Grupo MASMOVIL constituye el “caso de éxito” por antonomasia al haber pasado del MAB al Mercado Continuo y mirar ya al Ibex 35. Una subida progresiva de escalones que permite, entre otras cosas, diversificar las vías de financiación para crecer y aumentar la base de accionistas en un segmento de tamaño de mercado que para nada es homogéneo.

“Pyme es un concepto muy relativo, porque puede ser una compañía que factura 5 o 150 y las alternativas de financiación son inversamente proporcionales al tamaño” afirma Jesús Muela, subdirector general  de GVC Gaesco Beka. Como señala Alejandro Clemares, vicepresidente de Clerhp Estructuras, “la financiación de compañías de nuestro perfil es fundamentalmente bancaria. Cuesta mucho conseguir dinero fuera de ese circuito y estar en el MAB nos ha abierto la puerta a obtener ese crédito de manera más sencilla”. Un discurso que coincide con el de Josep María Huch, CFO de Atrys Health, quien destaca que para que una compañía de este perfil pueda dar un salto en su crecimiento “o cuenta con un propietario con solvencia económica o permite la entrada de terceros vía capital riesgo, con lo que ello conlleva en términos de control. Por eso el MAB supone una opción atractiva”.

Fernando Orteso, consejero de Facephi Biometria, considera que la financiación de las pymes depende de su estadio de desarrollo concreto y del tamaño que tenga. “El MAB es una herramienta fantástica para lanzarte y pasar del capital semilla a un entono de transparencia, con auditorías. Sin embargo, una vez dentro, el trabajo es duro, porque necesitas fondos para seguir creciendo. Es cierto que, si el desarrollo de tu compañía lo permite, aparecen nuevas alternativas, como private equities, convertibles, etc.”.

Para Daniel Lozano, director de Relaciones con Inversores y Comunicación de Grenergy Renovables, las posibilidades de “diversificar riesgos financieros accediendo al mercado” no deben hacer olvidar que la financiación bancaria, hoy en día, “sigue siendo muy competitiva”. “La banca española es una maravilla comparada con la de otros lugares en términos de costes o plazos” afirma Moisés Israel, presidente de Gigas Hosting. “Vivimos una época difícilmente repetible y, en nuestro caso, además, la condición de compañía tecnológica nos abre las puertas a más recursos, como el capital riesgo. El MAB representa un salto cualitativo porque implica una alternativa y porque, una vez dentro, la financiación bancaria también se hace más fácil”.

Jesús González Nieto-Márquez, director gerente del MAB BME, reconoce las dificultades de financiación de la pequeña empresa al no poder acceder al abanico de opciones de las grandes. De hecho, califica de “rara avis” a las empresas de este perfil que se han atrevido a dar el paso de salir a cotizar y  pone en valor la puesta en marcha de mercados orientados a ellas porque “abre una ventana para que las compañías que tienen ambición y coherencia puedan experimentar otras fórmulas de acceso a recursos alternativos. Tenemos que estar contentos de haberlo hecho y lo que toca es realizar un trabajo común con administraciones, iniciativa privada, inversores y empresas para segur impulsándolo”.

Para Clemares, el escaso número de compañías cotizadas respecto a la cantidad de pymes que hay en España, muestra “el desconocimiento, el miedo que hay a perder el control”. En su opinión, con más información habría más empresas dispuestas a dar el salto. En esa línea Muela apunta al segmento de mercado de empresas con crecimientos razonables y con un ebitda de entre 2 y 5 millones de euros. “Pensamos que se puede capturar mucho valor en ellas y contribuir, además, a llevarlas a un estadio superior. De hecho, ahora mismo estamos perfilando la estructura de un vehículo de capital riesgo que vaya a este segmento y no descartamos que mire también al MAB”.

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De izquierda a derecha y de delante hacia atrás: Jesús González (MAB BME), Josep María Huch (Atrys Health), Moisés Israel (Gigas Hosting), Fernando Orteso (FacePhi), Jesús Muela (GVC Gaesco Beka), Alejandro Clemares (Clerhp), Daniel Lozano (Grenergy), y Javier Ablitas (Ei)

La perspectiva del inversor

A la escasez de compañías se une la necesidad de inversores cualificados, que entiendan bien las condiciones que asumen. Clemares destaca que “las empresas que cotizamos en el MAB ofrecemos algo muy interesante: la posibilidad de multiplicar la inversión por varios dígitos, algo que en las grandes resulta más complicado”. El reverso de la moneda, como menciona Huch, es que “los riesgos son importantes, porque ejecutar un plan de crecimiento agresivo tiene sus dificultades. Por eso”, continua, “los inversores lo tienen que ver como lo ven la mayoría de institucionales que entran en estas compañías, como capital riesgo”. “Hay que aterrizar en la realidad”, apunta en la misma dirección González. “El riesgo es alto y hay proyectos que son interesantes y se explican bien pero otros no”.

A esto Orteso añade que en un sistema tan bancarizado como el español, “el universo de inversores distintos, más allá de family office o particulares, de gestores boutique, es muy pequeño, y eso hace que sea un recurso complicado para los emisores”. “No hay una gran bolsa de dinero para este tipo de riesgos”, añade Muelas. “Se necesita una cierta estructura para analizar proyectos y poder seguirlos”, continúa, “pero creo que el capital familiar está acudiendo en mayor medida”. Para Huch, aunque reconoce que sería deseable contar con más, “sí existe un abanico de inversores que permite cubrir las necesidades de compañías como las que cotizan en el MAB tal y como está concebido. Si quieres aspirar a una ronda de 200 millones tendrás que estar en otro mercado”.

En esta línea, González afirma que es cierto que faltan inversores, “pero faltan en todas partes; en Europa y en Estados Unidos también lo dicen. Además, no tenemos que olvidar que en un mercado como el europeo, los inversores están capacitados técnica y jurídicamente para invertir donde quieran”, aunque admite que “podríamos buscar fórmulas que permitieran que los mercados alternativos en los que cotizan las compañías pequeñas fueran más colaborativos”. Israel va más allá y defiende que, frente a las bolsas locales que hay en Europa, “necesitamos un mercado tecnológico paneuropeo, más profundo, que amplifique su efecto”. Lozano aquí se muestra más cauto y resalta el camino que queda por recorrer: “venimos de explicar la cuenta de resultados para atraer fondos y, si queremos atraer inversores, tenemos que ser capaces de transmitir el futuro y para ello, como empresa, debemos desarrollar la educación financiera para mejorar las cosas dentro de casa”.

Para atraer más inversores se mencionan dos elementos: la liquidez y la necesidad de contar con análisis de las compañías. Sobre el primero, Israel asegura que su falta retrae aunque coincide con Muela en que, dado que se trata en muchos casos de “capital riesgo cotizado, por definición no puede haber mucha”. Sin embargo afirma que “tenemos que dar respuesta a la petición de que haya liquidez diaria, por mucho que vendamos desde la empresa que tenemos un plan a varios años”. Este aspecto es complicado, en opinión de Orteso, “porque la evolución depende de las expectativas de los inversores y en el MAB se mueven, en mi opinión, por criterios poco fundamentales”. Para Huch, “a medida que el proyecto evoluciona desde el punto de vista operativo también lo hace la negociación. Nos autoimponemos mucha presión y queremos ser como nuestros hermanos mayores en bolsa cuando todavía estamos gateando”.  “Tal vez el reto”, remata González, “sea explicar mejor qué se puede hacer, las alternativas para encontrar inversores que sustituyan a los que quieran salir”.

En cuanto al research, las compañías pequeñas no suelen contar con analistas que las sigan, por lo que se debe pagar. Pese a ello, estos informes son relevantes para que el inversor siga la evolución de la compañía. “Ninguna firma va a poner en entredicho su credibilidad en un tema así” asegura Lozano y, al calor de ello, Muelas destaca el cambio de mentalidad sobre este asunto: “hace unos años no se hablaría de la utilidad de estos informes. Es una evolución lenta pero constante y positiva”. 

Aceleradores para aumentar el atractivo 

La mejora de la fiscalidad constituye el elemento común para favorecer tanto el acceso de nuevas compañías al mercado como la presencia de más inversores cualificados. “No pido grandes incentivos fiscales”, señala Huch, “pero sí al menos que homogeneicemos la normativa a nivel autonómico para contar con una política común de apoyo a la pyme”.

Lozano, por su parte, alude a incentivos que “faciliten a las empresas pequeñas dar el paso al MAB aligerando los costes que implica hacerlo”. Huch añade que, “de hecho, si asumimos que Europa tiene un problema de competitividad respecto a otras economías, se deberían impulsar cambios también a nivel comunitario”, algo en lo que coincide González, quien destaca que “los incentivos fiscales son elementos muy potentes porque hacen que el inversor se fije. Se podrían canalizar a través de vehículos profesionales” para llegar al público adecuado, el que comparte la visión de que “el MAB es un mercado de medio-largo plazo” y para ello “debemos seguir trabajando conjuntamente en educar al inversor para que cada vez sea más responsable en este sentido”.

A la educación también le concede un papel fundamental Clemares, “tanto para inversores como para emisores. Ser una compañía cotizada te da una visibilidad que si no, no tendrías, sobre todo cuanto estás internacionalizado, por la regulación a la que estás sometido y la transparencia que implica”. Para ello, apunta Lozano, es muy importante “preparar a nivel interno” a las organizaciones para que sean conscientes de que “hay maneras creativas de crecer si el proyecto es firme y aumenten su confianza”.

En esta línea, Muela detecta “un mayor interés general de inversores no cualificados tradicionalmente, que cuentan con liquidez y comienzan a tener experiencia para examinar proyectos de este tipo”. Eso coincide con “una mayor conciencia de los emisores de que están en un mercado y lo que eso supone”.

En cualquier caso, apunta Israel, “nuestra experiencia nos muestra que el MAB es una solución más que suficiente para alcanzar determinados objetivos”. Como afirma Orteso, “hay que tener claro en qué estado se encuentran las compañías que acceden a un mercado como este y el riesgo que implica. Pero pueden dar muchas alegrías y resultados importantes”.