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Sin embargo, el diablo está en los detalles y es lo que más están mirando en estos momentos de ese acuerdo.

Para empezar, el miedo que todo el mundo tenía es que si se llegaba a un acuerdo de congelación de la producción el punto clave estaba en dónde se situaba ese punto de producción, ya que si es demasiado elevado, la producción sería lo suficientemente grande como para que fuese muy difícil reducir las reservas, lo que tendría un efecto muy limitado de incremento del precio. Teniendo cuenta que según la OPEP en su último informe la producción estaba situada cerca de 33,24 millones de barriles por día, no parece que sea extremadamente positivo que se hayan puesto de acuerdo para poder limitar la producción en una horquilla que varía entre los 32,5 millones de barriles y los 33 millones de barriles por día.

A ojos de los operadores la producción sigue siendo demasiado alta y no va a permitir que sea demasiado fácil reducir las reservas, pues dependerá de la evolución de la demanda en este caso. Todo el mundo piensa que el reequilibrio del mercado está por llegar y se está produciendo ya de alguna manera.

La cuestión es que esa posible congelación de la producción es un plan pero todavía no saben cómo hacerlo y se ha encargado un estudio para ver la viabilidad del mismo y se discutirá en la próxima reunión del 30 de noviembre, por lo que todavía hay que esperar si realmente ese acuerdo se puede realizar, lo que deja mucho margen para la especulación.