No obstante, y aunque esta no es la solución definitiva, posiblemente esta nueva escalada en la crisis traiga algo positivo, y es que se tomen las medidas definitivas para que la Zona Euro acabe avanzando en su integración fiscal. Y es que la incertidumbre y presión de los mercados se prolongará hasta que se avance en la integración fiscal y financiera en la UME.

En estos momentos la única solución definitiva a la crisis griega y a su efecto contagio pasa por reconocer públicamente desde las instituciones europeas lo que los inversores ya saben, y es la incapacidad de pago de Grecia y el consiguiente default del país, para seguidamente movilizar fondos públicos para reforzar las instituciones financieras afectas por dicho default, tanto en Grecia como en el resto de la Eurozona, especialmente en Francia y Alemania. Adicionalmente y para evitar una crisis generalizada y el efecto dominó de consecuencias imprevisibles, sería preciso declarar una garantía mutua para todo el resto de deuda soberana de la Eurozona e iniciar un plan para implementar el lanzamiento de emisiones de eurobonos.


En cuanto a los países periféricos, además de relajar las condiciones de los programas de asistencia a los 3 países rescatados con unos tipos de interés más favorables y un alargamiento de los vencimientos a 20 ó 30 años, dado que la Unión Monetaria Europea no ha evitado una acusada pérdida de competitividad de Irlanda, Portugal, Grecia y España, dentro de una moneda que está sobrevalorada cerca de un 10% frente a socios comerciales, estos países están abocados a una devaluación interna con reducción de costes laborales unitarios, mejora de productividad y menor aumento de la inflación frente al conjunto del Euro.

En definitiva, no puede retrasarse mucho más esta falta de concreción en cuanto al plan de rescate pendiente sobre Grecia.