La reunión que mantendrá mañana el Consejo de Gobierno del BCE será un tanto atípica . No tanto por su trascendencia, más que significativa por el momento que se vive en la economía en pleno rebrote de la COVID-19 con la variante ómicron y sus múltiples mutaciones. Más bien lo será por el positivo por coronavirus por parte del número dos de la institución, el vicepresidente Luis de Guindos, que muestra síntomas leves, tras descartar contacto estrecho en la última semana con la presidenta de la institución.
Christine Lagarde no estará por tanto flanqueada por el español en su comparecencia, pero seguro que sí respaldada por la decisión que se adopte y sobre la que los economistas ya apuestan. De hecho, el consenso de Reuters es que el tapering comenzará a partir del próximo mes de abril, muy lejos de la actuación del otro banco central de referencia, la Reserva Federal de Estados Unidos.
Y es que la situación en Europa es muy diferente. La inflación sigue subiendo exponencialmente . De momento con el flash de noviembre, que se confirmará después de la cita, el día 17, vemos que los precios alcanzaron un máximo histórico, la mayor en 25 años desde que existen registros, en el 4,9% en la Eurozona , con un avance de ocho décimas y la subida, de nuevo, astronómica de la energía, en un 27,4%. Pero no es la única partida, porque l a tasa subyacente , que excluye los elementos más volátiles , marca un 2,5% en cifras interanuales, medio punto más.
Pero la presidenta del BCE ya avanzó que la hoja de ruta no estaba marcada por los precios, a pesar de que se espera un alza en sus objetivos tras la reunión de mañana. Y, por ende, el mantenimiento de estímulos para una economía en la Eurozona que pierde fuelle ante la variante ómicron, e incluso antes de ella, y por las nuevas restricciones de cara a la Navidad en ciernes.
De hecho, los encuestados por la agencia, frente a lo que ha ocurrido en Estados Unidos, que la variante ómicron y su impacto en la economía europea es el principal problema dejando en segundo término, la inflación .
Así los expertos consultados por Reuters ven como en el encuentro se debatirá qué hacer para adaptar el programa regular de activos de compra, el denominado APP, cuando en marzo termine el plan específico de lucha contra la pandemia, el denominado PEPP en sus siglas en inglés . Recordemos que el BCE sigue comprando del orden de 80.000 millones de euros mensuales en deuda en el marco de estos dos programas. En el caso del plan de emergencia contra la pandemia 60.000 millones y 2.000 más en el de compra de activos.
Los economistas consideran que tras abril la compra global de bonos del BCE alcanzará los 40.000 millones de euros y se extenderá hasta finales de 2022, incluso algunos pronostican que, sin recuperación, el alivio que proporciona la intervención del Banco Central Europeo en el mercado podría extenderse hasta mediados de 2023.
En el caso concreto de España la compra de activos alcanza en cifras de la institución hasta el 35% de la deuda española en los mercados secundarios, de los que un 23% correspondería al programa PEPP especial de pandemia y un 12% al programa APP de adquisición de bonos nacionales.
Así la subida de los tipos de interés en la Eurozona se ve mucho más aplazada que en Estados Unidos, en un horizonte temporal todavía lejano. El BCE ha destacado que no se producirá una subida hasta poco después de que se deje de comprar bonos, con lo que el panorama presenta como poco en 2023 y podría ser a finales de ese año, al menos.