Indra vendió la operación como una operación para reforzar “su posición en mercados clave, principalmente en el segmento de servicios financieros, mejorará su apalancamiento operativo y fortalecerá su oferta de soluciones propias, en especial en medios de pago. Al mismo tiempo, incrementará su exposición al sector privado e incorporará el equipo y talento complementario procedente de Tecnocom”.
A nivel financiero, la compañía que lidera Fernando Abril-Martorell estimó entonces un crecimiento del beneficio por acción del 10% desde 2017, excluyendo los costes de implementación de las sinergias estimados en 61 millones de euros, al no ser recurrentes.
Según estimó entonces Europa Press, la suma de las dos entidades, con datos presinergias de los últimos doce meses a septiembre de 2016, tendría que haber generado una compañía con unos ingresos de 3.147 millones de euros, un resultado bruto de explotación (ebitda) recurrente de 243 millones de euros (margen sobre ebitda del 7,7%) y un resultado neto de explotación (ebit) recurrente de 165 millones de euros (margen sobre ebit del 5,2%).
El grupo tecnológico cerró 2018 con un beneficio neto de 119,8 millones, lo que supone una caída del 5,6% respecto al ejercicio anterior, afectado por el menor ingreso extraordinario en impuestos por Brasil respecto a 2017. El beneficio bruto de explotación (ebitda) creció un 10% hasta los 293 millones, mientras que los ingresos ordinarios ascendieron a 3.103,7 millones, lo que supone un incremento del 3%.
Es decir, los ingresos se resintieron este 2018 frente a los que sobre el papel debería haber generado la compra de Tecnocom, por la menor contribución en el ejercicio del programa Eurofighter. El margen sobre ebitda sí aumentó hasta el 9,4%, e igualmente el margen sobre ebit hasta el 6,4%.
A nivel bursátil, Indra pese al rebote del 24,5% que protagonizó en bolsa desde el lanzamiento de la OPA el 29 de noviembre de 2016 hasta la aceptación de la operación por parte de los accionistas de Tecnocom el 18 de abril de 2017, los precios actuales reflejan una caída del 8% desde la compra de Tecnocom. Cierto es, que la compañía, corrige con fuerza estos días tras informar al mercado que está sondeando la compra de ITP Aero, la industrial especializada en la fabricación de motores y componentes aeronáuticos.
La operación fue anunciada el viernes, una jornada en la que las acciones de Indra cayeron un 3,75%. Los títulos de la compañía participada por el Estado cerraron el jueves con un precio de 10,01 euros, lo que supone un alza del 3,3% desde los precios a los que cotizaba en noviembre de 2016, cuando anunció la OPA de Tecnocom.
Un gigante europeo de la Defensa
Indra anunció este martes que las negociaciones con la británica Rolls-Royce para comprar ITP Aero se encuentran en una fase “avanzada”, “contando para ello con asesores externos y sin que a esta fecha se pueda confirmar en modo alguno si dichas negociaciones concluirán con la suscripción de un acuerdo vinculante con Rolls-Royce”.
TP Aero es una empresa española especializada en la fabricación de motores y componentes aeronáuticos, que opera como filial del grupo británico Rolls-Royce. La compañía fue fundada en 1989 y está presente en España, Gran Bretaña, Malta, Estados Unidos, India y México. ITP Aero participa en los principales proyectos de motores aeronáuticos del mundo de aviación comercial y de defensa, interviniendo en todas las fases del ciclo de vida del producto, desde la fase de diseño hasta el soporte y mantenimiento.
Indra busca con esta operación reforzar su perfil en el sector de la Defensa con esta adquisición. De hecho, la compra tiene el visto bueno del Gobierno de Pedro Sánchez, que ve con buenos ojos crear un gigante europeo de la Defensa que pueda competir por proyectos como el nuevo caza que impulsan los países del Viejo Continente (Future Combat Air System, FCAS), un programa valorado en 200.000 millones de euros. Cabe recordar que el Estado es el máximo accionista de Indra a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) con un 18,7% de las acciones.
El mercado, no obstante, está castigando la dilución que se produciría con la ampliación de capital yla posibilidad de que la solvencia financiera de la compañía empeore. Indra no cuenta ahora mismo con rating de ninguna agencia de calificación. La deuda neta de Indra alcanza los 592 millones, a cierre del primer trimestre de 2019, frente a 602 millones de los tres primeros meses de 2018 y los 483 millones contabilizados al cierre del pasado ejercicio. La ratio de deuda neta/ebitda se situó en 1,9 veces a cierre de marzo, frente a las 2,3 veces en el primer trimestre de 2018 y frente a 1,6 veces en 2018.
Según publicó este viernes el periódico El Confidencial citando fuentes conocedoras de la operación, esta se efectuaría gracias a un crédito de 1.000 millones por parte del banco francés BNP Paribas, para posteriormente realizar una ampliación de capital por valor de 500 millones.
“Indra es una compañía que ya está al límite de los niveles de endeudamiento. Aunque ITP es una compañía muy atractiva, el mercado está castigando cualquier operación que ponga un poco en duda el perfil de la compañía para cargar con esta deuda adicional”, resume Nicolás López, director de análisis de MG Valores.