¿Qué es esa banca privada? Pues un servicio más personalizado, más atento, que intenta rentabilizar al máximo su propia cartera. Y eso está muy bien, ya que estamos en un mundo de tipos de interés al cero, que desde hace tiempo no ofrecen ninguna rentabilidad al ahorro sin tomar riesgos. Antes, los depósitos ofrecían algún rendimiento; mayor o menor, pero algo ofrecían. Y estaba también la posibilidad de comprar letras o bonos del tesoro. Cuando a alguien se le dice que a finales de los 80 y principios de los 90, una Letra del Tesoro daba un 10% anual sin el menor riesgo, le parecerá ciencia ficción. Claro que la inflación era muy alta también. Pero había rentabilidad para el ahorro. Hoy no la hay en casi ninguna parte del mundo. 

La banca privada es la apuesta de firmas como La Caixa, por ejemplo, con sede en Valencia, que rebajará los requisitos mínimos para ser cliente selecto hasta un patrimonio de 100.000 euros, cuando antes la cifra era de medio millón. 
No es una mala idea. Por un lado, aumenta el esmero de la banca por el cliente. Por otro, forzará en cierta medida al titular a potenciar sus conocimientos económicos y financieros. 

Algo importante. Es habitual escuchar a la ciudadanía decir que no entiende nada de economía o que le parece aburrido, pero conviene ir perdiéndole el miedo. Todo es economía, incluso la política que, pese a que algunos políticos no lo tengan claro, simplemente es el arte de administrar un patrimonio público, obtenido de la actividad privada, es decir, de todos nosotros. 

De hecho, sería una gran cosa que la economía sea una asignatura en las escuelas. Que enseñe a los estudiantes cómo la producción de bienes y servicios genera renta y que la renta es realmente lo que marca el nivel de riqueza. No el dinero. 

También aparecerán con más insistencia firmas independientes que buscarán con más fuerza aun captar clientes procedentes de la banca. No es algo malo. España tiene una industria de gestión independiente muy contrastada y es muy sencillo reconocer a las compañías con años de experiencia de gestión a sus espaldas de los chiringuitos de nuevo cuño. 

Miren qué productos ofrecen, que rentabilidades históricas poseen, quiénes son los accionistas de cada firma, dónde están las oficinas físicas para informarse o incluso reclamar… la gestión del patrimonio personal es algo cada vez más importante, en un mundo en el que las pensiones públicas tienen que ser revisadas y la esperanza de vida se alarga. 

Tenemos derecho a una pensión pública por la que hemos cotizado, por supuesto, pero es bueno acostumbrarse a realizar una visita cada poco tiempo al asesor financiero y vigilar la situación particular, de la misma manera que uno va al médico. La salud de las finanzas personales también es algo vital. Y todos tenemos finanzas personales, por poco dinero que tengamos. 

La banca cobra comisiones, es cierto, pero será bueno que le ofrezcamos la posibilidad de hacerlo por servicios reales, que redunden en rentabilidad. 

Lo dicho: un buen objetivo para el año que viene podría ser intentar perder un poco el rechazo a la economía.