El objetivo es apoyar la recuperación de la economía de la eurozona, pese al repunte de la inflación en la zona euro, que se encuentra casi medio punto por encima del objetivo de inflación del BCE. Esta política monetaria acomodaticia, como el propio instituto emisor ha calificado su posición en reiteradas ocasiones,
puede empezar a verse cuestionada después de que el indicador adelantado de inflación de la zona euro se situara en febrero en el 2,4%, una décima por encima del dato de enero.