Continúa el goteo a la baja para las grandes compañías expuestas a Brasil, con números rojos para Banco Santander, Telefónica, Mapfre y Prosegur, que sufren el envite de la incertidumbre política derivada del escándalo de corrupción en el que se ha visto envuelto el presidente, Michel Temer, acusado de soborno. Niega la mayor el líder brasileño, pero la ciudadanía sale a la calle en su contra y la oposición pide su salida del cargo.

“La inestabilidad del país hace muy complicado que se puedan sacar adelante las reformas que necesita esta economía”, destacan desde Link Securities, y apuntan que estos cuatro valores “seguirán siendo penalizados hasta que se aclare la situación en el país”.

Recordemos que, tras la presentación de resultados del primer trimestre, los expertos destacaban el extra de visibilidad que aportaba Brasil para las cuentas de Banco Santander; o que a cierre de marzo, se convertía en el mercado que más ingresos aportaba a Telefónica. Negocio clave también para Mapfre, pues, tras Iberia, es la segunda región que más aporta a su beneficio (12%); y para Prosegur, con unas ventas allí que superan el 20%. Importante fuente de ingresos es también para otras firmas españolas como Amper o Ezentis.

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“Si el actual marco político se deteriora durante un largo periodo de tiempo, entonces la recuperación económica puede ser cuestionada y las empresas brasileñas y extranjeras con exposición al país pueden ser las más penalizadas”, debido tanto al debilitamiento macro como a la depreciación del real, apunta Marisa Cabrita, de Orey Financial.

Y es que, tal y como recuerda Julien-Pierre Nouen, economista jefe de Lazard Frères Gestion, este último “envite a los activos brasileños llega después de que su economía diera señales de haber encontrado un punto de inflexión a comienzos de año, pues el PIB registró en febrero su mayor subida mensual desde 2010 (+1,3%)".

La clave, añade, Michael Boye, experto en renta fija de Saxo Bank, es que si la investigación confirma las acusaciones de supuesto soborno de Temer, “parece que el nuevo presidente no es mejor que su predecesora (…) Y lo que es probablemente mucho más importante para los mercados es que, si no puede permanecer en el cargo, estamos de vuelta a la primera casilla en términos de la agenda de reformas”. Recordemos que en pocos días el Parlamento brasileño tiene que votar la modificación del sistema público de pensiones, al que se destina el 45% del presupuesto del país”.

Cualquier reforma estructural, coincide Claudia Calich, gestora del M&G Emerging Markets Bond, “especialmente la de las pensiones, parece complicada. La economía se está estabilizando tras dos años de recesión, pero esa incertidumbre (transmitida a través de una moneda más débil, menos espacio para potenciales recortes de tipos y mayor descenso de la inversión desde niveles ya muy reducidos) podría amenazar este proceso”.

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Con todo, su compañero Matthew Vaight afirma que más allá de la “posible demora” de estas medidas, “seguimos siendo optimistas sobre el futuro de Brasil. Creemos que la mejora de su economía debería ser positiva para las empresas que operan en el país, ayudando a impulsar sus ganancias, y pensamos que sus valoraciones son atractivas”.

Por el contrario, Dimitri Chatzoudis, gestor de carteras emergentes de Robeco, considera que la actual crisis política “complica de forma significativa el proceso reformista brasileño e incrementa su vulnerabilidad económica (…) las valoraciones, además, no son tan atractivas como en otros países en desarrollo”. Por tanto, reconoce que no están aprovechando la reciente debilidad para aumentar posiciones.