Las previsiones del mercado eran de una subida del IPC del 0,1 por ciento y de una caída interanual del 0,1 por ciento. Sin alimentos se esperaba un incremento mensual del 0,1 por ciento y del 1,7 por ciento interanual.

La caída del indicador se debió en gran medida al abaratamiento de los precios de la energía, cuyo índice bajó un 3%, frente al incremento del 3,3% de febrero, mientras que los precios de los alimentos retrocedieron un 0,1% por segundo mes consecutivo.


De este modo, la inflación subyacente, que excluye la volatilidad de precios de la energía y de los alimentos, experimentó un repunte de dos décimas por tercer mes consecutivo y en términos interanuales registra una subida del 1,8%.