Si bien es cierto que esta situación es conocida, no es menos cierto que no fue anticipada por los expertos y que además parece que es una realidad que está aquí “para quedarse”. Ello es así por la aparición de manera sorpresiva de un cambio en la industria. La gran sorpresa o el “cisne negro” del sector del gas natural ha sido el auge de la producción no convencional en Estados Unidos y su consecuencia más importante el desacople de precios entre gas y petróleo, algo que los mercados descuentan como una característica estructural para los próximos años con repercusiones de largo plazo. Un ejemplo de ello es el previsible aumento de la demanda mundial, ante el abaratamiento relativo del precio del gas.


La mayor producción de gas procedente de esquistos (shale gas) en Estados Unidos ha sorprendido tanto por la rapidez con la que se ha producido como por la magnitud, y ha cambiado cualquier perspectiva de oferta a medio y largo plazo. Prueba de ello son las constantes revisiones al alza sobre la producción de gas en Estados Unidos que lleva efectuando la Agencia de Información Energética estadounidense (EIA), la cual en tan solo cuatro años ha variado su previsión de producción no convencional en el país para 2010 en más de 60 bcm , desde más de 225 bcm (previsión de 2005) a cerca de los 289 bcm (previsión de 2009). Por su parte, la previsión para el año 2025 ha pasado de 241 bcm (en 2005) a 307 bcm (en 2009).


Este incremento de la producción no convencional en Estados Unidos es la causa fundamental de la caída de los precios del gas (sobre todo del Henry Hub estadounidense, que en 2009 se situó en 3,94 $/mmBtu, más de un 56% por debajo del precio medio de 2008). Dicha caída ha roto la correlación histórica de los precios del gas respecto a los precios del petróleo. La cuestión ahora es si este desacoplamiento será sostenido en el tiempo, tal y como descuenta el mercado de futuros. De mantenerse la diferencia entre los precios spot y los de contrato (en realidad, diferencia entre el precio del gas y el del petróleo), entonces debería acentuarse la presión en el mercado para realizar una revisión de las fórmulas que establecen el precio del gas en los contratos a largo plazo.

Estamos pues ante un cambio que supone una revisión drástica de la visión de consenso sobre los precios del gas a largo plazo existente hace solo un año y medio, y ante un cambio claro en la dinámica del mercado gasista.