El experto afirma, en su blog No mercy/No malice; en un artículo titulado “Wash”, que Londres es conocida como “Londongrado”, por ser el principal foco de capitales para ser lavados, procedentes de los oligarcas rusos. 

De hecho, hace pocos días, en Estrategias de Inversión informamos recientemente que ex altos cargos de Reino Unido propusieron como sanciones a Rusia detener el proceso de lavado de capitales rusos

Algo que sorprende por esa mezcla de cinismo e ingenuidad: Reino Unido, una de las economías no sólo mayores, sino presuntamente más avanzadas y comprometida con el desarrollo, reconociendo ser una enorme lavadora de dinero ilícito. 

Galloway toma cifra de la ONU e indica que el dinero procedente del crimen supera los dos billones de dólares españoles (tres trillion en inglés), lo que es más o menos dos veces el tamaño de la economía española.

Londres, alias Londongrado, se ha convertido en la capital mundial del lavado de dinero, donde convertir dinero corrupto e ilegal en apartamentos de lujo en Kensington y clubes de la Premier League”.

Este dinero tiene que recorrer un camino para, en primer lugar, salir del circuito criminal, entrar en el financiero a través de paraísos off shore y, después de muchas ‘capas’, poder estar disponible para el consumo, con apariencia de legalidad. 

Y añade que el origen de este dinero está “en regímenes cleptocráticos: Gobiernos que operan como sindicatos organizados del crimen, extrayendo riqueza de los recursos naturales y el trabajo de sus gobernados”. Galloway cita a “Rusia, Arabia Saudí, emiratos y otros países como Argentina o Zimbaue”.

El artículo ilustra muchas cifras que impactan (como más de 1.500 millones de libras colocadas en inmuebles en Londres por parte del petróleo ruso), pero culmina con una reflexión: “Los oligarcas roban de Rusia, pero nosotros somos la casa de empeños de sus bienes”. Algo parecido dijo Jurgen Klopp, entrenador del Liverpool, recientemente, sobre las sanciones al club Chelsea, propiedad de Roman Abramovich: “ahora pedimos sanciones, pero él está hace años. Todos sabíamos de dónde venía el dinero, pero a nadie le pareció mal en su momento”.  

“La captura regulatoria de los oligarcas rusos supone colocar por encima el capitalismo a la democracia”, concluye el autor.