Su célebre frase “haré todo lo que se necesario para salvar el euro… y créanme, será suficiente” es ya historia de la economía y de la Unión Europea, como es la reunificación alemana o la creación de la divisa común. Los ocho años de Draghi como presidente del BCE también serán recordados por haber sido el primer banquero central que no subió los tipos de interés durante su mandato y sobre todo por la transparencia con la que comunicó al mercado los pasos a seguir por el organismo monetario frente a la ambigüedad que caracterizó al mandato de su antecesor en el cargo, Jean Claude Trichet. 

“La escuela Draghi ha demostrado ser independiente de los Estados miembros. Recordemos que Draghi ha manifestado sin tapujos que los gobernantes alemanes tenían la competencia de gobernar su país pero que gobernar el BCE era competencia suya. También la escuela del italiano se ha alejado del carácter demasiado académico de otros banqueros centrales seguros en su torre de marfil. Draghi aúna un carácter académico brillante con una excepcional sensibilidad a la realidad de la economía de los mercados gracias a su carrera en bancos de inversión como Goldman Sachs”, apunta Robert Casajuana, director de inversiones institucionales de SLM (Andbank).

Adiós Mario Draghi, hola Christine Lagarde

Ocho años marcados por la crisis de deuda soberana, la lenta recuperación y la debilidad que presenta en este momento la economía del Viejo Continente. La media del crecimiento de los países de la eurozona está en niveles anémicos en el 1,1%, y la desaceleración también se deja sentir en la inflación que se sitúa en el 1,1%, lejos del mandato del BCE de mantener el IPC en un nivel inferior, aunque próximo, al 2% a medio plazo. 

Draghi ya ha dejado las cartas marcadas a su sucesor, Christine Lagarde. El Consejo de Gobierno del organismo monetario decidió reducir los tipos de interés a la facilidad de depósito 10 puntos básicos hasta el -0,5% el pasado 12 de septiembre y puso en marcha un programa de compra de activos (APP) a un ritmo mensual de 20.000 millones de euros a partir del 1 de noviembre.

El BCE, asimismo, lanzó dos medidas adicionales extra: un cambio en el vencimiento de las operaciones de refinanciamiento a largo plazo con objetivos trimestrales (TLTRO III), que pasará de dos a tres años, y un tipo de depósito escalonado, de forma que no se cargará a los bancos un -0,5% por el total de la liquidez depositada en el BCE.

Todas estas medidas, sin embargo, no han sido acogidas con total unanimidad en el seno del banco central y ha recibido las críticas de los gobernadores de los bancos centrales de Francia, Alemania, Austria y Holanda. La alemana Sabine Lautenschläger dimitió de su cargo en el Comité Ejecutivo en septiembre según anunció la autoridad monetaria en un comunicado. El mandato de Lautenschläger terminaba en 2022 y no alegó motivos de salud ni personales en su renuncia, lo que ha hecho aumentar los rumores de que los motivos son de índole ideológica al no compartir los estímulos de Draghi.

Una Europa que se para

De hecho, el italiano afirmó la pasada semana que los últimos datos sobre la economía de la eurozona "no muestran signos convincentes de un repunte del crecimiento en el futuro próximo" y defendió que el último paquete de estímulos aprobado por el emisor es "esencial".

El transalpino se despedirá con unos riesgos, que utilizando el lenguaje del BCE, siguen siendo persistentes. EEUU y China siguen sin resolver la guerra comercial y esta disputa ya se está dejando notar en las cifras macroeconómicas a nivel global.

La Oficina de Análisis Estadístico del Departamento de Comercio del Gobierno de Estados Unidos confirmó en septiembre que el Producto Interior Bruto (PIB) del país creció a un ritmo del 2% entre los meses entre abril y junio. "Además de suponer una desaceleración de más de un punto porcentual respecto al crecimiento del 3,1% que registró la primera economía del planeta entre enero y marzo, las cifras finales del segundo trimestre arrojan su menor crecimiento desde el primer trimestre de 2017", apunta Aitor Méndez, analista de IG.

El Brexit sigue también sin resolverse, aunque ya se empieza a ver la luz al final del túnel tras meses de mucho ruido. Este miércoles el Parlamento británico rechazó el brexit de urgencia que proponía Boris Johnson, aunque dio un primer aval al acuerdo con la Unión Europea (UE).

Antes estos riesgos, el BCE tiene hoy menos recursos a su alcance para hacer frente a una nueva crisis económica respecto a la capacidad que tenía en 2008. El BCE acumula en balance 4,47 billones de euros, que equivalen a alrededor del 40% del PIB de la zona euro, y que representa un incremento del 109% en comparación con la situación inmediatamente anterior al inicio del programa de compra de activos en marzo de 2015. Como apunta el economista de Citadel Ángel Ubide en su último libro 'La Paradoja del Riesgo' la política económica tendrá que asumir más riesgos en las próximas crisis.

 

Además del balance, que le deja con menor munición disponible de la que contaba cuando empezó la Expansión Cuantitativa, la eurozona sigue teniendo retos por delante como la falta de un presupuesto común, una política fiscal para los 19 países que integran el club del euro, tampoco se ha completado la unión bancaria y no existe una gobernanza bien definida. El único aspecto positivo es la experiencia que puede haber dado gestionar la mayor crisis económica desde el Crac del 29.

“La eurozona no está suficientemente equipada para afrontar una nueva crisis. La eurozona no ha hecho ningún progreso institucional. Sólo el Banco Central Europeo ha mantenido la moneda en condiciones de mercado, de forma bastante hábil. De hecho, es la creación de dinero, la impresión de euros, lo que ha permitido reforzar la zona monetaria, pero al precio de unos tipos de interés negativos, lo que significa, por ejemplo, que el ahorro no está suficientemente remunerado, por lo que nos encontramos en una situación que no puede considerarse normal en términos de gestión financiera”, indica Bruno Colmant, director de análisis macroeconómico de Bank Degroof Petercam.

Lagarde, una mujer acostumbrada a romper techos

En este escenario está llamada a asumir el reto de la presidencia del BCE la francesa Christine Lagarde. La primera mujer que asume los galones de la institución con sede en Fráncfort, de momento ha generado un consenso inusitado en los mercados gracias a su buen hacer en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y su experiencia al frente del ministerio de Economía y Finanzas francés durante la presidencia de Nicolas Sarkozy. 

Lagarde, acostumbrada a romper techos de cristal, llegó a la dirección del FMI en junio de 2011 en plena crisis de la deuda griega para sustituir a su compatriota Dominique Strauss-Kahn, caído en desgracia por sus escándalos sexuales. “Lagarde se caracterizó por actuar con mano firme durante ese período y por ser la cabeza visible de la institución, dejando el trabajo técnico de renegociar la deuda griega en manos de los técnicos bancarios. Licenciada en Derecho, ha logrado capear con éxito diversas situaciones problemáticas, si bien aplica en gran medida una política de mano de hierro con guante de seda”, analiza Michael Browne, gestor de la entidad estadounidense Legg Mason.

Los analistas creen que Lagarde aúna dotes de comunicación, muy importantes de cara a transmitir al mercado los mensajes de la institución en cada conferencia y rueda de prensa, y sobre todo diplomacia política en tiempos en los que deberá instar a los Gobiernos europeos a abordar reformas estructurales y políticas fiscales expansivas que apoyen el crecimiento, pese a que este tipo de cuestiones no son un mandato del BCE. El mercado también descuenta que Lagarde será flexible con los tipos de interés, en un claro continuismo con los años de Draghi, y en oposición a los ‘halcones’ del centro y el norte de Europa. 

De hecho, el día que se conoció su designación, el pasado 4 de julio, las bolsas europeas reaccionaron con subidas ante las expectativas de que la francesa pueda poner en marcha nuevos programas de estímulo. También lo hicieron los bonos alentados por las mismas expectativas que las bolsas. En principio, los activos más afectados ante un más que probable escenario de tipos bajos serán los bancos y el euro. 

“Además de fijar la política monetaria, el BCE también es responsable de la supervisión del sector bancario. Es probable que Lagarde utilice el poder del banco central para construir un sector bancario más robusto, lo que implica una mayor reducción de los préstamos improductivos en los balances de los bancos supervisados. Una medida que podría ayudar a fortalecer el sector bancario es la creación de una unión bancaria, tal y como propone el FMI, pero para conseguir que esto se apruebe dependería del incierto apoyo de los gobiernos de los Estados miembros del euro”, arguye en ese sentido Volker Schmidt, gestor sénior de Ethenea.

La historia recordará de forma positiva a Mario Draghi. Hizo "lo que era necesario" en los momentos más difíciles de la historia del euro y lo hizo, además, sin la ayuda de los políticos. No fue perfecto, pero el mercado comparte que ha sido el mejor banquero central que ha tenido el BCE.