos más maduros, pero aún con potencial de crecimiento —como salud, industriales o servicios financieros— que presentan valoraciones más equilibradas, un crecimiento quizá más moderado y unos fundamentales sólidos.

En definitiva, la IA seguirá siendo un motor estructural del mercado, pero la clave está en diversificar, equilibrar los pesos y evitar una cartera excesivamente dependiente de una misma narrativa, por muy convincente que esta sea.

3. Más allá de las empresas más capitalizadas, ¿qué impacto puede tener la IA en sectores más tradicionales del índice?

La IA está abriendo una oportunidad clara para que los sectores más tradicionales del índice mejoren significativamente su eficiencia. El foco no está tanto en reinventar estos negocios, sino en la automatización de procesos que hasta ahora dependían de estructuras más manuales o menos optimizadas.

Sectores como energía, utilities, salud, consumo básico o industriales pueden integrar la IA en áreas muy concretas: mantenimiento predictivo, optimización de cadenas logísticas, mejora en la gestión de inventarios, análisis de riesgos operativos o reducción de tareas administrativas. Estos avances permiten elevar la productividad y mejorar los márgenes sin necesidad de grandes cambios estructurales.

Es una parte del impacto de la IA que todavía está menos presente en el debate de mercado, pero que puede generar un efecto de mejora progresiva y más distribuido a medida que la tecnología se incorpore en los procesos del día a día.

4. ¿Podría existir una burbuja relacionada con la IA como temen algunos inversores?

El debate sobre una posible burbuja en torno a la IA es comprensible si miramos los retornos que han generado las compañías más expuestas a ello en los últimos trimestres. Han sido rentabilidades muy por encima de la media histórica, y es razonable dudar de que puedan repetirse con la misma intensidad en el corto plazo. Parte del entusiasmo ya está reflejado en las valoraciones.

Aun así, no pensamos que estemos ante una burbuja. El riesgo, en nuestra opinión, no es la existencia de una burbuja, sino asumir que los retornos excepcionales de los últimos meses son extrapolables indefinidamente. Ahí es donde vemos una mayor desconexión. El mercado ha puesto el listón muy alto, y eso obliga a gestionar exposiciones y ponderaciones con prudencia, evitando concentraciones excesivas en un grupo muy reducido de valores.

El gráfico de JPMorgan refuerza esta idea: cuando las valoraciones parten de niveles tan exigentes como los actuales, las futuras rentabilidades tienden a moderarse. No es un argumento de burbuja, pero sí una señal de que los retornos excepcionales ligados a la IA no son fácilmente extrapolables.

En resumen, la IA está generando disrupción real, pero eso no implica que las rentabilidades recientes puedan mantenerse al mismo ritmo. La clave está en cómo estar posicionados, no en renunciar a la temática ni en abrazarla sin matices.

5. ¿Qué implicaciones tiene para la diversificación de carteras la concentración tan elevada del S&P 500 en las Big Tech?

Hay que tener la capacidad de poder calibrar correctamente las valoraciones en un contexto donde unas pocas compañías explican gran parte del comportamiento del índice. 

La elevada concentración del S&P 500 en las Big Tech tiene implicaciones claras para la diversificación. Igual que comentábamos antes con las 7 Magníficas, el riesgo no está en tener exposición a estas compañías, sino en cómo ponderarlas dentro de la cartera.

Cuando un grupo tan reducido de valores explica una parte tan significativa del comportamiento del índice, la diversificación se vuelve más compleja: si el inversor replica pasivamente el S&P 500, está aceptando una concentración muy elevada en un único tipo de narrativa, mientras que, si intenta reducir ese peso, asume el riesgo de quedar por detrás del mercado si esas compañías siguen liderando el ciclo.

La clave está en construir carteras donde la exposición a las grandes tecnológicas conviva con sectores que cotizan a múltiplos más razonables, con ciclos de beneficios distintos y que pueden actuar como amortiguadores si la temática de IA pierde tracción en algún momento.

6. ¿Seguirá batiendo récords el S&P 500 en 2026? ¿A qué niveles podría llegar el indicador?

Sobre si el S&P 500 seguirá batiendo récords en 2026 o qué niveles podría llegar, no nos aventuramos a hacer predicciones, aunque estadísticamente el mercado en el largo plazo es alcista.

Lo que sí tenemos claro es nuestro posicionamiento: en un índice cada vez más concentrado, el foco no debería estar en anticipar niveles, sino en cómo gestionar esa concentración. Preferimos carteras con una exposición más equilibrada, donde el peso de las grandes tecnológicas no determine por completo el comportamiento del conjunto.

En nuestra opinión, esa diversificación es más relevante para el inversor que tratar de adivinar si el índice superará nuevos máximos en una fecha concreta.