La historia del real en los últimos dos años está marcada por el apetito de los inversores al riesgo. De hecho, con el estallido de la crisis crediticia hace ahora algo más de dos años, la divisa brasileña fue una de las monedas más perjudicadas en todo el mundo. La búsqueda de activos seguros hizo que muchos inversores expulsaran de sus carteras activos denominados en reales y otras monedas de países emergentes. De hecho, sólo el año pasado cayó contra el dólar algo más de un 25% y contra el euro el descenso fue de un 8%.
¿Qué ha hecho cambiar los ánimos de los ahorradores? Pues entre otras razones la decisión de las principales agencias de calificación crediticia del mundo de otorgar a Brasil el grado de inversión. La última de ellas ha sido Moody’s a finales de septiembre. La agencia justificaba esta decisión en la capacidad de absorción de la crisis de la economía del país y la rápida respuesta del ejecutivo brasileño. El rating de la deuda soberana queda así en Baa3 con perspectiva positiva, lo que quiere decir que hay espacio para  nuevas mejoras. Moody’s era la única de las grandes agencias de rating que seguía calificando la deuda carioca con grado especulativo. 
Moodys considera que en los últimos ejercicios se ha observado una notable mejora de la estructura de la deuda del país y una menor exposición de las cuentas públicas a los mercados de divisas y las fluctuaciones en los tipos de interés. La de Brasil va a ser una de las pocas economías del mundo que crezca este año. Precisamente hace unas semanas el Instituto de Estadística del país confirmaba la salida de la recesión técnica en la que entró en marzo, ya que el PIB creció 1,9% en el segundo trimestre del año sobre el primero. Además, el gobierno prevé que la economía crecerá este año alrededor de un 1%. Algunos expertos creen que aunque existen riesgos externos, como su dependencia del precio de las materias primas, que pueden limitar el crecimiento, los tipos de interés y la fuerza del real ayudarán a mantener el crecimiento sólido. En la actualidad, el precio del dinero en este país está en el 8,75%, un nivel que podría alentar la llegada de fondos.

El grado de inversión es de gran importancia para cualquier economía ya que la mayoría de los fondos de pensiones del mundo podrán comprar bonos brasileños por la teórica reducción del riesgo de la inversión. Este menor riesgo, además, implica una rebaja de los costes de financiación tanto para el Estado como para las empresas. La medida podría beneficiar también a todas las compañías españolas con presencia en el país latinoamericano.  La posibilidad de nuevas mejoras en el rating de la deuda brasileña dependerá, según Moody’s  “de las políticas del gobierno encaminadas a la eliminación de obstáculos al potencial económico del país, como la reducción de los desequilibrios presupuestarios”

Precisamente uno de los desequilibrios de los que quiere desembarazarse el ejecutivo de Luiz Inázio Lula da Silva, es el de la volatilidad de su divisa. Históricamente cualquier cambio significativo provocaba graves alteraciones en su moneda. La mayor apreciación del dólar en Brasil en los últimos años se registró en 2002 (+52,27%), cuando poco antes de la elección de Lula da Silva como presidente de Brasil se produjo una fuerte fuga de inversores extranjeros.

La posibilidad de que un dirigente de izquierdas entrase a gobernar uno de los principales países de América Latina hizo temblar a la comunidad inversora. Para Manuel Sousa “las dudas que existían eran más por falta de información dentro del sector financiero y, por supuesto, por la falta de datos concretos sobre la economía Brasileña.” El asesor de Saxo Bank añade “Lula ha conseguido cambiar la estructura de la economía del país y ha recortado fuertemente la inflación. Pero sin lugar a dudas, la mejora de las reservas de petróleo han sido una gran ayuda para cambiar de sentimiento”.

La segunda mayor apreciación del dólar en el país fue en 1999 (+48,01%), cuando el Gobierno impuso el régimen de libre flotación del cambio. Para evitar que el real se convierta en una nueva burbuja especulativa al calor de la “moda brasileña” el ejecutivo del país ha impuesto recientemente un impuesto a los extranjeros que inviertan en su bolsa para contener la apreciación de la divisa.

Brasil comenzará a cobrar un impuesto del 2% en todo el capital que entre en el país para invertir tanto en renta variable como renta fija. Las empresas españolas con presencia en Brasil no tienen por qué preocuparse ya que las inversiones directas están exentas de esta medida. Para Sousa Andrade “ el impacto de estas medidas va a ser limitado. Es más una indicación de la estabilidad de la economía brasileña y el real que, de hecho, va a continuar con su subida”. El experto añade que “Brasil ha dado grandes pasos en los últimos quince años y el hecho de que muchos fondos de inversión hayan decidido sobreponderar la asignación de activos brasileños es una señal de que cada día va a ser una economía menos “emergente” y más “desarrollada” a tener en cuenta”. De hecho, apunta que “ aunque podríamos encontrarnos con una caída puntual, creo que la solidez a medio y largo plazo está intacta y recomendaría tener una cartera con una ponderación alta en mercados emergentes y en particular en Brasil”.

Aunque la apreciación del real no tiene por qué ser esencialmente negativa para la economía del país, si que puede perjudicar a las exportaciones. De hecho, antes de la imposición de este impuesto este año ya se habían tomado otras medidas, como la compra de dólares en el mercado local, limitando en algo la apreciación de la moneda y fortaleciendo a la vez las reservas monetarias del país, que superan ya los 230.000 millones de dólares.
En cualquier caso, como casi siempre, hay opiniones en todos los sentidos. Hace unos días, el principal gestor de emergentes de Templeton, Mark Mobius, aseguraba que la decisión de Brasil de gravar el capital extranjero le había desanimado y que buscaba fórmulas alternativas como la compra de acciones de empresas brasileñas en forma de ADR’s, por ejemplo.