Unos tipos de interés oficiales que continuarán en mínimos al menos hasta 2015, año en el que en principio podrían subir en Estados Unidos dado el avance del ritmo de recuperación de la economía americana, y con expectativas de subidas de tipos de interés en Europa más alejadas en el tiempo.
El entorno de tipos de interés es uno de los elementos clave de cara a lo que podemos esperar desde un punto de vista de márgenes en 2014. En un año sin cambios esperados en lo que a tipos se refiere (aunque ciertas voces en el mercado descuentan una descenso de los tipos adicional por parte del BCE), y con un proceso de repreciación de la cartera crediticia ya finalizado, la mejora de los márgenes seguirá viéndose apoyada por una ampliación del margen de clientes gracias a la continuidad en el ajuste del coste del pasivo minorista.
En contraposición a estos dos efectos, nos encontramos por el lado negativo el impacto en margen de intereses derivado de la reducción de la exposición a la financiación del BCE y unos volúmenes de negocio que aún se mantendrán débiles (proceso de desapalancamiento menos acusado). En conjunto, 2014 debería ser un año de estabilización de márgenes o ligero crecimiento, donde el avance del crédito en segmentos de pymes así como los spreads a aplicar deberían permitir compensar en parte el proceso natural de vencimiento de la cartera de crédito (con diferenciales más bajos principalmente concentrado en hipotecario). En este sentido, y en un sector con una estrategia común de crecimiento del crédito en Pymes, no se puede descartar que ante una mayor competencia se dé una presión en spreads, y esta gestión será clave de cara a la evolución de la rentabilidad.
Por el lado del riesgo de crédito, y a falta de conocer el dato de diciembre de morosidad, en el sector el ratio ha aumentado hasta noviembre en 2,64 puntos porcentuales frenta a diciembre-12, con un descenso del crédito del 8,2% y un incremento del saldo de dudosos del +15%, recogiendo el efecto de la reclasificación del saldo de refinanciados. Para este año, la tendencia de la morosidad seguirá siendo al alza aunque esperamos que el ritmo de crecimiento sea menor y donde no descartamos que podamos ver el pico a finales de año o principios 2015.
Asimismo, 2014 continuará siendo un año de esfuerzos orientados a fortalecer los niveles de capital de cara a los stress-test y AQR (“Asset Quality Review”) de noviembre, por lo que seguiremos viendo por parte de las entidades la desinversión de activos no estratégicos y participadas (menor consumo de capital), emisión de deuda computable como capital de acuerdo a Basilea III, así como la mejora del capital derivada de mayor generación de beneficios, en un contexto donde las políticas de dividendos no apuntan a cambios significativos. Por ello, prevemos que el reparto de dividendos continuará concentrado en el formato “scrip dividend” al menos hasta que se hayan conocido los resultados del stress-test y se vea una mayor visibilidad en cuanto a ausencia de cambios regulatorios o nuevas exigencias por parte tanto de las autoridades europeas como españolas.
Siguiendo con la política de dividendos, y de cara a una vuelta al pago en efectivo, este proceso creemos que se hará de manera gradual, aplicable al dividendo con cargo a resultados del 2014. Si bien es cierto que el dividendo contra resultados de 2014 comienza a abonarse en la segunda mitad del año en curso, no esperamos cambios hasta 1S15. En este sentido, esperamos que la vuelta al dividendo en efectivo se traduzca en un menor importe del mismo en un escenario de mantenimiento de pay-out con mayor número de acciones en circulación como consecuencia no sólo de los “scrip dividend” realizados sino también de los canjes de bonos convertibles que en su mayoría se han llevado a cabo mediante la emisión de nuevas acciones. Obviamente, habrá diferencias entre entidades, dado un punto de partida diferente desde Bankinter que continúa abonando el dividendo íntegramente en efectivo hasta Santander que lo reparte en formato scrip en su totalidad.
Con todo, 2014 esperamos que sea un año caracterizado por la mejora de los ratios de solvencia, unos volúmenes de negocio aún débiles, menores dotaciones a provisiones frente a 2013 y la mejora de la rentabilidad a través de la caída del coste del pasivo.