JP Morgan Chase ha puesto sobre la mesa todo aquello que espera, sobre el papel, del próximo ejercicio, dibujando un entorno en el que, empezando por el final, la conclusión de que esperan una caída de la inflación, a costa también de una desaceleración de la actividad económica. Aunque no esperan un periodo prolongado de contracción, vislumbran una leve recesión en 2023 en las economías desarrolladas.
Un entorno, que, en el caso de los mercados financieros, se basará en la caída que ya se ha producido tanto en las acciones como en los bonos en el presente ejercicio. De esta forma, consideran desde la firma americana que será un año difícil para las economías, pero indican que lo peor de la volatilidad del mercado podría haber quedado atrás, con más atractivo tanto para las acciones como para los bonos.
Con seis temas fundamentales sobre la mesa, como son resetear la renta fija, el argumento alcista de las acciones, defenderse con dividendos, los catalizadores para una recuperación de los activos en los mercados emergentes, retomar la sostenibilidad y atender a las proyecciones centrales y a los riesgos con esa leve recesión en ciernes estimada.
Entre el panorama que descuentan, en Europa en concreto, un riesgo clave es el marcado por el suministro de energía, ante Rusia, el antiguo proveedor del 40% del gas en algunos países clave, venido a la mínima expresión desde el verano. Pero consideran que se está minimizando, ante las reservas acumuladas que vienen en gran parte de Estados Unidos. A esto le suman un otoño muy suave con niveles llenos en invierno, con lo que parece poco probable que se llegue, a no ser que los primeros meses de 2023 sean muy fríos, a producirse falta de suministro.
Peor parte de la crisis económica se la llevará el sector inmobiliario, pero centrado más en Estados Unidos. La construcción se debilitará, el gasto en muebles y otros bienes duraderos para el hogar caerá y la caída de los precios de la vivienda podría afectar el gasto del consumidor, en los próximos trimestres. La disminución de la actividad debería tener el efecto deseado de controlar la inflación. Y es que Europa los países tenemos menor nivel de deuda inmobiliario, lo que nos convierte en menos vulnerables a las subidas de tipos del BCE. En España en concreto, nuestro nivel hipotecario se asemeja al de Francia, aunque la tenencia de viviendas es la más elevada.
Por su parte, desde JPMorgan esperan que China se abra tras su política de Covid 0, aliviando de esta forma la cadena de suministros global en 2023, ya de forma generalizada, lo que significaría la caída de la inflación de bienes. Si bien destacan que un repunte en el crecimiento chino podría impulsar la demanda de materias primas mundiales, considera que, general, ese será otro factor de impulso de una inflación más baja al año que viene.
Su esperada caída de la inflación los lleva a pensar que los tipos de interés en Estados Unidos se colocarán en el primer trimestre de 2023 en un entorno de entre el 4,5 y el 5% y que ahí se detendrán. Similar para el Banco Central Europeo, con estimaciones, para hacer una pausa, entre el 2,5 y el 3% en sus tipos de interés.
Entre los factores por los que defienden que la recesión será suave, es que consideran que, mirando al sector financiero, las crisis anteriores se han basado en periodos previos alimentados por préstamos bancarios excesivo, que llevaron a periodos de débil crecimiento crediticios, lo que agravó la recesión.
Ahora no es el caso, considera la entidad americana, mientras presentan una buena salud del sistema financiero, testados con una sólida capitalización, con lo que ahora podrían absorber pérdidas, sin desencadenar, de paso, una crisis crediticia.