
Por tu experiencia , ¿Qué formación es la más útil para trabajar en los mercados financieros?
Así como hace unos años hubiese señalado a la parte académica que para mí era la base, carrera en economía, finanzas, matemáticas o ingeniería, ahora no lo tengo tan claro. Creo que hay que buscar una combinación de conocimientos técnicos y habilidades blandas. Es necesario tener una base, que obviamente puede dar una carrera, pero lo que marca la diferencia es la formación complementaria.
Cursos como el CFA, Risk Manager…dan ese plus porque están actualizados, tienen un networking muy bueno y, si quieres estar en el mercado de capitales- gestión de activos, debes tener esa base. Y luego están las habilidades técnicas. Ya no vale solo con tener un nivel avanzado de excel.
¿Qué cursos hiciste en el pasado en los distintos departamentos? Porque estuviste en Société Generale….
Eso fue interesante porque, en aquella época, se potenciaba mucho al empleado. No estabas ligado únicamente a un departamento, sino que recibías una formación sólida en varias áreas. Participé en programas que abarcaban desde la evolución de la estructura del banco —porque no puedes trabajar en una entidad financiera sin comprender cómo funciona— hasta el papel y las funciones de cada departamento, como mercado de capitales, banca de inversión o riesgos. También se incluía toda la parte de regulación. Además, en cada segmento cursé formaciones específicas sobre derivados, bonos, acciones… cómo se construían y cómo se gestionaban. En conjunto, fue una formación muy completa.
¿Y qué echaste de menos si tuvieses que volver a empezar? ¿Qué echabas de menos? ¿Qué te faltaba?
Viendo ahora el perfil, me doy cuenta de que es mucho más tecnológico. Me da cierta rabia no tener conocimientos de programación, porque hoy en día eso me habría dado un plus. Con todo lo que está ocurriendo alrededor de la inteligencia artificial y los algoritmos, al final dependo de un tercero. Y, aunque soy una persona muy comunicativa, también me habría gustado contar con más formación en ventas. La inteligencia artificial no va a sustituir esa “última milla” con el cliente, ese momento en el que alguien con poder de decisión necesita que le transmitas confianza. A veces damos por hecho que un buen comunicador sabe vender, pero si a la comunicación se le suman fundamentos y conocimientos técnicos de venta, el mensaje llega mucho mejor.
De hecho, creo que las entidades financieras evolucionarán en su composición: si hasta ahora podíamos hablar de un 60%-20%-20% —economistas, abogados y técnicos, respectivamente—, en el futuro esa proporción se moverá hacia algo más cercano a un 20%-30%-50%.

Se necesitan menos economistas y más perfiles técnicos que sepan manejar todos esos sistemas y algoritmos…Pero ¿y los abogados? Ellos sí van a tener trabajo
Es cierto que la inteligencia artificial ya está asumiendo buena parte de las tareas, sobre todo en la gestión de datos, lo que simplifica mucho el trabajo de los perfiles más juniors. Sin embargo, hay ámbitos donde la tecnología no puede reemplazar al profesional. La regulación y el cumplimiento normativo son cada vez más complejos y ahí necesitas a una persona. Una máquina, al menos hoy por hoy, no tiene la personalidad jurídica necesaria para asumir esas responsabilidades, y eso seguirá marcando la diferencia.
¿Qué consejo le darías a un joven licenciado que quiera trabajar?
Lo primero es enfocarse en dos cosas: construir una buena red de contactos y desarrollar habilidades prácticas. ¿Qué significa esto? Que tienes que ir a foros, a eventos, a todo tipo de encuentros. Es más importante que nunca porque, al final, lo que realmente nos queda a los humanos es la relación personal, ese networking inteligente. De ahí salen ideas, colaboraciones y oportunidades: ese “oye, necesito a alguien ya”. Hoy en día lo de mandar un currículum por LinkedIn o Infojobs prácticamente no funciona, con lo cual trabajar muy bien la red de contactos es clave.
A eso hay que sumarle el dominio de la tecnología. Ojalá yo hubiese sabido algo de programación en Python, que seguramente ya estará desfasado, pero tener nociones de código es una herramienta diferencial. Y luego hay un aspecto fundamental: ser proactivo. La curiosidad es clave.
¿Cómo has aplicado tú esa curiosidad en tu carrera?
En mi caso, me he autoformado en activos digitales. Cuando preparaba un curso de Estrategias de Inversión que duraba apenas 10 horas, le dediqué casi un año, porque cada temática me llevaba a otra. Sin curiosidad no sirve de nada estar licenciado o tener un máster. Y tampoco hay que tener miedo: hay que estar informado, leer sobre finanzas, seguir a gente solvente e inspirarse en ellos.
Muchos profesionales de la banca dicen que quieren seguir tus pasos, ¿qué consejo les darías?
Mi consejo es el mismo: ten curiosidad. Si yo no me hubiese interesado por Bitcoin en 2015, cuando aún no era nada, o si no me hubiese metido (aunque tarde) en inteligencia artificial, no estaría donde estoy. Por supuesto, la experiencia que uno adquiere en banca es valiosa y sirve para otros sectores. Pero hay que salir de la banca tradicional, que hoy está obsoleta, y explorar modelos más innovadores y flexibles: fintechs, startups, consultoría financiera… Ahí la experiencia es un plus.
¿Y cómo ves el futuro de los perfiles más senior dentro del sector?
Los que ya somos más mayores —aunque hablo de mayores como más de 45 años, lo que hoy ya se considera senior— tenemos todavía 15 años por delante en esto. Lo importante es aprovechar la ventaja del acceso a información y la posibilidad de trabajar en remoto. En una startup, por ejemplo, ya no importa si tienes 20 o 50 años. Lo que cuenta es que seas una persona motivada, con curiosidad, que se esfuerza y que se actualiza constantemente.
Antes en un banco podías sobrevivir hasta jubilarte, hoy si pasas una semana sin actualizarte, te quedas fuera. Requiere un esfuerzo distinto, pero como te gusta y te motiva, lo haces con gusto.

¿Cómo te mantienes tú al día?
En mi caso, hago mucho deporte. Ya no corro tanto como antes, ahora prefiero hacer grandes recorridos de baja intensidad, 15 o 20 kilómetros al día. Eso me da dos o tres horas en las que voy escuchando contenidos: sobre tecnología, activos digitales, inteligencia artificial o mercados financieros clásicos. Así sigo alimentando mi conocimiento.
Para mí, eso marca la diferencia: sin esa curiosidad y sin esa formación constante, hoy en día estás condenado al fracaso.
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