Las previsiones de crecimiento en España en este 2022 se han reducido del 7 al 4,3%, que, siendo claramente elevadas, no logran ni de lejos compensar las fuertes caídas, del 10,8% vividas en nuestro Producto Interior Bruto por efecto de la Covid-19 en 2020. Bien es cierto que los niveles actuales son muy superiores a los de nuestros socios comunitarios, aunque en su caso, no se ha producido una pérdida de riqueza de tan elevada envergadura. La cota se mantiene en el rango más bajo de las previsiones del resto de organismos ya que el FMI, por ejemplo, nos otorga medio punto más de crecimiento.
Lo cierto es que las cifras también ponen sobre la mesa que, a pesar de la caída habrá mayor creación de empleo, señalan en Moncloa, gracias a la mejora de la reforma laboral, porque señalan que la corrección en los niveles de paro se seguirá produciendo. Y todo se fía, por la propia dinámica actual de la economía a la demanda interna porque incluso, este año, la contribución del sector exterior vendrá en negativo.
Como se ve no hay nueva previsión de inflación como tal, solo se mide el deflactor del consumo, que solo se reducirá drásticamente a partir de 2023, el año en el que desde el Gobierno se espera que remonten las cifras hasta niveles previos a la pandemia, en el primer semestre, dicen del próximo ejercicio. Así la inversión se espera elevada en este año, a ritmos del 9,3%, aunque desde las empresas consideran que otro dato fundamental será el consumo de las administraciones, que se reducirá hasta el 2% este año.
Lo cierto es que sí hay factores en los que son claramente optimistas, a pesar de la prudencia que indican en las estimaciones. Por ejemplo, la velocidad de crucero en el plan de recuperación, que no está ganando el ritmo esperado, y como decimos, todo se concentra en un consumo privado e inversión que sin duda se verá severamente gravada por la inflación.
Con estos mimbres, las empresas cotizadas más dependientes de las administraciones públicas verán mermada su actividad, ante el menor impulso inversor, mientras que la actividad, que se fía al consumo y al ahorro, también se verá penalizada, por lo que sectores como el financiero, con elevados precios y menor crecimiento podrían verse penalizados.
A pesar de la fuerte internacionalización de las grandes empresas, en especial las del Ibex, e incluso de su diversificación exterior, las de menor tamaño más afectadas por la crisis pandémica podrían tener un año más de calvario con este cuadro macro. Y sobre todo con las cifras enviadas a Bruselas, donde constan sobre todo cifras muy significativas. Por ejemplo, el precio del petróleo estimado, con 99 euros al terminar el presente ejercicio e incluso con el mantenimiento de coste elevado del barril hasta 2025, en el que no bajará de los 80 dólares.
Y esto se basa en una estimación actual, a la que hay que sumar, las incertidumbres que provoca la guerra de Rusia sobre Ucrania, que amenaza con alargarse con consecuencias impredecibles, mientras los mercados se preparan para subidas de tipos en la eurozona, mientras digieren los de Estados Unidos, que harán más cara la financiación de empresas y familias y más difícil endeudarse. Todo ello con un euro cada vez más cercano a la paridad con el dólar, por debajo de las 1,06 unidades.
Lo cierto es que la bolsa española, por la interrelación global, está casi más pendiente de los datos que muestren un posible nivel de recesión global, que el retroceso en el crecimiento español.