Los Morgan y los Goldman, imparables otra vez

Los grandes bancos de inversión vuelven a bailar al ritmo de su propia música. JP Morgan, Morgan Stanley (los Morgan) y, como no, Goldman Sachs, los mismos que hace años “reventaron” el sistema financiero global y casi hacen que el mundo como lo hemos conocido se fuera por el retrete, atraviesan 2025 en plena forma. Más fees, más poder, más operaciones. Loas de admiración, incluso.

Después de los ‘tranquilos años 90’, causaron de manera muy directa el pinchazo puntocom y la crisis financiera, que, como gran consecuencia, trajo el retorno de los estados, las subidas de impuestos y la burbuja de deuda. Es decir, la agonía de las clases medias.

Estos días han asesorado tanto a BBVA como a Sabadell en la OPA fallida, y antes colocaron a Puig, la joya catalana en una operación más que compleja, sin derechos políticos para los suscriptores de acciones y con unos fees de cerca de 80 millones de euros. Hace unos días, JP Morgan, colocador líder (junto a Goldman), salió diciendo que la firma de perfumes y fragancias vale un 50 % menos. Poco más de un año después. La memoria colectiva, de nuevo, es nula o mira hacia otra parte, porque lo mismo hicieron con Vueling, y tampoco pasó nada.

Sus departamentos de análisis, con el mismo logotipo y marca que los equipos de banca corporativa aunque con infranqueables murallas chinas que ni se nos ocurre pensar que pueden ser permeables, siguen publicando informes que “ajustan” a la baja las valoraciones de las empresas que un día ayudaron a colocar por las nubes.

Un equilibrio casi perfecto entre juez, parte y cobrador. Como en la excelente película Entre pillos anda el juego, cuando Randolph y Mortimer Duke le explican a Billy Ray: “el mercado sube o baja, pero pase lo que pase, nosotros cobramos siempre”.

Vaya si cobran. Los reyes de los bonus y los que convirtieron el término “banquero de inversión”, en el sinónimo de éxito social indiscutible. La pátina de superioridad intelectual (y casi moral) que rezuman desde sus trajes de Yusti o Calvo de Mora, es la que emanan los que se sienten parte de los elegidos.

Nadie recuerda Lehman, ni los CDO, ni el rescate del sistema. Ni siquiera Terra. Hoy, vuelvo a ver noticias admirativas ante su papel, con fotos en los diarios salmón dignas de estrellas de cine o futbolistas.

Su aureola me recuerda un poco a la de los McKinsey, los eternos chicos listos que son contratados de inmediato por todo ejecutivo recién llegado, como garantía de éxito futuro. Si en su día decían que las eléctricas tenían que seguir el rumbo de Enron o que las ganancias de Internet eran exponenciales (como en el caso de la citada Terra), no pasaba nada si poco después; hecatombe por medio, reaparecían para decir que lo importante era ser una eléctrica tradicional (de las de saltos de agua) y que lo que había que hacer con la filial puntocom era cerrarla, previo vaciamiento de plantilla y que las mejores inversiones eran ladrillo y tierras.

Los Morgan y los Goldman sobrevivieron (en el camino se quedaron Merrill, Lehman, Bear Stearns, Credit Suisse…), se aliaron con el poder y casi de inmediato, desfilaron por el Foro de Davos, criticando el capitalismo descarnado. Jamie Dimon es un tipo que me fascina.

Es evidente que les tengo muy poca admiración. Diseñaron las preferentes, las cuotas participativas, lideraron todas las opas de los inmobiliarios y promotores hace 15 años, inundaron los mercados de productos híbridos… Son lo contrario de la economía real. Los reyes de la economía “financiarizada”.

Todas las películas tipo Inside Job, Margin Call, La gran apuesta, Wall Street II… lo han retratado a la perfección. No exageran nada. Pero ahí siguen.

La mega crisis se saldó con “la vuelta del socialismo”, que decían en Margin Call. Para los Republicanos, rescatar a la banca de inversión era eso: socialismo. Para los Demócratas, era rescatar a la banca. Da igual, se hizo.

Después de aquello, llegaron las mega inyecciones de liquidez, la monetización de deuda y la vuelta de las políticas populistas. La respuesta a Lehman Brothers fue más estado, con lo que ello implica: el auge de los profesionales de la política, inútiles de la vida civil y corruptos (por cierto, ¿esta semana entraba Sarkozy en prisión o me lo invento?).

La burbuja de deuda pública, los inventos de los bancos centrales, casi imposibles de seguir por los periodistas (Quantitativ no se qué, LRTO o como sean las siglas, etc etc), las políticas monetarias demenciales (la Teoría Monetaria Moderna, que abandera el Partido Demócrata americano pero que implementan en todas partes, consistente en fabricar dinero y enchufarnos inflación) y todas esas malas artes han traído el escenario de decrecimiento y fiscalidad asfixiante.

Deflación salarial, presión a la clase media y un futuro incierto. Mientras escribo esto escuchando un podcast, me salta la publicidad del Gobierno: “impuestos. Lo que das vuelve”, como una broma macabra.

La realidad es que tenemos en España un ataque perpetuo al capital, con impuestos inventados a banca, eléctricas, fortunas; penalización a los planes de pensiones, sicav, etc etc.

Las salidas a Bolsa, señal tan saludable de una economía, son anuladas o virtualmente fallidas como la de Puig, ya que si 12 meses después vale un 50% menos… en fin.

A cambio, nos queda una economía de private equity. Los grandes fondos son los que parecen llamados a quedarse con las empresas y a protagonizar operaciones, toda vez que se expulsa al minoritario y no se anima al ciudadano a formar su patrimonio, sino a depender de lo público.

¿Qué hacen estos fondos? Comprar, trocear y volver a vender. Siempre apalancados, para que pague su deuda la compañía comprada. Una vez arreglado eso, a sacar la plusvalía, previo recorte de costes, despidos y troceamiento. Banca de inversión 100%.

En el casino global, hay algunos que siempre ganan.

El resto solo pone las fichas. Y encima les aplaude.