Dos métodos para hacerse rico invirtiendo

No recomendamos seguir normas generales arbitrarias y rígidas, pero recurrir a algunos conceptos básicos de diversificación puede ser la mejor opción para muchos inversores. Veamos a continuación en qué consisten estos dos métodos.

¿Y si quiero convertirme en multimillonario?

Hay personas excepcionales con vocación de ser insultantemente ricos que han concentrado sus inversiones para lograrlo. Una de las formas más comunes ha sido creando su propio negocio y conservando la propiedad del mismo. Se trata, obviamente, de individuos mucho menos diversificados que el inversor medio, al menos en las primeras etapas en que acumulan su patrimonio. Mark Zuckerberg –Facebook–, Jeff Bezos –Amazon–, Carlos Slim –TelMex– y Amancio Ortega –Zara, Inditex– se hicieron ricos, en gran medida, a través de las empresas que fundaron.

Otro ejemplo interesante es Charlie Munger, que no constituyó ninguna sociedad, pero amasó una desorbitada fortuna ayudando a alguien en sus negocios: Warren Buffett. La gente como Munger puede prosperar acompañando a los emprendedores, aunque esta opción también implica bastante concentración. Lo mismo podría decirse de otros altos directivos y de las personas en las que más se apoyan.

En general, muchos de estos ejecutivos, incluso sin ser de alto rango, consiguen gran parte de su riqueza concentrando su capital en la empresa para la que trabajan. Lo repetimos: puede ser una estrategia arriesgada. Quedarse solo con las historias de éxito nos aleja de la realidad. ¿Cuántos miles o millones de personas invierten todo su tiempo, energía y dinero en un proyecto y fracasan? Es difícil de estimar, pero centrarse solo en los multimillonarios y creer que sus éxitos no son algo fuera de lo común significa incurrir en un error de comportamiento llamado sesgo de supervivencia.

Muchas de estas personas, con independencia de que logren sus objetivos o no, seguramente conocen los riesgos que entraña esta apuesta. Además, hasta el empresario más exitoso ha saboreado alguna vez la amargura del fracaso.

Otro camino para hacer fortuna

Afortunadamente, para las personas que no se sienten cómodas asumiendo tales riesgos, hay otra manera de hacer las cosas más común y, quizás, tradicional: conseguir un trabajo bien remunerado, vivir austeramente, ahorrar mucho e invertir bien. No se trata de una opción segura ni sencilla y, claro está, también es atrevida. Algunos partidarios de esta fórmula cometen errores de inversión que más tarde han de compensar con trabajo o recortando aún más el gasto; en otros casos aciertan con las inversiones, pero de forma pasajera se devalúan, dado que aquellas que ofrecen mayor rentabilidad tienden a ser más volátiles a corto plazo.

Si usted pretende engrosar su fortuna según lo descrito, debería adoptar un punto de vista diametralmente opuesto al de los archimillonarios: asegúrese de no mantener en cartera demasiadas acciones de la misma empresa o segmento del mercado.

Puede parecer intuitivo, pero se olvida con facilidad, en particular cuando este tipo de «cazadores» de riqueza trabaja en sociedades con planes de retribución que incluyen opciones sobre acciones. Si no vigila su patrimonio, esto podría suponerle un riesgo de concentración sin pretenderlo porque la regla del cinco por ciento mencionada arriba también se aplica a las acciones de su propia empresa; más si cabe, ya que invertir en ella significa que tanto su salario como su cartera podrían estar expuestos al riesgo de quiebra, al fin y al cabo otra consecuencia indeseada de la concentración. Por más confianza que le generen sus propias competencias laborales o la solidez del negocio, muchas compañías aparentemente boyantes se han ido a pique por motivos imprevistos; otras han perdido valor y han tenido que despedir a empleados.

La regla del cinco por ciento es la clave

Seguramente habrá oído el axioma que dice «invierta en lo que conoce». Aunque le parezca que se puede aplicar a su empresa porque quizás trabaje allí desde hace décadas, a menos que sea el máximo responsable no puede saberlo todo sobre ella. Aun siendo así, a veces es difícil predecir cuándo algo está a punto de torcerse. Además, si estuviera al tanto de algún hecho extraordinario, estaríamos hablando con casi total seguridad de información privilegiada y, por lo tanto, sería ilegal que se aprovechara de ella.

Muchos inversores recordarán una empresa estadounidense llamada Enron, cuyo negocio se derrumbó al descubrirse un fraude financiero masivo durante el mercado bajista de principios de la década del presente siglo. Pese a ser ajenos al delito, muchos de sus empleados se quedaron sin trabajo y, a la vez, perdieron hasta el último centavo de sus inversiones en acciones de la empresa. Aquellos que mantuvieron una posición en Enron por debajo del cinco por ciento probablemente no se vieron tan afectados.

Incluso las empresas que consiguen evitar la quiebra pueden atravesar largos periodos de debilidad. Cualquier exposición excesiva a una misma compañía reduce la diversificación y aumenta el riesgo. Nada le protegerá completamente de que una empresa sufra un descalabro, son sus estrategias de diversificación las que lo harán.

En resumidas cuentas, si quiere engrosar las filas de los multimillonarios, estudie la posibilidad de emprender un negocio o de buscar a un emprendedor que le suscite confianza y ofrézcale su ayuda. Si considera que estos proyectos conllevan un riesgo demasiado alto, siempre le quedará la opción de ahorrar, diversificar y recordar las virtudes de la regla del cinco por ciento.

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