Italia, que dentro del llamado efecto contagio había logrado mantenerse en un segundo discreto plano, en esta ocasión ha ocupado la cabeza del protagonismo. A modo de síntesis, sabemos que Italia no es un país con elevado déficit (4,6%v del PIB) pero sí con elevada deuda, que asciende al 120% del PIB. El foco de reciente cambio de sentimiento de mercado respecto a Italia, llega desde la reciente inestabilidad política y por los insistentes rumores en torno a un posible suspenso de las pruebas de estrés por parte de los bancos italianos. El caso, es que antes de que esa inestabilidad política suponga el rechazo al plan de austeridad y antes de conocer que la banca italiana suspende el examen, sus mercados financieros, son duramente castigados. Fuertes ampliaciones en la curva de tipos que impulsan al bono a 10 años y a la prima de riesgo hacia máximos históricos, y duro castigo para la bolsa italiana.

Sin embargo, ni aún con ese castigo, que se extiende a toda la periferia, llega el mensaje tranquilizador; ese mensaje que necesitan los mercados. Tan solo rumores de una posible intervención en el mercado de deuda por parte del BCE o los rumores que apuntan que la UE podría estar planteándose doblar el tamaño del EFSF, aliviaron la tensión. Así, a la espera de medidas concisas y de comunicados tranquilizadores, se espera que desde Italia, llegue la luz verde al plan de austeridad de 47.000 millones hasta 2014 y que los resultados de los test de estrés a la banca, no arrojen resultados preocupantes. Y si es así, si el plan de austeridad ve luz verde y los resultados de los test de estrés a la banca italiana no son tan preocupantes como se esperaba, recuperación.

Mientras tanto, mientras el castigo recae sobre Italia y sobre la periferia euro en general, los índices americanos se limitan a ceder posiciones desde niveles próximos a máximos anuales, y lo que es más importante… nadie o casi nadie, alude al decepcionante dato de paro que se publicaba el pasado viernes. Una vez más les pregunto, ¿casualidad o causalidad?