Que todo cambie para que nada cambie, las situaciones complicadas -o llamémoslas crisis- son cíclicas y tarde o temprano vuelven aparecer, con mayor virulencia y con menos tiempo de por medio. Los períodos de bonanza son como la manta pequeña que nos tapa pero siempre nos deja alguna parte al descubierto, tapamos un sitio y destapamos otro. La situación actual la estamos solucionando con la receta de la deuda, más y más deuda, y cuando el sistema no pueda mas estallará la crisis de la deuda y volveremos a sumergirnos en otra debacle mayor y vuelta a empezar.

Estamos tan enrocados en la visión cortoplacista de las cosas importantes que las soluciones propuestas son meros parches bien intencionados que contribuyen a estabilizar emocionalmente a la población, pero que para poco mas sirven. No enfocamos el problema de fondo sino que gozamos de un estado de bienestar que no podemos pagar con nuestros recursos actuales y al acudir al endeudamiento tenemos una mala solución a largo y a corto plazo. La incertidumbre en la toma de decisiones, la clarificación de los problemas y, sobre todo, la adopción de medidas globales hacen de la situación un permanente quebradero de cabeza.

Los mismos que crearon la crisis son los mismos que tratar de resolverla, los mismos que estuvieron en su nacimiento son los mismos que cobran sus bonus- de cantidades desorbitadas- pero el problema sigue estando ahí. Nos estamos moviendo en círculos concéntricos, rodados por decisiones que bordean el problema pero no lo atacan y éste, como animal acorralado, se engrandece.

Qué se puede pensar de un rescate a Grecia, en el que sesudos economistas cifran en una cantidad, y pocos meses después este importe no sirve para nada, teniendo que acudir a otro segundo rescate y lo que es más importante, TAMPOCO VA A SERVIR PARA NADA porque el país heleno no puede pagar la ingente deuda que ha contraído, ni vendiendo todo el país metro a metro ¿A quién quieren engañar? Lo mismo podemos decir de las cuentas de nuestro país, es perfectamente extrapolable.

La disparidad de intereses contrapuestos unos a otros y las diferencias de valores hacen que sea difícil una solución a este problema, porque no hay un interés común en dar una solución y cada uno arrima el ascua a su sardina.

En la sexta edición de Riesgos Globales, dentro del Foro de Davos 2011, se indica que el mundo no está en condiciones de volver a sufrir grandes perturbaciones. La crisis financiera ha debilitado la resistencia de la economía mundial y aumentado la tensión geopolítica en todos los aspectos, no hay más que leer la prensa.
Se detallan en esta sexta edición, que hay además dos riesgos globales transversales de particular importancia, La desigualdad económica y las deficiencias en materia de gobernanza. Y esos a su vez repercuten en la evolución de muchos otros riesgos globales y limitan nuestra capacidad para responder a los mismos con la debida eficacia, la debilidad se instala y toma carta de naturaleza. Es como el agricultor que está regando a manta y ve que el agua se le desborda por una zona y lo soluciona, después por otra y lo vuelve a solucionar, pero está debilitando la totalidad de la zona de regadío y llega un momento que no puede acudir a todos los sitios. Ahí es cuando se desmorona todo y se viene abajo en sistema.

A medida que crece la unión o interrelación en el mundo, también aumentan las distancias. Parece una paradoja, pero es una realidad. Ese gap se acrecienta cada día más y constituye un peligro para la estabilidad a nivel global.
La globalización ha generado un crecimiento económico sostenido durante una generación: redujo y reconfiguró el mundo y aumentó su grado de interrelación e interdependencia, pero por otro lado, sus beneficios se distribuyeron de forma desigual y una minoría habría cosechado sus frutos de una manera desmesurada y desproporcionada.
Sigue el Foro indicando y poniendo el énfasis en tres grupos de riesgos globales y transversales que son:

Desequilibrios macroeconómicos

Un grupo de riesgos que incluye los desequilibrios macroeconómicos y la volatilidad cambiaria, las crisis fiscales y el derrumbe de los precios de los activos. Surge de la tensión entre la creciente riqueza e influencia de las economías emergentes y los altos niveles de endeudamiento de las economías avanzadas. Por un lado, países como China y la India, que acumulan cada vez más reservas y por otra parte, los países más avanzados que no pueden sostener su nivel de bienestar, lo que provoca un nivel de tensión cada vez mayor.

En el boletín de Enero del 2011 del Banco de España y en su artículo “La reforma de la gobernanza económica en la UEM”, indica que “las lecciones que se derivan de la crisis que comenzó en Agosto del 2007, están impulsando cambios profundos en diversos ámbitos, entre las que destacan las reformas en la regulación y supervisión del sistema financiero orientadas a restablecer los controles adecuados y desarrollar políticas MACROPRUDENCIALES, QUE EVITEN LA ACUMULACION DE RIESGOS SISTÉMICOS”.

Área de economía ilegal

El área dE la economía ilegal. En este grupo de riesgos figuran la fragilidad de los estados, el comercio ilegal, el crimen organizado y a corrupción rampante, la interrelación del mundo, las deficiencias en materia de gobernanza y la disparidad económica crean oportunidades para que prosperen las actividades al margen de la ley, esos grupos de fuerza, instalados por doquier ocupan áreas cada vez mas importantes y especialmente donde los gobiernos muestran graves deficiencias.

Agua-Alimentos y energía

El rápido crecimiento demográfico del mundo y la creciente prosperidad económica ejercen presiones insostenibles sobre los recursos: se prevé que la demanda de agua, energía y alimentos crezca entre un 30% y un 50% en los próximos 20 años, entretanto, las desigualdades económicas incentivan respuestas a corto plazo en las áreas de producción y consumo, que son de todo punto contraproducentes, para la sostenibilidad a largo plazo
“Cuando pensábamos que todo era prosperidad, nos sorprendió la pobreza” y parece que viene con ganas de instalarse unos años, para reaparecer después con otra forma y manera.l Se parece al juego de la soga en el que dependiendo de la fuerza en uno u otro sentido, va para un sitio o para otro.

Rafael Montava Molina
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Consultor de empresas